Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.
Cuando un suicida arde, ya es demasiado tarde para apagarlo. Hay que combatirlo allí donde se produce: en las fábricas escondidas y polvorientas subvencionadas por la globalización y que vienen a llamar agencias de espionaje. Incluso desde las embajadas promocionan la desestabilización, y lo que podía ser diplomacia se convierte en el prostíbulo del terrorismo.
Hoy despierto frecuentando el desasosiego del infortunio. No para mi, sino para esas millones de personas que viven a expensas de que su dado haya volcado sin que arista alguna haya podido detener el estruendo.
Por momentos me gustaría que todos viviéramos allí, y a nuestro regreso volviéramos hieráticos, golpeados por esta desafección que no quiere comprender al otro, ni tan siquiera en el desgarrador lamento del abandono.
Somos un incontrolable desperfecto humano. Y no merecemos el más mínimo recuerdo para ningún pasado. Libia, Siria, Venezuela, Yemen, Palestina… Perdonad tanta infamia, pero nuestras democracias son así, el alimento para una nueva tragedia.
¿No sabes qué hacer este fin de semana? Te invito al cine
La juventud
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Después de haber podido disfrutar de La Grande Bellezza le toca el turno a La Giovinezza, nueva película de Paolo Sorrentino que cuenta esta vez con la ayuda de Michael Kaine y de Harvey Keitel, para seguir ahondando en su particular canto a la belleza y mostrarnos algunos interrogantes entre el idílico paisaje inicial de la juventud y el aguerrido comportamiento mayormente errado al que nos vemos sometidos (o abocados) desde el prisma de una edad adulta. Puede reconducirse la narración desde una amenaza de nuestro propio pasado, embargados por la melancolía, pero también desde la asunción y aceptación de nuestras últimas páginas para así afrontar mejor el final. Puede que contenga esa irremediable decisión de tener que admitir que la vida es una tragedia, pero también la de que depende de nosotros cómo vivirla, al menos desde su inquietante perspectiva de la emoción.
Fred Ballinger (Michael Caine), un gran director de orquesta, pasa unas vacaciones en un hotel de los Alpes con su hija Lena y su amigo Mick, un director de cine al que le cuesta acabar su última película. Fred hace tiempo que ha renunciado a su carrera musical, pero hay alguien que quiere que vuelva a trabajar; desde Londres llega un emisario de la reina Isabel, que debe convencerlo para dirigir un concierto en el Palacio de Buckingham, con motivo del cumpleaños del príncipe Felipe.
Estreno en España: finales 2015
Premios
2015: Festival de Cannes: Sección oficial largometrajes a concurso
La policía cada dos por tres detiene a presuntos pedagogos de la alianza yihadista. Les acusan de promocionar el terrorismo. En Europa, hay quien fabrica armas para venderlas a otros países para lanzar guerras y, cuando no, para inventarlas. También hay quien estrangula a la población con políticas de austeridad irreconciliables con la justicia. Otros se esconden, y desde los espacios bursátiles contaminan la vida de millones de personas. Existen también bandas de políticos que venden su vida a las multinacionales en nombre de representaciones falsas de la Democracia, y otras bandas que venden sus leyes a aparatos judiciales que discriminan nuestras vidas. Y, por si fuera poco, estamos rodeados de personajes que clausuran el porvenir de todos y se lo reparten entre ellos, como si la propiedad de la vida fuera su capricho después de comer una buena langosta bañada de vino y mierda. Y después de fabricar este mundo tan peculiar y amistoso, con sus propinas pagan la noticia, a cientos de periodistas que nos cuentan que por la frontera ha entrado un posible y belicoso musulmán dispuesto a hacer pedazos nuestras vidas. Hay que joderse, cuando nuestras vidas ya han sido mutiladas por todos estos francotiradores de la esperanza. A éstos, la policía les abre las fronteras, porque de eso se trata, de globalizar la mafia para enterrar a los pueblos que sueñan.
Más de 800 periodistas veranean este fin de semana en la península helénica para amedrentar las redes informativas. Hasta hace bien poco, lo hacían en Siria, o en Libia, o en Afganistán, o iban allí a pasar «unas vacaciones de verdad» para no contar nada, porque nada querían extrapolar de ese país y sus gentes, y tomaban su caipirinha en la piscina. Fíjate que nos podrían narrar con todo tipo de detalles la propuesta de Syriza para pagar la deuda. Insisto, la propuesta para pagar, no para salir del euro. También podrían dibujarnos el mapa de impertinentes justicieros que llegaron con sus fondos internacionales para destrozar sus alas. Y bastaría con que explicaran quiénes son los dirigentes del Fondo Monetario y nos deletrearan cómo se las gastan con todos los Estados donde entran. Pero no. Han ido con sus cámaras a sacar la instantánea deseada, la de Tsipras alejándose de las estrellas europeas.
Quien no está en contra de las políticas que nos fumigan está cosechando la podredumbre que nos rodea. Y todo lo demás, es otra historia. Solo pensar que alguien se adhiere a la causa del Eurogrupo me hace temblar. De miedo, ante la barbarie que se avecina.
Y mañana la policía detendrá a alguien que salió de Grecia, para emigrar a este país de turistas y panderetas, incapaz de reformar la ética. Y mientras tanto, vendrán troikistas forrados hasta las cejas, a embriagarse de este sol y reírse de sus puñaladas traperas.
Tras la niebla, llegan como buitres en busca de su comida. (Un abrazo inmenso Grecia, pase lo que lo pase, estaré con tu tragedia).
