Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.
Todos los paneles dejaron de emitir su luz hacia tu cuerpo.
Las lagartijas corren sin cola y la única nube que vaga en el cielo acaba escondiéndose lejos del alcance de mis manos temblorosas. Ya sin caricias, el agua dejó de ser. Los besos en barbecho, surcos, ni tan siquiera huesos de aceituna en el plato.
Un carro pasa sin caballo. Chirrían las ruedas, los últimos latidos son incapaces de inyectar sangre a esos ojos que buscaban. El mármol siempre frío. Los sonidos del otoño no pueden amortiguar un nuevo capítulo, en caída libre.
Cada dentellada, infiel reflejo poblado de espejos que distorsionaban la vida.
He de no recordarte, y labrar clavos en la dehesa que va desde tus hombros hasta las últimas letras que pronunciaste.
Sin fuerzas, dejo caer las cenizas, que pesan más que el júbilo que siempre te acompañó. Amor y muerte. El viento lo lleva todo.
Los habitantes del nuevo siglo son conscientes de que se derrama mucho sufrimiento por las grietas de sus muros, pero su disposición a solventar el problema no se fundamenta en la fragilidad de los vínculos, sino en la socialización de indignaciones continuas que casi nunca reparan en lo esencial.
¿No sabes qué hacer este fin de semana? Te invito al cine
Hierro 3
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No sabernos solos no es una efímera sensación que brota de vez en cuando en nuestro acontecer, más bien puede ser una carga continua que germina como una incesante búsqueda de otorgar cierto sentido a la realidad. Kim Ki-duk es especialista en traernos desde su Corea del Sur talento de sobra y grandes dosis de sensibilidad.
El guión fue escrito en un mes y filmar la película y editarla, otro mes más. Hay quien viene con una carga genética específica y, gracias a todos los demonios, sabe hacer un buen uso de ella.
Crítica social y buen cine están presentes en esta película que ganó el León de Plata en Venecia y la Espiga de Oro en Valladolid. El maltrato, el abandono, la corrupción, la injusticia…, y un amor incondicional que desde el silencio nos traslada a una historia bien apuntalada y original.
Deja que te surja la emoción, y desbórdate con ella.
Tae-suk es un joven que ocupa temporalmente viviendas cuyos habitantes están ausentes. Nunca roba ni ocasiona daños en los hogares de sus involuntarios anfitriones. En realidad, es una especie de fantasma que duerme en camas ajenas, come algo de las neveras de esos extraños y retribuye su forzada hospitalidad haciendo la colada o arreglando alguna que otra avería doméstica. Sun-hwa, que en tiempos fue una hermosa modelo, se ha visto convertida en una sombra viviente por un marido que la maltrata, encerrándola en una casa ostentosa. El destino cruza los caminos de Tae-suk y Sun-hwa, aunque sus existencias están abocadas a no dejar huella en el mundo. Se conocen cuando Tae-suk entre en casa de Sun-hwa, y enseguida saben que son almas gemelas. Como si estuvieran unidos por vínculos invisibles, descubren que no pueden separarse y aceptan en silencio su nuevo y extraño destino.
Premios
2004: Festival de Venecia: León de Plata (Mejor Director) y FIPRESCI
2004: Festival de Valladolid – Seminci: Espiga de Oro – Mejor película
La realidad es más veces de lo que creemos una diáspora continua, dado que somos unos expertos en abandonar nuestra procedencia originaria (la soledad) y dispersarnos en falsos sueños que no acertamos a interpretar.
Has tardado mucho en desvincularte y regresar al punto de partida primordial. La soledad siempre ha de ir con nosotros, y ahora la buscas entre los vestigios de un sueño que no terminaste de precisar. Una esquela apareció en las páginas de tu diario sentimental, y diste incluso por muerto ese infatigable mundo que otros muestran con tanta frivolidad.
/Si pudieras añadir una nueva categoría en el acontecer de esas representaciones que te provocan tanto malestar, sé que convertirías en delito que alguien te conminara a amar/.
