Un dominio propio

Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.


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Hitzaldia/Charla: Civivox San Jorge, Iruña

«Asertibitatea lankidetza bezala»

Arratsaldeko 19:00etan

Urriak 31

Asertibitatearen oso zabalduta dagoen esanahia expresatzeko propasamen bat María Moliner hiztegian aurkitzen dugu (“cualidad de las personas capaces de afirmar su personalidad y defender sus opiniones frente a los demás”) eta bere esanahia «pertsona bat bere pertsonalitatea besteekiko expresatzeko eta norberaren iritziak beste edozeinen aurrean defendatzeko duen gaitasuna” bezala azaltzen digu.

Beraz, zalantzarik ez dago, garapen pertsonalaren aurrean kokatzen gaitu, oinarrizko euskarria norbera izanik, eta parte hartzen duen ezparru sozial barruan norberaren buruaren defentsa ahalegintzen du.

Nere proposamena zalantza bat piztu nahi du, bere formulaketan zirrikitu txiki bat zabalduz. Dagoeneko askok bai dira adierazle honetatik aldendu izan direnak, «besteen aurrean» beharrean «besteekiko errespetuaz» aldatzea nahiago izan bai dute, “Clave” hiztegiak berez adierazten digun bezala. 

Eta haratago joaten saiatzen ba gara ez legoke soberan norabide berri bat zabaltzeak, non parte hartu ahal dugu zalantza izpi batekin, ziurtasun baten beharrean gaudenean eraginkortasun eza dela eta. Baita zalantzak bai ditugu gure buruarekiko ere. 

Modu honetan beste aurpegi bat aurkitzen saiatuko giñateke pertsona arteko gizarteratze eredu berri batera garatuago legokeen adierazle berri bat ekarriz eta zergatik ez bihotzberagoa ere: «bere pertsonalitatearekiko zalantzak dituen pertsona batek bere iritziekin kooperatzeko duen gaitasuna, besteak guztiz errespetatuz». 

 

Photo by Joséluis Vázquez Domènech

Photo by Joséluis Vázquez Domènech

(Asertividad como elemento necesario de la cooperación)

Una de las propuestas más extendidas para expresar el significado de asertividad la encontramos en el diccionario María Moliner, y la define como esa “cualidad de las personas capaces de afirmar su personalidad y defender sus opiniones frente a los demás”.

El término se asienta sobre la certeza de asignarse para sí el valor de su persona.

No cabe duda de que nos encontramos frente a una opción de desarrollo personal que tiene como pilar básico a uno mismo, y que lo que procura es su defensa dentro del marco social en el que participa.

Mi propuesta quiere abrir un interrogante, y proponer abrir una pequeña grieta en su formulación. Ya son muchas las personas que han preferido desmarcarse un poco de ese significante, y han preferido cambiar la cita “frente a los demás” por “respetando a los demás”, como ya lo recoge el diccionario Clave.

Y yendo más allá, no estaría de más un nuevo giro, en el cual pudiéramos intervenir con cierta duda, dada la ineficacia con la que nos encontramos en numerosas ocasiones cuando salimos al encuentro de la certeza. Una duda, incluso con nosotras y nosotros mismos.

Y de ese modo trataríamos de encontrar un nuevo rostro a ese modelo de relación interpersonal, con lo que lograríamos otorgarle un significante más completo y, por qué no, más humano: “cualidad de las personas capaces de dudar de su personalidad y cooperar con sus opiniones respetando a los demás”.  

Así, partimos de un nuevo punto de encuentro y podemos hablar ya de la asertividad como un elemento necesario para la cooperación, que deja atrás esa forma un tanto individualista de entender y proceder en nuestra sociedad.

Ciclo ‘La asertividad: inteligencia emocional, comunicación y cooperación’.
Próximas conferencias
Lugar: Civivox San Jorge
Hora: 19 horas
Entrada libre, previa retirada de invitación desde una hora antes del comienzo de la actividad (dos invitaciones por persona)
Lunes 31 de octubre: ‘Asertibitatea lankidetza bezala’
Ponente: José Luis Vázquez, sociólogo

http://www.noticiasdenavarra.com/2016/10/28/vecinos/pamplona/civivox-san-jorge-reflexionara-el-lunes-sobre-asertividad-como-elemento-necesario-de-la-cooperacion

 

 

 


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Acto Público

Charla/Coloquio

Nos vamos de plática y diálogo cooperativo.

