Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.
En un primer momento me parecía juicioso observar e incluso delimitar las diversas opciones de la violencia, pero dada la urgente necesidad de toparme con el terreno que pisamos he resuelto concretar con la más dura de las circunstancias, esto es, con las diversas expresiones de los Estados en su relación con la violencia. Y todo porque a día de hoy hay una excesiva participación de sus agentes en la transmisión de conflictos liderados por ellos mismos.
Comúnmente se reconoce desde la Sociología la solvencia del ejercicio del poder considerando que quien lo ejerce tiene el derecho de uso de la intimidación y la amenaza. Un uso no regulado explícitamente en toda su extensión, pero que casi siempre se realiza desde las diferentes jurisdicciones estatales. Los cuerpos militares o policiales no son solo presencia para promover el orden, también lo son para defender las tropelías de quienes los dirigen, y ese es el comienzo de todo capítulo para explicar la debacle, la sinrazón asentada en el ejercicio del terror.
Hablaré así del corto trayecto que hay que recorrer, dada su propia negación y su estrepitoso fracaso, para sacar a la luz ese ejercicio de violencia legitimada, pero injusta, cruel y despótica.
Y expondré del mismo modo la necesidad de desestimar las conjeturas insidiosas o aquellas que defienden las injusticias, puesto que estamos en la obligación de alejarnos de las teorías sociales y políticas que no terminan de concretarse en nuestras vidas. Es decir, hay que dar paso a la realidad, y no seguir dando cobertura al principio de ningún mandato que no proceda del pueblo si estamos hablando de democracia, o no alabar la existencia de Constituciones si son inoperantes en gran medida.
La controversia mayor con la que nos enfrentamos es saber cómo destapar al propio Estado, mostrar que su poder de coacción es casi siempre ilegítima, y poner en evidencia que más allá del reino de la razón lo que impera es el gobierno de la fuerza.
Ni que decir tiene que quien sale enormemente debilitada de esta conjetura es, además del propio Estado, la Democracia. Pero ello a estas alturas de la vida no nos convierte en pesimistas ilustradores de la historia, sino en reconocedores de una nueva desventura. El Estado moderno está concebido como una verdadera maquinaria, cuyo objetivo único es tener la capacidad para reparar cada cierto tiempo las fisuras de su aparato represor e ideológico. Y dado que es imposible su efectividad sin alguien que lo dirija, queda expuesto abiertamente que quien lo hace no solo es enemigo del pueblo, sino también aniquilador de su esperanza.
En la ecuación Estado, Violencia y Democracia, todo apunta a pensar que despejada la segunda incógnita se resuelve mejor el problema, pero me dispongo a dibujar otra parábola, porque sin el modelo actual del Estado habría mucha menos violencia, y ello determina que es hacia éste donde hay que redirigir la mirada.
Los tres poderes supuestamente independientes son anhelo de una libertad enclaustrada. Sus ilusiones no duran más allá de toda puesta en escena, y si no les acompaña una igual repercusión en toda la ciudadanía, se desintegran…
Se puede ser libre, pero no en el mercado sino en la vida, y se debe ser igual en las verdaderas condiciones de partida. Para eso está el Estado y ese debería ser el papel de la Democracia, pero se inventaron sin complejos nuevos tipos de violencia…
Y frente a ellos, de cara al futuro, solo cabe la salida, y reformular nuestras condiciones de vida. ¿Puede, más allá del Estado, darse un nuevo paradigma?
Lo que podría ser lógico se convierte en una excepción, y lejos de poder elogiar la bondad estamos a las puertas de tener que reconocer que lo que triunfa es el terror.
Incluso lo «democratizan» llevando a los parlamentos la necesidad de tener que ir a la guerra. Y quien pretende cerrar las puertas a todo abuso de poder es tratado de ingenuo o bonachón, constatando que la humanización del dolor se ha desvinculado de las fronteras que puedan ir más allá de las líneas de nuestra piel.