Los huesos a un lado y tu voluntad inquebrantable accidentada por esa eterna indisposición. (No es fácil comprender la sencillez).
Todos tardamos mucho…, en olvidar lo que nos enseñaron y aprender a pensar. Y te cuesta creer que los caballos también tienen memoria y que los sonidos eternos insistirán… Las apariencias siempre van por delante de la verdad y los enamorados se dicen todo incluso antes de conocer su realidad.
Y prefieres vivir invisibilizada a que quebranten lo que has conseguido labrar. Adviertes que entre la bruma, piedra a piedra, quienes habitan tus periferias reconstruyen siempre el mismo nicho para el mismo funeral. El almacén ya está cubierto de helechos y moho, y hay que darse lentitud para no volver a errar…
Te comprendo. Callo a tu lado y mis manos te despiertan, sin necesidad alguna de nombrar tanto bienestar. Y de vuelta ni tan siquiera giras la cabeza, porque sexo que flota cuerpo que aprende también…, a meditar.
Sobre la bóveda has dibujado un cielo azul que no te atreves ni a nombrar. Cuando colisionas te gusta caminar descalza por la orilla y, tímida, desnudar al menos tu espalda y vestirte con ese olor a mar.
Y aunque calles, sé que tampoco esta vez me vas a llamar.
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Happy together
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No nos encontramos bien cuando nos sentimos solos. Sean cuales fueren nos gusta compartir las vivencias personales, con gestos de aprecio, inmersos en una ola (aunque sea de pequeña comunidad de a dos). Pero en innumerables ocasiones nos exiliamos a través de relaciones tormentosas o dibujando descomposiciones anímicas que duelen más que quieren. Es probable que para infundir un desarraigo mayor, Wong Kar Wai nos presente una historia homosexual, queriendo matizar mejor esa exclusión. Cine bien cuidado, con esas punzadas sobre el amor que el director de Hong Kong crea con una soberbia y delicada introspección. Ya antes de rodar «Deseando amar» nos dejó su sello, y se llevó el premio a la mejor dirección en el Festival de Cannes.
Lai Yiu-Kai y Ho Po-Wing viven una apasionada relación. Viajan desde Hong Kong a Argentina, pero la llegada al nuevo país parece transformar las cosas y Ho, de repente, abandona a Lai. Éste comienza a trabajar como portero de un bar, con el único afán de reunir el dinero suficiente para volver a su país. Un día Ho reaparece, pero las cosas ya no son iguales…
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Lost in translation
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Doce años han pasado! A veces hay que recordar. Esta película consigue transmitir con cierta aridez una atractiva reflexión sobre la soledad. Y su guión tiene un peso específico, capaz de captar la sonrisa desde la descripción de un drama social que invade el espacio de la modernidad.
Igual me ha venido a la memoria porque hace bien poco hemos tenido la visita de Jesus and Mary Chain, y recuerdo que al final de la película el tema Just like honey nos sostiene sobre el asiento ofreciendo un brillante colofón al placer de habitar el cine.
Bob Harris, un actor norteamericano en decadencia, acepta una oferta para hacer un anuncio de whisky japonés en Tokio. Está atravesando una aguda crisis y pasa gran parte del tiempo libre en el bar del hotel. Y, precisamente allí, conoce a Charlotte, una joven casada con un fotógrafo que ha ido a Tokio a hacer un reportaje; pero mientras él trabaja, su mujer se aburre mortalmente. Además del aturdimiento que les producen las imágenes y los sonidos de la inmensa ciudad, Bob y Charlotte comparten también el vacío de sus vidas. Poco a poco se hacen amigos y, a medida que exploran la ciudad juntos, empiezan a preguntarse si su amistad podría transformarse en algo más.