«Europa en el objetivo, a través de los refugiados»

Sábado, 19 de noviembre, a las 19´00 horas, en el Club de Amigos de la Unesco (CAUM), calle Atocha, 20, 1. Izquierda, Madrid.

Intervienen:

  • Tamer Sarkis Fernández, Sociólogo y Antropólogo, Director Adjunto del Diario Unidad, y autor en Ojos Para la Paz.
  • José Luis Vázquez Domènech, Analista Político, Licenciado en Sociología Política por la Universidad del País Vasco y miembro y autor del Colectivo Internacional Ojos para la Paz.
  • Purificación González de la Blanca, abogada, escritora, y Co-fundadora del Colectivo Internacional Ojos para la Paz.

Convoca la Plataforma Global Contra las Guerras

SIRIA

Vaya por delante nuestra solidaridad con los refugiados, con todos los refugiados del mundo, que son las primeras víctimas de unas guerras que les obligan a huir de sus países. Pero no nos dejemos engañar, porque sigue siendo un plan marcado por los E.E.U.U.; éstos están siendo canalizados hasta el corazón de Europa.

Pasan de largo de Kuwait, de Qatar, Emiratos Árabes, Bahrein u Omán, países musulmanes muy cercanos geográficamente, con un elevado nivel de vida y con terreno suficiente para poder acogerlos. Algo…, no encaja.

El plan magistralmente diseñado, adobado con fotos de niños ahogados, juega con nuestros sentimientos de solidaridad para marcarnos el más grande de los goles. Es una jugada maestra de la perversión.

 


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La violencia como estrategia: 05

¿Quién está detrás de la violencia estratégica de los Estados?

Nos dicen que el poder del Estado existe y se ejerce independientemente de quien lo haga en cada momento, y que destaca de la sociedad porque asume el monopolio de los intereses públicos con el fin de hacer prevalecer el bien común. Para darle una condición más noble nos hacen ver que se construye bajo el prisma de la soberanía, y si se añade que hay un derecho y una jurisdicción para evitar toda arbitrariedad, que entonces estamos ya ante la forma de administración política por excelencia.

Pero ya he hecho mención especial a uno de los principios que debo de acatar, y que viene a decir que es nuestra obligación distanciarnos de toda teoría que no termina de concretarse en vida.

Photo by Joséluis Vázquez Domènech

Photo by Joséluis Vázquez Domènech

En el interior del propio Estado siempre ha habido gente con capacidad, sobre todo con contrastadas habilidades para garantizar su impunidad, algo que necesariamente se consigue con una férrea alianza con los dirigentes políticos y con los grupos de presión. Dicho control es el fundamento de las políticas modernas, y el camino para dirigirse hacia él, el objetivo claro de los nuevos actores.

Dado que en la sociedad actual lo que se valora es la libertad individual y el respeto a la propiedad privada, nos será muy fácil adivinar a quién se debe tanto apoyo y quién ofrece tan amplia cobertura.

Las reglas del juego político (porque siempre fue un juego que no debemos olvidar) se transformaron hace mucho tiempo, tanto, que probablemente deberíamos retrasarnos a los orígenes de las primeras corporaciones de prestamistas.

El temible juego de dejar en manos ajenas la circulación del dinero es probablemente la mayor de las calamidades protagonizadas por nuestros estados. Claro que con ello estamos obligados a afirmar que las violentas consecuencias que de ello se derivan representan el caso más delictivo hasta ahora conocido.

Discurriendo por este sendero no me queda más remedio que matizar que no se ha de coger una pistola y asesinar a alguien para así poder hablar de violencia. Basta con permitir que en la bolsa de Chicago se compren cantidades ingentes de productos de primera necesidad para que podamos percibir los nuevos ingenios con que se manejan.

El imperio de la ley, esa epidemia que se ha extendido con el aprecio de los grandes funcionarios públicos y de los insignes dirigentes de las organizaciones internacionales, está guardando bajo buen recaudo las más sofisticadas armas de destrucción masiva. Bajo un envoltorio democrático “incuestionable” infunde alas al crimen organizado y abraza la causa de las clases dominantes. En su regazo descansan mil y una clases de violencia y, peor aún, las fomenta.