El sufrimiento ajeno es cada vez más un acontecimiento, incluso una película en color, pero nunca una profundización de nuestro propio daño. Habitamos dentro de una fortaleza construida a través de todos los medios de comunicación, pero no lo olvidemos, también respaldada con nuestra propia simulación.
Hemos llegado a ser unos expertos en cosificar al «otro».
Somos basura, y ya no se trata de que el mundo esté al revés y de que todo esté enredado y no seamos capaces de ver, sino que hasta podemos llegar a decir con total tranquilidad que la próxima generación va a asistir al irreverente fenómeno que va a suponer el triunfo de la estupidez.
«…En una operación conjunta llevada a cabo por los servicios nada secretos de varios países, y tras varios años de exhaustiva investigación en los que han sido analizados miles de documentos, han sido apresados varios presidentes de gobierno e importantes mandos internacionales de los que hasta ahora no se han filtrado sus nombres, dándose por hecho su participación en la organización y financiación de diferentes comandos que podrían haber participado indistintamente en derrocamientos, invasiones o incluso en golpes de estado, ejecutados con su consentimiento y con el respaldo de muchos de los actores políticos y de la diplomacia internacional».
No. No solo es difícil de imaginar, sino que a ojos de insignes periodistas y dirigentes de casi todos los medios de comunicación se trataría de noticias conspiranoicas que no llevan a ninguna parte. Así es, a ninguna parte que no sea el pozo sin fondo donde ellos guardan las miserables decisiones que todo lo pueden cambiar.
Pero para que todo sea más preciso y nos demos cuenta del impacto que supondría alterar el orden y el fondo de muchos de los acontecimientos que nos narran (acercándonos más a lo que ocurre en realidad), vamos a imaginar un incidente mucho más próximo y que, probablemente, se entenderá mejor…
«Detenidos cinco militares españoles que pretendían viajar a Siria y así unirse a las fuerzas de la OTAN. Cada vez son más los hombres que salen de España con destino a países de Oriente Próximo a luchar en nombre de una extraña paz que sólo ellos conocen. Este último año, según datos ofrecidos desde el Ministerio del Interior, han sido ya más de 2.500 los jóvenes que se han movilizado, y se cree que vienen normalmente del sur de la península, aunque últimamente también se han notado movimientos importantes en las zonas de Castilla y Aragón.
Se les ha incautado numeroso armamento de asalto, munición, y diversos mapas de la zona, donde se piensa iban a actuar bajo el mando único del máximo representante europeo, del que se dice ha sido visto últimamente coordinando diferentes maniobras con agentes de varios de los estados participantes. Y dos de ellos están acusados también de captación y adoctrinamiento para integrar a potenciales combatientes en sus filas.
Por ello, esta madrugada, y ante el peligro inminente del comienzo de los ataques, desde el juzgado número 1 de Madrid se han llevado las diligencias oportunas para encarcelar a los supuestos terroristas, que llevaban ya meses incorporados a filas y dispuestos a dar la vida por la Alianza. El juez Isidoro Arribas Bravo ha pedido prisión incondicional para todos los detenidos, y se espera que en próximos días puedan prestar declaración.
Fuentes próximas a La Moral han filtrado numerosa información en la que se podía comprobar que familiares de los detenidos también habían decidido incorporarse hace unos años a grupos similares que actuaron en países como Libia y Afganistan. Todo parece indicar que se puede tratar de células muy bien dirigidas y estructuradas y a las que se tiene, por tanto, un fácil acceso, mayormente desde un pensamiento cristiano radicalizado, fagocitado los últimos años con un considerable aumento de la instalación de bases militares en todos los países próximos a los círculos de los Estados Unidos, país éste donde se cree se formó el primer grupo de estas características, allá por los primeros años de la década de los sesenta.
Pensando en cómo evitar que un mayor número de jóvenes puedan encauzar su rabia a través de grupos de este tipo, y teniendo en cuenta la precaria situación económica en la que viven muchos de ellos, se piensa ya en una nueva legislación que ponga muchos más obstáculos y sea menos permisible con la posibilidad de que cualquiera pueda tener acceso a las armas.