Te apropiaste de mis palabras y fruto de aquella acción nació esta pequeña historia al borde del mar. No quisiste comprender cuando te acompañé a casa aquella madrugada estival y te dejé en la cama inclinada sobre el abismo de tu ebriedad. Procuré hacerte ver que todo aquello pasaría (porque allí estaría yo para doblegar tanto malestar). Y llena de voluntad, decidiste cada noche hacer lo propio, para que una y otra vez volviera a transportarte a tu lecho de paz. No cerrabas los ojos hasta escuchar de nuevo mi voz, y así expulsabas el vértigo y te alejabas de toda soledad.
Una aciaga jornada dejó de palpitar tu alarma vital. Minutos antes fui a buscarte al mismo bar y sonreías sumergida en un inquietante halo de felicidad. Camino del desenlace y desprovista del temor inicial, recuperaste aquellas fuerzas que habías dejado años atrás y rozaste mis labios con la inquebrantable decisión de poder amar. Tergiversaste mis actos y fruto de ese error surgió un enorme vacío para mi transitar.
Hay quien manifiesta que la melancolía es el paso previo a la depresión, pero hay quien olvida que en ella puede doblegarse el recuerdo y asumirse el principio de la soledad.
Me gusta quedarme dormido antes de hacer el amor, salpicar tu cabello con la lluvia de mis lágrimas y ausentarme de las plazas públicas cuando todos se concentran para celebrar. Procuro pisar las líneas que separan las baldosas camino de casa, traspapelar las cartas descubiertas y poner el grito en la tierra cuando me enfado de verdad. No sé quién pinta las barandillas de óxido y las paredes de humedad, tampoco quién acecha cuando deseo mi soledad, pero presiento que todavía es tarde…, para colmarme de felicidad.
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Kurt Cobain
El 05 de abril de 1994 Kurt Cobain decidió administrar su vida de otra manera, lejos de una espiral que le perturbaba en exceso. Este año ve la luz el primer documental sobre su vida autorizado por la familia. Este hecho limita los horizontes que podía alcanzar la cinta, porque lógicamente se pretende mostrar el lado más próximo y latente, para lo cual Cortney Love abre una caja fuerte llena de cintas y recuerdos. El director Brett Morgen se desatiende un tanto de Nirvana y pone el foco sobre las huellas y las pisadas de Kurt desde su infancia. Una forma de distanciarse de ese personaje público y abrirnos la puerta para encontrarnos con la persona.
Sin alcanzar el destello, estamos ante un trabajo persistente, buscando la distancia que separa la soledad del ruido.
Recuerda. La imposibilidad de verte (reflexivo) es el inicio de la deconstrucción de un nuevo mundo. Quizás aún no sepas de lo que hablo, pero transcurridas todas las estaciones querrás correr como un niño en busca del agua. Diez años sin sol, sin saber de ti.
Los rasgos faciales no son los más significativos en esta experiencia, los podrás ver en los demás, e imaginarlos floreciendo en tu rostro como enredaderas que se atrincheran ante la inminente llegada de una batalla.
La edad no es el problema. Las articulaciones también darán buena cuenta del tiempo. Ni tan siquiera la ausencia de todo brillo en tu mirada; de haberla, ya la percibirán los vecinos y sabrás gestionar sus respuestas.
La incertidumbre de no saber cuándo o cómo podrás alcanzar plena conciencia de ti mismo (otra vez) una vez te hayas alejado para siempre de los espejos se tornará en tu mayor preocupación.
El experimento te parecerá vacuo e infantil, pero ya te imagino sobre el asfalto observando los colores del aceite en una mueca despistada. Los charcos esperando que el viento se detenga (y tu imagen por un momento quede congelada).
No podrás acceder nunca al cristal ni al metal, y solo una vez al año tendrás permiso para contemplarte sobre el agua.
Photo by Joséluis Vázquez Doménech
Esa jornada estaremos todos pendientes de ti. Jaleándote. Y te acompañaremos anotando todas tus reacciones y todos tus impulsos.