La violencia del sistema cogió hace ya tiempo la mala costumbre de estar en todas partes. Diríase que se parece a Dios por ello, pero también porque desde sus entrañas emana toda maldición (y poca bendición) humana.

Su arrogancia es cuando menos curiosa. ¿Qué podría esperarse de quien se asienta sobre las estructuras legales para difundir su fanatismo con tanta solvencia? Nuestra actual cultura bebe, come y sueña con ella. Violencia a través de la televisión, de la estructura económica, de las guerras infinitas, de la liberalización de los servicios, de los terrorismos resucitados, de la publicidad descarnada, de las propagandas descubiertas, de las telenovelas románticas, de los trabajadores vigilados, o de los estudiantes privatizados. Violencia estratégica.

Su representación es un hecho. Una expresión descarnada que no vacila, entre otras cosas porque es escrupulosa con la ley, aunque del todo farisea con el pueblo.

Este tipo de violencia arrastra toda justicia por los matorrales, y obstaculiza a los sectores populares airearse o reflotar lejos de las garras punzantes. Es más, los obligan a convivir con ella, y a mirarse de frente arrojándose a las ciudades pensando que allí estarán presentes sus instrumentos de salvación. O los conminan a cruzar fronteras creyendo que más allá se librarán de la miseria. Una suerte de movilizaciones que están muy lejos de poder atender cualquier derecho humano.

Llega así la enemistad, a poblar de gentes las grandes urbes, los grandes estadios y las grandes migraciones. Y unos y otros luchando en espacios diferentes para delimitar la presencia del yo desarraigado y expulsado. Para defender la única parcela que queda, el aliento.

Luchando entre nosotros, mientras lo que parecía ya no es, y surcando hacia el letargo de la apatía.

La violencia como herramienta de control se ha sofisticado sobremanera. Y parece tarde para usurpar ese control a quien lo tiene. De poquito a poco los hombres de Estado fueron ofreciendo sus llaves a los vigilantes del dinero y se hicieron con todo, y lo que era una sociedad ahora es un mercado, y lo que era una huerta ahora es un autoservicio, y lo que era un rio es ahora una piscifactoría, y lo que era una nube es ahora un paquete de humo.

Ese trasvase en la toma de decisiones la hicieron y la siguen haciendo los representantes, que viven en los Estados pensando que son sus casas de veraneo. Y cada fin de semana  reciben en sus oficinas a los futuros liquidadores, y cuando éstos se van reciben a los medios de información, para así diseñar y fabricar mejor el consentimiento de tanta explotación.

Y entre todos construyen los relatos más inverosímiles, las mentiras más obscenas, y las manipulaciones mejor construidas.

No existe mejor disciplina que la que viene ejecutándose desde hace tiempo. Los políticos, los gobiernos y los Estados ya no se deben a ningún ciudadano. Ahora son sólo despojos de una maquinaria repleta de francotiradores.

Hay que insistir hasta recuperarnos de un progreso contaminado. La violencia que con mayor rigor se está ejecutando en el mundo es ésta, la decisión del Estado de pasar a manos del dinero. El mayor caso de terrorismo de Estado, capaz de aniquilar miles de personas por segundo, y de dejar en la cuneta a la República, a la Democracia, y a la gran Utopía.


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La Disciplina del Devoto

“En nombre de la democracia y por el bien de España”

Photo by Joséluis Vázquez Domènech

Photo by Joséluis Vázquez Domènech

Al conjunto de reglas de comportamiento para mantener el orden y la subordinación entre los miembros de un cuerpo o una colectividad, se le llama disciplina. Es el modo más operativo para que no haya fisuras en toda organización. La disciplina militar es un claro ejemplo de ello, y salirse de ella conlleva, la mayor de las veces, un castigo o la expulsión.

Tanto en el caso que nos ocupa como en cualquier otro tipo de asociación, hay siempre una serie de jefes o dirigentes que son, desde esa lógica, quienes proclaman el cumplimiento obligatorio de los mandamientos, dando un golpe sobre la mesa cada vez que son conscientes de que las cosas… “se están saliendo de madre”.

Pero en dicha definición, como en otras muchas, falta considerar la reacción de la otra parte, es decir, la de los obedientes, o la de aquellos que a pies juntillas mantienen una actitud de sumisión que dice mucho de esa forma de proceder.

