Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.
Cuando la luz no penetra lo suficiente las ramas buscan la compañía de otro árbol, de otro tronco que gira su mirada, para no olvidar su bosque… y su vida.