Y nos llega una última hora en la que el propio gabinete adjunto a la cartera de Asuntos Exteriores ratifica que en los dos últimos meses han cruzado la frontera desde el aire unos 500 soldados que se van a prestar a realizar entrenamientos y ejercicios de combate en varios países limítrofes con Rusia, en el marco de unas maniobras que han sido declaradas de primer orden.
No olviden que mañana, en el Especial Informativo que conduce Ana Rebaños, tendremos más datos sobre estos sucesos que están generando cierto temor y que serán analizados, como siempre, con el rigor que caracteriza a todos nuestros invitados.»
Photo by Joséluis Vázquez Domènech
Hablamos de la ley o de su ausencia. De su interpretación y su viraje hacia allí donde descansan los rescoldos del poder. Del indiscriminado acto de violencia en el que se está convirtiendo gran parte del acontecer de nuestras vidas.
…De quién cuenta la historia oficial.
Somos receptores de la continua amenaza que representa la normalización de un discurso intrusivo, que nos invade y del mismo modo nos hace protagonistas de sus fragmentos despedazados. Hablamos de la ley y sus premeditadas negligencias, enmarcadas para disuadirnos de poder ir contra ellas. De Estados y de sus documentos secretos, que amparan sin ser vistos lo que luego procedemos a observar ya anestesiados, inyectados en sangre y tolerando las banalidades de todos sus males.
Muchas son las narraciones dirigidas para mostrar quiénes son nuestros enemigos, y muy pocas aquellas que se plantean dónde están confinados los monstruos que todos podemos llegar a ser.
Sociológicamente nos han instruido para disculpar sin temor el acto de cualquier guerra, y para insensibilizar la voluntad humana ante tanta brutalidad. Y de ahí han de surgir mil y un interrogantes, hasta situarnos frente a esos referentes que respaldan la destrucción de muchos pueblos y que nos obligan a convivir supeditados al trauma y los vínculos de sus violencias.
¿Qué es terrorismo? ¿Quién decide cuándo es terror, cuándo guerra, cuándo ayuda humanitaria? ¿Es posible parar algún día la injerencia, la venta de armas, y la mentira? ¿Qué diferencia hay entre un soldado que actúa bajo el mando de una determinada organización invasora, y otro que piensa que lo hace obligado por su patria? ¿Dónde queda el límite para llamar a unos mercenarios, a otros militares, a otros rebeldes (estos son los más graciosos) y a otros defensores de sus democracias? ¿Quién dicta las leyes que hacen posible que este mundo sea un pernicioso invernadero del mal? ¿Cómo es posible que tengamos la obligación ética de tener que asumirlas por la sencilla razón de que estén escritas?
Las erupciones no cesan, y las nubes vienen cargadas de injusticia y de metal
De regreso a la tertulia en el programa de ETB2, Por fin, viernes. Una nueva participación, para intentar dejar constancia de que la amenaza no reside solo allí donde los medios se hacen eco de la presencia del miedo, sino en infinidad de sitios (lejanos para nosotros) donde se suceden los más cruentos ataques. Ataques que, en la mayoría de las veces, vienen perpetrados por quienes dicen padecer la amenaza del terror. (A partir del Minuto 39’48, y de la segunda hora, 2’01’00)
Muchas veces resulta complicado escribir, sobre todo cuando la muerte o el terror están detrás de la actualidad, y un torrente de información se desliza únicamente por una de las laderas. Muchas veces hay que tener la templanza suficiente para recopilar datos, analizarlos, y como es el caso, visionarlos.
En un primer momento no quise acercarme para ver cómo sucedieron los hechos, pero me obligué a ello sabiendo las innumerables herramientas que utilizan para distanciarnos cada vez más de la búsqueda de la verdad. Así, también creo necesario dejar los enlaces que ayudan a comprender mejor cómo transcurren los acontecimientos y, lo que es más importante, cómo desean que respondamos.