Desde el primer momento te espoleará la curiosidad. Las primeras semanas caminarás con una seguridad asombrosa, pero tras la primera tormenta llegará el comienzo de tu irritación. La imposibilidad de verte (reflexivo) será ya la construcción de una nueva imagen. Cada vez más ofuscado sentirás cómo llega el invierno antes de que las hojas empiecen a caer.
Han pasado nueve años. Nueve años sin ti. Sin darte cuenta, te sabes ya un escondite. Tú mismo eres un escondite. El anhelo del reflejo de tu rostro son abriles de ignorancia. Quieres gritar y hacer callar a quienes se preocuparon por saber cuándo nos llegaba el Yo de la consciencia, y se olvidaron por completo de su recuperación.
Ah! De eso se trata. De regresar una vez que nos perdimos. !Como si la mismidad durara toda la vida!. Hay que aprender a aceptarse de nuevo, una y otra vez. O lo hacemos por voluntad, o te obligan a ello. Es por el bien de la comunidad. La Democracia en el país de las Maravillas.
En medio del tumulto, al límite de tu tiempo, buscando oxígeno, regenerando la identidad…, no te queda más que ir al encuentro de la otredad, y te enamoras. Hay que joderse, te enamoras justo cuando quedan diez días para los diez años, y me vienes con la milonga de que has visto la luz, precisamente cuando no eras capaz ni de ver tu sombra.
El castigo no se hará esperar. El espejo no es el amor de tu vida. Quisiste encontrarte y lo confundiste todo. Estabas a punto de solventarlo y contribuiste como solo lo hacen los dandis bajo la lluvia, creyendo que la seducción es el camino más corto hacia el final.
Fracaso absoluto.
El deseo de saber de ti te llevará siempre al prójimo. Pero cuando regreses de él, querrás mirarte y te darás cuenta de que eres más barro que piedra, y que cada vez que lo intentes, verte de verdad, querrás ir al encuentro, en el límite de reconocer tu integridad.
Romper todos los espejos…, antes de ir al encuentro de tu consciencia. Para aprehender la realidad, ya está el dibujo de las olas sobre la arena.
Es probable que cualquier día te levantes y veas la soledad más cerca que nunca. No hace falta que nadie te haya abandonado, bastará con que te des cuenta de que no es temprano para reencontrarse con uno mismo. Entonces, comenzarás a recobrar parte del sentido, pero probablemente el sentido que te queda estará tan dañado que querrá rechazar tu atrevimiento. Esa lucha, no lo olvides, será el dilema que hayas de resolver, antes de quedarte dormido de nuevo.
Cuando se halla aislado su copa se hace ancha irregular con ramas tortuosas, nudosas y acodadas que proporcionan escasa sombra. (Igual que nuestra soledad)
En el enamoramiento ponemos de nuestra parte para que suceda aquello que, a los ojos de los demás, confirme que ya hemos superado la soledad. Hasta el día que en que se han de rendir cuentas frente al espejo, y de nuevo cada cual, vuelve a su unidad.
Nada hay más trascendental que la soledad, capaz de reinventar el amor para escapar a su propia existencia. (En recuerdo a «Una breve historia sobre el amor» – Dos seres malheridos necesitados urgentemente de afecto).
Photo by Joséluis Vázquez Doménech ———————– Sandefjord 2014
¿No sabes que hacer éste fin de semana? Te invito al cine
Premiadísimo thriller que ahonda en los terrores que habitan nuestras vidas contemporáneas. Inquietante y desafiante, el trabajo de Michael Shannon no tiene desperdicio. La resolución final no ha convencido a todos por igual, pero merece adentrarse en la claustrofóbica propuesta de Jeff Nichols. «De como nos enfrentamos a nuestros demonios en soledad, hasta que conseguimos dar el paso necesario para compartir nuestros temores con las personas allegadas, y de como esos temores nos hacen dudar sobre su veracidad, haciéndonos dudar de nuestro propio juicio».
