MiCita con las palabras
Creer es un método magistral para llenar vacíos. Y creer en Dios una de tantas formas para buscar sentido… allí donde no lo hay.

Photo by joséluis vázquez domènech
Creer es un método magistral para llenar vacíos. Y creer en Dios una de tantas formas para buscar sentido… allí donde no lo hay.
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La posibilidad real de crear ha pasado vertiginosamente a un segundo plano. De lo que se trata ahora es de recrearse y, con ello, perderse en la vaporosa existencia de la ingravidez.
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Si todos los secretos de familia salieran a la luz, me temo que tanta luz…, nos cegaría!
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Dos de cada tres momentos los pasamos esperando, y el que queda, se convierte normalmente en rastro de vida.
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El saber sí ocupa lugar. Y tiempo, y sacrificio… Así que, considerando estas premisas, tendremos que aceptar que si queremos saber cómo funciona el mundo, no nos quedará otro remedio que familiarizarnos (antes que nada) con esa acción enérgica de nuestro espíritu que nos llevará a conseguir algo.
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Todo parece indicar que el mejor amigo será aquél que sepa protegernos contra la vida.
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En el amor prevenir no es curar, sino dejar de escribir un libro sin principio y con final
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Extrañar a alguien no ha de traducirse por su ausencia, sino por la explosión que se genera cuando compareces (lleno de ti) ante su presencia.
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Solo podemos echar de menos aquello que nos alumbra…, y nos sostiene sobre los alambres de la vida.
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Un día voy a esconderme en tu boca y dormiré en ella hasta que tus labios sean el mapa de mi memoria
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Dejaste sobre mis pies los restos de tu amor, y quedaron encerradas para siempre las últimas gotas de admiración.
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Las religiones te quieren hacer creer. La filosofía, en cambio, te invita a buscar el saber.
(Tú sabrás…, dónde ubicar las luces y las sombras en este acontecer)
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El afecto es el lugar común donde se alteran nuestras percepciones de simpatía y con las cuales nos inclinamos dispuestos a imprimir nuevas sensaciones a nuestras vidas.
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Hemos encallado, sin tan siquiera saber si íbamos a rumbo alguno, y para qué.
Arte es la combinación necesaria que ha de existir entre dos cuerpos antes de dar por concluida toda obra. Pero en ella ha de darse, por principio, la desintegración completa y atómica de cada una de las partes, hasta reconvertirse los dos sujetos… en una misma esencia. Lo demás, es matrimonio.
Si retomamos el precepto religioso en el que se mantiene la idea de que el pensamiento es el primer escalón hacia el pecado, dudo mucho de que haya sobre la tierra un solo individuo que no haya «necesitado» regenerar su falta. (Este es uno de los grandes éxitos de la religión cristiana, democratizar la imperfección, el defecto y la mancha, para que todos y cada uno de nosostros sintamos en algún momento la carga de su sentencia)
Intro
Estamos rodeados de «terapias transformadoras» que aplauden nuestra fuerza de voluntad para así ser capaces de renovar y afrontar nuevos procesos vitales (retos) con energías desbordantes…
Demasiados rodeos. Apenas es perceptible el cambio en la trayectoria de nuestras vidas si no llegamos al único enclave donde en realidad se puede producir; reconocernos a nosotros mismos. Ese es el único patrón que de repente, nos hará sentir otro, el que debemos ser.
Exhibirse es querer adentrarse en otros sin permiso alguno, haciendo gala de la mediocridad. Exponerse es buscar a los demás atentos a las consecuencias del encuentro, de la pérdida o de la transformación.
(Quienes se decantan por la exhibición terminan como los stands de una feria de muestras, muy visitados y expoliados por el furor de la muchedumbre. Quienes deciden exponerse se aclimatan vaporosos, procreando los susurros de su identidad. Pero ambos han de estar atentos, a ver quién tira de la cuerda…)