Provocar la mayor conmoción y el pavor necesarios para exprimir todas las posibilidades, es el objetivo de la difusión del vídeo donde el periodista James Foley es presuntamente asesinado. Muchas son las razones que hacen pensar que, nuevamente, estamos ante una estafa mediática de compleja lectura, pero que respeta muy bien los movimientos realizados desde la Casa Blanca y la CIA.
James Wright Foley
Y decimos nuevamente porque debemos recordar una historia muy similar acaecida en mayo de 2004. El ciudadano estadounidense Nicholas Berg cae en manos de un grupo islámico, y se difunde un vídeo con la aparente decapitación del mismo. Dicha difusión recibe el beneplácito instantáneo de las cadenas Fox News, CNN y BBC, llegando en pocos momentos a millones de personas. El siguiente paso acontece en la jornada posterior a la aparición del vídeo, con la confirmación por parte de la CIA de su autentificación, y mostrando con titulares contundentes que los terroristas árabes actúan en venganza contra Bush y los Estados Unidos. Casualmente, días después, esas imágenes desaparecen del sitio donde estaban alojadas.
Diferentes análisis completos del vídeo (las cadenas sólo emitían imágenes parciales) llevaron a muchos estudiosos a confirmar su falsedad, y demostrar muchas de las lagunas que supuestamente lo respaldaban. Quiero recordar que en aquella ocasión tardaron también bien poco en señalar al presunto autor de la muerte; el jordano Abu Moussab Zarkaui.
El proceso, a todas luces, responde a una metodología similar, y siempre tragi-cómica. EEUU y sus aliados ayudan a grupos terroristas a financiarse e integrarse en “grupos de presión” para quitar del poder a gobiernos vigentes o sembrar el terror. Luego se escenifica algún daño, bien al propio país o a alguien de sus ciudadanos por parte de los mismos terroristas.Y finalmente, ya tienen excusa para quitar a éstos de en medio, o a todo aquél que presuntamente les apoya o no permite el avance de los intereses planificados.
Me temo que Siria está en el blanco. Y lo peor de todo, que nuevas incursiones y matanzas de civiles en la franja que va hasta Irak van a ser noticia.
Vamos a mostrar cómo recabaron la trágica noticia del asesinato de Nicholas Berg.
Un grupo islámico identificado de Al Qaeda procede a cometer un asesinato.
En el mismo, se cita el Corán o la Guerra Santa, y además se amenaza directamente al presidente de los Estados Unidos.
Los medios de información inmediatamente amplifican la noticia.
Casi sin tiempo de contrarrestar nada, la CIA no duda en confirmar que Al Qaeda está detrás, y hasta da los nombres de los máximos responsables.
Bush emite un comunicado condenando enérgicamente todo, y haciendo constar que atacar cualquier interés estadounidense o a cualquier ciudadano, tendrá la respuesta oportuna, a la que denominará “guerra contraterrorista”.
No hay mucho más que añadir. Sustituimos Al Qaeda por EI, y a Bush por Obama, y la narración sigue el mismo patrón. El primer suceso tiene lugar justo depués de que salieran a la luz las torturas de Abu Ghraib, y éste que tenemos ahora en un desesperado intento de eliminar a Rusia del panorama internacional, abriendo la lata en Ucrania y en Oriente Medio.
Los movimientos que se están dando son extremadamente graves, tanto por las terribles consecuencias que van a tener, como por la enorme dificultad para poder parchear todos los frentes abiertos.
Todo parece indicar que no va a resultar facil controlar la ingente cantidad de dinero y medios que se les han asignado a numerosos mercenarios para sembrar de angustia esa y otras muchas zonas del planeta. ¿Existe mejor forma de poner en alerta a Occidente para lanzar continuas ofensivas contra el Islam? ¿Existe mejor plan para que Estados Unidos advierta, como ya lo ha hecho, de que los yihadistas del Estado Islamico son mucho más que un grupo terrorista, y además asegure que valoran todas las opciones para acabar con ellos?.
Cuando Estados Unidos e Israel valoran todas las opciones derrumban todos los cimientos. Es cierto que Arabia Saudi, Qatar, Kuwait, los Emiratos Árabes, Jordania y Turquía andan enredados posicionándose en un lado o en otro (o incluso en los dos cuando hace falta) para asegurarse las raciones más suculentas. Pero es de una complejidad abrumadora seguir el rastro a cada uno de ellos e ir posicionándolos en el tablero de ajedrez.