Sinopsis, Curtis LaForche (Michael Shannon) vive en un pequeño pueblo de Ohio con su mujer (Jessica Chastain) y su hija, una niña sorda de seis años. Un día, empieza a sufrir alucinaciones apocalípticas en forma de sueños. Sin saber si sus pesadillas son fruto de una enfermedad mental o verdaderas premoniciones, Curtis se esconde en su seguro refugio antitornados para afrontar una eventual tormenta apocalíptica.
Premios
2011: Festival de Cannes: Premio FIPRESCI. Gran Premio – Semana de la Crítica
2011: Festival de Sundance: Sección oficial competitiva
2011: Festival de Gijón: Premio Especial del Jurado
2011: Círculo de críticos de Nueva York: Mejor actriz de reparto (Jessica Chastain)
2011: Independent Spirit Awards: 4 nominaciones, incluyendo mejor película y director
2011: Premios Gotham: Nominada a Mejor película y mejor reparto
2011: Asociación de Críticos de Los Angeles: Mejor actriz sec. (Chastain)
2011: Asociación de Críticos de Chicago: Mejor actor (Michael Shannon)
La implicación del amor romántico en nuestras biografías ha traído consigo una serie de argumentos vitales que están erosionando la buena marcha en el discurrir de las relaciones de pareja.
Estos argumentos son consecuencia de la idealización con que se observa el mundo, a través de unas lentes que solo permiten visionar sueños inconsistentes. La eterna durabilidad de la magia, una educación sentimental accidentada, la búsqueda de otras mitades, o la subordinación del placer al sentimiento de culpa representan algunas de las manifestaciones heredadas de esta abrupta doctrina del amor.
Pero hay además una divulgación o afirmación que incumple toda norma para la buena conexión de las libertades asociadas y las emociones compartidas: la posesión del otro como símbolo de pertenencia, logrado eso sí, con la única condición de la causa amorosa, en la que queda de manifiesto el usufructo (derecho de goce o disfrute de una persona ajena) bajo titularidad única y monopolizada.
La no aceptación de esos términos rompe una de las reglas de oro del pensamiento erótico consagrado, y descalifica a quienes osan incumplirlo, o a quienes sostienen su nula capacidad de éxito a largo plazo.
No importa que las parejas sepan que al cabo de un tiempo su deseo esté minado. Apenas se le da importancia al hecho de que las esperanzas ocultas y los impulsos no se refrigeren. El autoengaño toma fuerza para sostener los pilares de un edificio que necesita ser restaurado. Y lo más terrible, se retiene sin fundamento alguno, el cuerpo latente.
Este modo de transitar, además de no permitir la espontánea aplicación de nuevas sensaciones, coopera de buena forma con la limitación de uno de nuestros principios básicos, tal y como sucede con la búsqueda de la autonomía personal. No tanto porque parece restringir los movimientos, sino también porque consigue instalar unos perversos efectos en todos los ámbitos de la vida cotidiana.
Ilustración: Almudena Carreño Torremocha
La sensación de no terminar de lograr una conciliación perfecta con uno mismo es notoria. Y ello sucede porque los sentimientos no están cimentados desde la personal construcción del mundo, sino desde el distintivo con el que etiquetamos a la pareja. Y ésta última, no consigue reflejar nuestras verdaderas inquietudes y biorritmos, sino esa otra mitad que ni es nuestra, ni podrá serlo nunca.
De este modo, al diseñar de antemano la vacante existente en nuestras propias experiencias, lo que terminamos por hacer es amoldarnos a la llegada de un intruso del que nos han dicho ha de cubrir una falta que por sí llevamos grabada a fuego.
Algo tan cotidiano es una “inspiración” constante en la música, el cine o la literatura. El rastreo de príncipes y princesas no ha desaparecido; sigue latente en las modernas actitudes de las nuevas generaciones. La práctica del sexo sigue anquilosada en el mismo esquema machista y heterosexual, y no fluye como elemento de placer autónomo, sino como referente del mismo orden de dominio. El hecho de que las relaciones sexuales comiencen antes, o sean más propensas (supuestamente) a desvincularse del amor, no significa que hayan alterado ninguna imagen; tan sólo han derivado en otras secuencias, pero con el mismo patrón.
