Un dominio propio

Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.


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Ayer 8 M

Lo recuerdo. Ayer fue el día de la mujer trabajadora. No era la ceremonia de proclamación de los derechos del lobby LGTBIQ+ ni fiesta alguna para colorear el mundo de oprobios contra la disidencia. Ayer se deberían traducir la explotación laboral en lucha y la opresión en rabia. Contra una clase social o una élite que nos doblega y que, sobre todo, dificulta aún más la ya deteriorada vida obrera.

No era una jornada para vestir de performance burguesa la necesidad que late de fondo desde hace tanto. ¿Dónde quedan ya los sueños para erradicar la pobreza o las guerras? ¿Acaso el arco iris vistió los cielos de la penuria y nos obligó a olvidarnos de ella? ¿Quién reconduce las movilizaciones para que éstas sean inocuas al poder, y se pierdan en derivas que hacen olvidar la verdadera tragedia?

Ayer fue el día de la mujer trabajadora. Aniquilada en Afganistán, en Libia, Palestina, Yemen y Siria; arrinconada en América Latina; succionada en los burdeles turísticos de Tailandia; remasterizada en el occidente imperial con Greta o con Femen; dilapidada en los grandes talleres de confección de infinidad de sitios de Asia; golpeada bajo salarios precarios entre los escombros del capitalismo que nos rodea… Y tantas otras situaciones identificativas de mil y un problemas, que no se termina de entender muy bien cómo en tan señalado día, no hay otras aspiraciones más ajustadas a los sinsabores que azotan la miseria humana.

Apenas quedan ya movilizaciones que no estén “teledirigidas”. Nos contaban, también ayer, que el verdadero feminismo está en Irán, con Ana Pastor y sus compinches, lanzando sin escrúpulos el mensaje que dibuja a la perfección lo que acontece. En ese país hay dos posicionamientos nos dice, quienes luchan por los derechos de la mujer, y quienes siguen (cómicamente) exigiendo la muerte de EEUU e Israel.

Dicotomías reinventadas para favorecer la falsa controversia.

Y si, si alguien me lo pregunta, le contesto alto y claro. Es mil veces más importante acabar con la política belicista de esos dos países. Sencillamente, porque ello evitaría los problemas de la mayoría de las mujeres y de los hombres del mundo. Evitaría el despropósito de tanta guerra. Evitaría los atropellos sistemáticos de sus gobiernos. Evitaría la expansión del sufrimiento. Y, mucho más importante, posibilitaría la construcción de un nuevo mundo, donde sí o sí, la humanidad avanzaría.

Y quien no quiera profundizar y ver lo que sucede, que siga los medios y se deje llevar por las «luchas interesadas» que nos trasladarán, nuevamente, a la próxima injerencia de que quienes no paran ni en sus horas de vigilia.

OTAN No, Bases Fuera

P.D.: Es obvio que no increpo a quienes se solidarizan con las mujeres iraníes. Solo pongo de manifiesto cómo EEUU señala con el dedo y el mundo se mueve a su antojo.