Lo que hoy venimos a cuestionar es la forma con la que se actúa para tratar de justificar acciones bélicas que están programadas con muchísimo tiempo de antelación. (Como siempre ha sucedido también, Obama recalca una y otra vez la ayuda humanitaria que está enviando a minorías religiosas. Ayuda a la que le acompañan misiles y aviones de combate que terminarán por dar en la diana).
«Estados Unidos no puede mirar hacia otro lado. América viene a proteger» De este modo, para evitar que miles de personas mueran de hambre y sed, los F-15 despliegan todo su saber y se aproximan al objetivo. Pero eso si, antes de nada, un nuevo golpe de mano con la destitución del primer ministro iraquí Nuri Al Malaki, un obstáculo para lanzar ofensiva, y otros movimientos anecdóticos; la dimisión forzosa del príncipe saudita Bandar Ben Sultan el 15 de abril, y la de su hermano el príncipe Salman Ben Sultan el 14 de mayo, bajo la presión del secretario de Estado John Kerry y del secretario de Defensa Chuck Hagel, demuestrando la voluntad estadounidense de avanzar. De avanzar allí donde desean. Y todo hay que decirlo, Bandar Ben Sultan (hijo adoptivo de George H. Bush) es a ojos de muchos analistas internacionales, el máximo responsable de la financiación de grupos rebeldes y mercenarios en Irak, Libia o Siria!.
Bandar Ben Sultan y George Bush
Puede ser que hasta enemigos viscerales se unan para atacar al Estado Islámico. Un grupo de ciudadanos del mundo venidos de Chechenia, Etiopía, Irak, Siria, Libia, o Jordania, sedientos de dinero facil y ausentados de todo temor. Reclutados por la élite bancaria y ahora haciéndose fuertes para controlar la fuente de esa misma élite, los pozos petrolíferos que se despliegan en el mismo sector donde las bombas adormecerán nuestras reflexiones.
Los vídeos que han ido infestando las redes sociales (con los asesinatos que han ido sucediéndose éstos últimos meses) son de una dureza espectacular. De todos los que hemos podido hallar, ninguno guarda relación con éste (James Foley), del que recibimos información detallada. En los primeros, su crudeza, su calidad, su textura, su ambientación, su sonido…, es como si todo encajara. Los escenarios contemplan una mirada diferente. Pero lo más llamativo lo atisbo en esa escasez de pruebas que nos hagan ver el hecho más insólito. ¿Es el periodista James Foley quien aparece en el video que ha dado la vuelta al mundo?. Estudiemos las semejanzas y procuremos a pesar de la incómoda situación que transitamos, estudiar con rigor todo aquello que nos parezca susceptible de interferir en la búsqueda de la verdad.
Aun siendo críticos con nosotros mismos, y exigiéndonos más para poder llegar a dudar de las noticias que nos llegan de un modo precipitado e insolente, tenemos más argumentos para cuestionar las agencias de comunicación occidentales, e insistir en cómo se generan las noticias y cómo nos contaminan.
Acaban de publicar que el periodista estadounidense fue asesinado hace un año. Es del todo increible que la CIA no supiera esto. Es más, todo sigue plegándose con nuestra tesis, y sostenemos que dudar de sus argumentos no sólo es necesario, sino urgente en unos momentos donde nos están avasallando y controlando de una forma desmesurada.
Vivimos una época donde las noticias solo sirven para apaciguar nuestros sueños o engendrar miedos con obsolescencia programada, haciendo posible que el fin de la vida útil de un servicio (cual es la información) sea casi efímero. Las redes sociales son de gran ayuda para propagar cualquier “incidencia”, y los medios de información son letales para fumigarla recibida la orden pertinente.