La exclusividad sexual en la pareja pervive a estos cambios sin despeinarse. Porque todavía no hemos aprendido a reconocer el valor de nuestra soledad y, sobre todo, a conquistarla desde nuestra absoluta integridad. La otra mitad es un delirio, una perversión que nos encarcela de a dos. De ahí las enormes dificultades en las separaciones o en las aspiraciones rotas.
En realidad no existe una única persona que haya de refundar nuestra visión del amor; podemos coexistir con cientos de individuos que pueden deleitarnos, complacernos, y ayudarnos a palpar infinidad de posibilidades. Expandirnos es necesario, porque la particularidad constriñe.
La soledad del ser humano (y la carga que ello conlleva) se plasma perfectamente en esta película, dibujada con acierto a través del tratamiento de desintoxicación al que se somete el protagonista. Por un lado, mostrando esa perturbación por aquellas oportunidades que se extinguieron en su pasado y, por otro, describiendo esa sensación de haber ido decepcionando a quienes le acompañaban en el camino. El director noruego Joachim Trier nos presenta el drama de la noche y la esperanza, y el actor Anders Danielsen Lie infunde el realismo necesario para seguir su rastro en ese envenenado camino que te hace tropezar cuando a tu alrededor parece que todos tienen la vida solucionada. Una buena película de bajo presupuesto, otra vez, desde las gélidas transparencias nórdicas. Creo que en sus aguas deberían bañarse muchos cineastas que se pierden en formatos alineados y de escasa factura creativa. Las localizaciones de Oslo me devuelven a un entorno familiar y me abrazan, en la persistencia de esa continua búsqueda. Sigo admirando la sensibilidad y la mirada de muchos artistas de éstas latitudes, y me sumerjo en la butaca.
(No he podido conseguir la película con subtítulos en castellano, pero seguro podréis disfrutar de ella).
Anders está a punto de acabar un tratamiento de desintoxicación en un centro rural. Como parte de su terapia, una mañana va a la ciudad para presentarse a una entrevista de trabajo. Aprovechando el permiso, se queda en la ciudad y se encuentra con gente que hacía mucho tiempo que no veía. Es un hombre inteligente, guapo y de buena familia, pero se siente profundamente perturbado por las oportunidades que ha desaprovechado y por las personas a las que ha decepcionado. Sin embargo, cuando llega la noche sueña con la posibilidad de encontrar el amor y empezar una nueva vida llena de esperanza en el porvenir a partir del día siguiente.
Premios
2012: Premios César: Nominada a Mejor película extranjera
2011: Festival de Cannes: Sección oficial a concurso (sección «Un certain regard»)
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Nymphomaniac Completo
Lars Von Trier tiene la osadía de posicionarnos frente a una ninfómana, pero para hablarnos de amor, y de sexo mutilado. Contrariamente a lo que nos vendieron, resulta imposible sentir satisfacción alguna viendo esta película. Desde luego, ninguna satisfacción erótica o sexual, porque desde el principio todo el discurso está dirigido a interpelarnos sobre nuestros modos de ver y sentir, y a urgar en las grietas de los protagonistas. Me temo que una de las claves es la lucha que mantiene el director por hacernos partícipes de una sociedad obsesionada con el amor, pero depositando en ella aspectos que en innumerables ocasiones ocultamos. «El amor apela a nuestros instintos más bajos. Con el erotismo, solo hay que decir que sí». La adicción por deseo y no por necesidad, nos traslada también a un universo donde el individuo moderno está colapsado de él, y en su nombre, rastrea los bajos fondos permeable a las carencias emocionales. La narración tiene fuerza y con maestría nos va dejando en manos del protagonista, para mirarnos frente al espejo interrogándonos sobre el bien y el mal, sobre la soledad y la libertad. Perturbador y desasosegante, estamos ante una nueva entrega con el sello indiscutible de un gran realizador. Ante una historia donde el sexo no se representa a través del placer, sino desde la obsesión, el dolor y el sufrimiento.