Debate en Televisión: Ataque en el Instituo de Barcelona – Caso Rato – Tragedia de la Inmigración
Prosiguen las reflexiones en el programa de ETB2, Por fin, viernes. Se cierra esta etapa, y termina la sesión con mi intervención en relación a la tragedia de la inmigración.
«Pedir responsabilidad penal a un niño de 13 años me parece que dice mucho de nuestra incapacidad para alejar la violencia de los menores. Y pedir responsabilidad penal a un niño que ha tenido un brote psicótico también dice bastante de como intentamos gestionar esto. Creo que lo primero que hay que solucionar es nuestra incompetencia para hacer un sistema educativo coherente, un sistema educativo que dé las herramientas suficientes para que en el colegio todas las personas puedan vislumbrar perfectamente lo que está sucediendo, y no pedir siempre actos punitivos. Porque en un niño, lo primero que debemos hacer con él es encauzarle en un sistema educativo, y no en un sistema punitivo o carcelario…
A través del sistema educativo se puede hacer eso, sin penalizar al niño. Se habla muy fácilmente de esa posibilidad de meter a los niños a la cárcel o a un centro penitenciario. Me gustaría que todas las personas que hablan tan fácilmente pudieran visitar un dia un centro de éstos y ver qué sucede a las doce de la noche cuando se apagan las luces y el niño se queda en compañía de su soledad»
«La tragedia de los inmigrantes es una de las historias más deleznables de la moderna historia europea. Gustave ha hablado muy bien marcando la hipocresía de los dirigentes europeos, y Ernesto también ha apuntado muy bien hacia donde yo quería llegar. Hay que señalar firmemente cual es la realidad. Cuando se invadió Libia, tanto el Partido Socialista como el Partido Popular apoyaron en el Congreso español esa invasión. Y hay que decir que la hipocresía más grande reside en que todos los países de Europa, todos los países pertenecientes a la OTAN han invadido Libia, bombardeado Siria, bombardean Iraq, tienen amigos dictadores en África, y llevan las guerras a los mismos sitios donde miles de personas se ven obligadas a emigrar. Los mismos gobernantes que están bombardeando, que están causando la posibilidad de emigración son los que ahora nos quieren decir que quieren ayudarles, y encima quieren ayudarles llevándole barcos al origen, al puerto de salida, a bombardearlos y destrozarlos. Es uno de los actos más hipócritas de la política europea de los últimos tiempos».
«La tragedia es una representación teatral en la que los personajes se ven enfrentados a fuerzas misteriosas que operan en contra de ellos, causando inevitablemente su destrucción». Hace tiempo que dejó de ser una representación…
Humanizar el ébola no significa divulgar su existencia para que todo el mundo lo conozca. Eso es… publicidad; una de las diferentes formas de comunicación que lo que pretende es, sustancialmente, generar un aumento en el consumo de un producto o un servicio (televisión).
Las cosas así, ya tenemos clara una cosa. En ningún caso el objetivo es paliar la tragedia que viven millones de personas en África, bien por esta enfermedad o por otras muchas que llaman a las puertas de sus aldeas día sí, y dia también. Tanto en el caso de Miguel Pajares, Manuel García, y ahora con el ingreso de Teresa Romero, se vehicula la información para promocionar el impacto y redistribuir las dosis necesarias para que la población siga ausente del foco de atención primaria.
Un periodismo de vanguardia nos concienciaría para dirimir una lucha entre nuestros modos de vida y las graves consecuencias que de ellas se derivan, siendo a miles de kilómetros donde se reproduce la enorme herida. Humanizar el ébola no es matar un perro para acabar con la rabia, sino fabricar nudos en nuestros estómagos llenos de desidia.
Me desintegro frente a todas las pantallas, para procurar nacer allí donde la noticia nos necesita. Allí donde no somos capaces ni de mirar diez segundos seguidos, sin que el rubor o el escándolo nos sobrecojan.
He pensado muchas veces qué sucedería si no fuera un hombre. (Tengo unas amigas que tienen claro qué sería, pero eso me lo reservo para mi intimidad). Siendo, lógicamente, imposible saberlo, quiero avanzar. Y en medio de la reflexión, me aproximo cada vez más a la mujer punk. Creo que en su generalidad transmite perfectamente cómo se puede sentir una persona ante tanto atropello. Y lo más importante, cómo habría de re-accionar. El cúmulo de sensaciones degradantes que nos vemos obligados a presenciar, y peor aún, que muchas veces han de vivir personalmente, debería ser un detonador constante para explotar en cualquier momento, y defenderse. Siempre tener que defenderse. Es una espiral con la que hay que terminar de una vez.
En el siguiente vídeo se resume la catarsis en el que se ve envuelta la mujer con total nitidez. Bien podría considerar dar un golpe de estado y derrocar el machismo sin necesidad alguna de tener que dar explicaciones. Pero siempre ha de defenderse. La tragedia es tan grave que cuando una mujer es violada puede llegar a pensar que ella tuvo algo que ver en el fatal desenlace. Nuestra sociedad está tan depravada que millones de mujeres en el mundo, insisto, después de ser violadas, pueden sentirse culpables. El entorno llega a a límites tan insospechados que muchas personas pueden llegar a pensar que la mujer ultrajada no actuó o vistió o caminó o sonrió o regresó como debía.
Y así, hasta tener que realizar campañas provocativas para dejar constancia de una triste necesidad: tener que hacer lo posible para que una mujer desestime por completo la posibilidad de que ella tenga algo que ver cuando un malvado sujeto expropia su cuerpo en nombre del abuso de poder y de la mayor de las hostilidades imaginables.