Casi sin tiempo para asimilar la noticia de la decapitación, se abren varios frentes para ir poniendo barreras a su publicación. Es esclarecedor ese modus operandi; primeramente se nos presenta con urgencia una noticia que desean sea vista hasta en los confines del universo, para después pasar no solo a amortiguarla, sino a hacerla desaparecer hasta que queden solo los flecos que hechicen nuestro odio al universo musulman y abracemos la “causa americana”.
«Nos gustaría recordar al público que ver, descargar o diseminar material extremista dentro de Inglaterra puede constituir un delito bajo la legislación antiterrorista», expresó en un comunicado un agente de la policía británica metropolitana, para pasar a decir acto seguido que ellos ya están investigando el contenido del vídeo. Y por otro lado, comienzan a circular llamamientos en Twitter con la etiqueta #ISISmediablackout para que no sea difundido el vídeo, argumentando que solo sirve para hacer propaganda de los asesinos. Del mismo modo, Youtube ya empezó a cerrar cuentas desde las que se difundía la grabación.
Estados Unidos ya ha entrado en Irak (según ellos, de forma legítima)…, y me temo lo peor.
Las circunstancias actuales han generado que toda aquella persona que no se someta al pensamiento único, sea cuestionado en su integridad moral e intelectual, sobre todo cuando lo que se pretende es abrir grietas en las sólidas bases de un mecanismo de información sofisticado y beligerante. De ahí la urgencia con la que se ha de trabajar, para cuestionar no solo los hechos que parecen más relevantes, sino cualquier noticia que nos llega desde las cavernas de las agencias de divulgación.
Las trabas para poder averiguar qué está sucediendo en este mundo son alarmantes, porque apenas si tenemos opción para seguir las pistas que nos lleven a revelar la certeza. Pero eso no ha de ser un impedimento. Probablemente no podremos llegar a saber dónde se oculta la información que buscamos, pero ello no es óbice para que podamos dudar de toda la que nos ofrecen. Es más, me atrevería a decir que si somos capaces de darle la vuelta a la mayoría de los partes que nos llegan, más cerca estaremos de descifrar los “tesoros” que nos ocultan.
Podemos equivocarnos en nuestras apreciaciones, mas no hay motivo para retener las pesquisas. Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.
Para acompañar mi discurso, os dejo este artículo que espero respalde mis reflexiones
«El ébola, el sacerdote y el discurso del miedo»
Puede ser relevante y puede ser noticia que caigamos en contradicciones, y que no ser consecuente en un mometo determinado haga recaer sobre nosotros la furia o la pasión desbordada de la crítica. Puede ser cierto que la supuesta solidaridad cristiana resquebrajada o dejar de encomendarse a Dios nos llamen la atención, pero dichas propuestas pueden diluirse si consideramos que todo ser humano tiene miedo, y que son muchos los momentos en que nuestra propia coherencia deja de ser el motor de nuestros actos. Nadie tiene que ser héroe, y posar la mirada en nuestro propio espejo puede ayudarnos a aproximarnos a la noticia de otro modo. Tampoco deberíamos pedirle al sacerdote Miguel Pajares lo que, probablemente, nosotros también dejaríamos de hacer un día o un momento cualquiera, ser íntegros en cada paso de nuestras vidas.
Así todo, cualquier análisis sobre los últimos acontecimientos debería redirigirnos a otros territorios donde explorar espacios más significativos e importantes.
¿Qué se esconde detrás de ésta alarma e ininterrumpida noticia televisada? Si los propios expertos en microbiología se reafirman en que el riesgo de expansión del virus en Europa es bajo, estamos obligados a desviar la mirada a otro lado.
Exclusivamente razones internas, es decir, la preocupación de la muerte de un hombre blanco occidental, son el detonador que alimenta este espacio informativo. Y nunca ninguna preocupación real por lo que pueda suceder a miles de hombres y mujeres negros, que seguirán indefensos enfrentándose no solo a esta epidemia, sino a otras calamidades que causan muchas más muertes, como son la malaria, el sida, la malnutrición, diferentes tipos de diarreas, o la propia mortalidad materna y neonatal durante el parto.