Historia de una ninfómana contada por ella misma. Una fría noche invernal, un viejo solterón (Stellan Skarsgård) encuentra en un callejón a una joven (Charlotte Gainsbourg) herida y casi inconsciente. Después de recogerla y cuidarla, siente curiosidad por saber cómo pudo haber llegado esa mujer a semejante situación; escucha atentamente el relato que ella hace de su vida, una vida llena de conflictos y turbias relaciones. Para su estreno comercial se dividirá en dos partes. Hay una versión completa de cinco horas y media que sólo se verá en ciertos actos culturales.
Premios
2014: Festival de Berlín: Sección oficial fuera de concurso (versión extendida)
Saliendo del fiordo presto a besar sus aguas con el mar, el niño contempla a lo lejos el momento que no puede tardar, dejando atrás la bendición de la tierra y deseando escuchar el misterio de esa soledad.
Surcar las alturas siempre me resultó agradable. Hacerlo por encima de las nubes, todo un privilegio. Es una forma de saldar deudas con la tierra y poder observarla de frente, y darte cuenta de que en el cielo no habita dios alguno, sino tu soledad plagiando el vuelo de tus sueños.
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Attenberg
¿Está el mundo virtual y tecnificado posibilitando que toda comunicación humana carezca aparentemente del significado que antes le otorgábamos? La directora griega Athina Rachel Tsangari nos lleva a dicho interrogante, procurando explorar unas relaciones humanas determinadas por la soledad. El modelo industrial neoliberal y la globaliación son un marco que ya presagia esa crisis en una Grecia sumida en una crisis llena de melancolía. Buscando, en la sexualidad y en las puertas de emergencia. Agradezco su propuesta, y comprobar cómo nos deslizamos sintiéndonos o no, integrados en nuestra sociedad. Notable película, para escapar a Grecia y descubrir otras miradas.
Marina (Ariane Labed), una chica de 23 años, vive con su padre, un arquitecto, en una pequeña ciudad industrial experimental en la costa. Marina se siente extraña y repele todo contacto con la especie humana, con la que no se identifica. Se entretiene escuchando canciones, viendo los documentales de David Attenborough, y asistiendo a las clases de educación sexual de su única amiga, Bella (Evangelia Randou). Un día, un desconocido llega a la ciudad, justo cuando el padre de Marina se prepara para despedirse de un siglo XX que considera «sobrevalorado».
Premios
2010: Festival de Venecia: Mejor actriz (Ariane Labed)2011: BAFICI: Mejor Director
La vivencia íntegra del amor romántico hace posible que la fascinación y la idealización del objeto amado arrastren todas las energías y canalicen todos los actos y movimientos para que el proyecto tan esperado se materialice en esa estimada sonrisa de placer, en ese delirio de bienestar fruto de la complicidad de ese deseo. Pero cuando el apego se intensifica y se camina despojado sin sentir apenas la presencia del mundo, la entrega fluye corriente abajo y no hay tiempo para elegir el camino, reconvirtiendo ese posible “yo”, en un “nosotros” enmascarado. Y en ese preciso momento, nos convertimos en depositarios de una parte esencial de nuestras vidas. Sigue leyendo →
(La búsqueda del otro, más que nunca, se ve como necesario en la lucha por el reconocimiento). Regístrate.
Me inquietan las transacciones lucrativas de acumulación que discurren por los nuevos muros sociales, recompensando pérdidas sobre el asfalto, y autogestionando sonrisas retiradas de la vida cotidiana.
Ejércitos de voluntarios reclaman su protagonismo, solventando con esta o aquella foto, o con cualquier elipsis camuflada, un minuto de presencia en un mundo huidizo. El referente de cada miembro disciplinado se contabiliza con gestos que no requieren esfuerzo alguno. Me gusta. Sigue leyendo →