Y razones políticas y sociales son las que se manifiestan cada vez que la visualización del mal nos arrastra una y otra vez al indómito espacio del miedo. No importa que la noticia sea Boko Haram y las niñas secuestradas, el frente yihadista, el peligro ruso, o las medusas más peligrosas llegando a nuestras costas.
Un claro objetivo para convivir constantemente con la inquietud está latente, no solo en este modo de narrar las noticias, sino también con el modo en que se visualizan. La imágen del sacerdote siendo trasladado con unas medidas de seguridad extremas, y la propia enfermedad del ébola, que mata sin contemplaciones, de un modo duro y espectacular, son en su conjunto un constructo para causar cuando menos, que nuestras pasiones despierten, y se obtenga una repercusión inmediata. Se nos trae la muerte a las puertas de nuestra casa (África queda lejos), y una trágica procesión televisada acecha nuestra seguridad.
Esta mini-serie de máxima audiencia introduce una alarma social innecesaria, lo cual viene a mostrar que siguen inoculando el terror como interés de distracción masiva.
No hace falta que cada vez que haya un acontecimiento político (generalmente pre o bélico) intenten contener nuestra rabia y nuestro deseo de conocimiento ocultándonos la verdad o mostrándonos otros argumentos incendiarios para olvidarnos de él. Ya desde hace mucho tiempo la retransmisión del miedo es constante. Las dosis continuadas y permanentes de la tragedia y del mal son una solvencia para mitigar las reacciones inmediatas al dolor y la muerte. Nos están sedadando, y la gran vacuna no es precisamente la de las farmaceúticas, sino aquella que nos dispensan desde los ministerios de interior y defensa, desde las cúpulas de seguimiento masivo, ayudados conjuntamente por las unidades de prensa (a buen recaudo de las corporaciones financieras más influyentes).
Se nos transmite un mensaje desde los ámbitos gubernamentales o desde las organizaciones como la OMS, haciéndonos creer que se preocupan de nuestra salud y nuestra buen futuro, pero el objetivo es otro bien distinto; una política que persigue instalarse en el poder eternamente, utilizando una y otra vez toda una serie de amenzas (sin que importe que sean reales o ficticias), exagerando todo tipo de peligros y amedrentando a la población.
Photo by Joséluis Vázquez Doménech
Terrores, cuando menos, difusos, y guerras eternas son nuestro desayuno cotidiano, invitados por todas las agencias de in-seguridad y los medios de in-comunicación.
De ese modo, se consigue no abordar los temas principales a tratar, aquello que late de fondo en la relación norte/sur. No se habla de la necesidad imperiosa de redistribuir los recursos y de invertir en asistencia sanitaria. No se habla de investigar y ayudar a extinguir las llamadas epidemias olvidadas. No se habla del saqueo, y tampoco de cómo se experimenta con la pobreza para blindar el privilegio de unos pocos.
Son muchos los escándalos que se suceden dia tras día, pero no hay que ver como una sorpresa o una indignación que las industrias farmaceúticas justifiquen su inversión en aras de suculentos beneficios. El escándalo habita en el propio sistema, que hace cotizar al alza la discriminación y el ejercicio de la violencia.
Todo ello ya nos viene a recordar que deberíamos replantearnos esa infrahumana capacidad que tenemos para valorar la vida de las personas, ese discurso moral de quien se siente superior y se sabe dominador. Y tal y como ocurre en muchas relaciones de pareja, la estrategia geopolítica basa su fundamento a través del ejercicio de la violencia, dejando constancia una y otra vez de quién manda… y quién se beneficia.
El sacerdote regresó a Madrid dejando atrás al continente olvidado, para recordarnos que el hombre blanco siempre tendrá el auspicio y la hospitalidad de Occidente, mientras el estigma de la pobreza seguirá arrinconando a una enorme población que ya antes causaba un enorme recelo y ahora, además, nos infectará nuestra sonrisa.
Y una vez infectados y ya temerosos, asumiremos políticas de confinamiento, no vaya a ser que salte la valla un guineano y el brote de la vergüenza se expanda hasta los confines del universo.