Así, tenemos por un lado a los barones y, por otro, a los militantes y simpatizantes del PSOE. Ni que decir tiene que los primeros son los encargados de que se haga cumplir aquello a lo que se deben, y los segundos, retroalimentarse de cualquier forma para no perder su estatus o su posición dentro de la organización (o en el seno del espacio del reconocimiento social en el que se mueve cada cual).

Quien se distancia de este proceder tan sencillo como efectivo, tiene siempre la posibilidad de alterar las normas, pero para ello no tiene más remedio que descabezar la pirámide desde arriba. Si no lo consigue, no le queda otra que la retirada silenciosa, de la que ya se encargarán los lugartenientes de turno de anunciarla como vergonzosa e intolerable.

No cabe duda de que la jornada de hoy es también realmente positiva para la ciudadanía. Un acontecimiento político que no nos pilla desprevenidos nos deja, como quien no quiere la cosa, una información detallada de lo que significa la disciplina y el resurgimiento explosivo de la figura del devoto, que ya de por sí tenía su protagonismo en la semana santa andaluza, pero que no conforme con ello ha querido acudir en procesión hasta Ferraz, para dejar constancia de que uno obedece porque quiere y, sobre todo, porque se dedica con fervor por la causa.

Lástima que la causa no sea el bien social o la justicia, ni tan siquiera la democracia. La causa, como en cualquier otra religión, viene motivada por la fe. Y siendo ésta como es, imposible de conciliarla con la ciencia, no nos queda más que batirnos en retirada y dejar que la Nueva Orden del Devoto Incomprendido siga su curso, ajeno a los principios reales de representatividad, autonomía y libertad.

Desde aquí mi más sincera enhorabuena, porque nos habéis ayudado a comprender mejor el rico léxico que alumbra al ciudadano medio español, y claro está, a percibir sin matices cómo funcionan el poder… y  la política de guante Blanco.

(En nombre de la transparencia y por el bien de la justicia poética)


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La violencia como estrategia: 04

Desestabilización programada y violencia

¿Os imagináis que dadas las circunstancias el pueblo acuerda lanzar una ofensiva contra el Estado, y éste decide acudir al combate con derecho a su legítima defensa? A modo más que simbólico ésta metáfora tiene su presencia en nuestro entorno, y viene a darse cada vez con más frecuencia y con un talante más sofisticado en aquellos territorios donde se dice que la modernidad ha llegado. La abstención es el arma popular que se extiende como la lava cada vez que una nueva erupción estalla en el seno de los gobiernos. Y ante esa decisión no se resquebraja institución alguna, bien al contrario, todo se mantiene en su sitio y nadie notifica el más mínimo arrepentimiento. Porque esa es su “legítima defensa”, mostrar que el pueblo ha decidido y que todo ha de proseguir igual, sin que medie consideración alguna. En esta breve reseña ha de quedar constancia de que alguien, con muy buenos modales pero con una acritud endiablada, nos ha tendido una trampa.

El conflicto deja de lado a los dos contendientes y deja de ser real por inadmisible, y lo que parecía una necesaria emergencia, librarnos de todo Estado opresor y coercitivo, se vuelve en contra nuestra. Gracias a inigualables reglas del juego un intermediario se yergue como máximo protagonista, y en su seno es donde se librará la batalla. Los dos polos quedan imantados por lo que llamamos democracia, y quien debía ser afluente de aguas cristalinas, es sin darnos cuenta el colector de todos los residuos.

El alcantarillado público, con las administraciones al frente y con los ministerios a buen recaudo, se conecta a través de infinidad de ramales con todos y cada uno de los habitantes, del centro y de las periferias. Esto se produce de tal modo que a cada una de nuestras casas (incluso a las chabolas), conexión mediante, llegan normas universales que emanan de la popular soberanía. Pero casualmente no resultan del agrado de las mayorías.

¿Será posible? Lo que parecía un ajuste de cuentas entre dos, pasa por arte de magia a ser una riña continuada entre todos. Entre todos nosotros que, enmarcados tras el bello retrato político, no podemos dar crédito a tanta debacle. Y cuando hasta la ilusión se despeña, nos miramos, nos diferenciamos, y nos restregamos. Y es entonces cuando observamos el mapa y terminamos por creer que somos muchos, que la tierra no da para todos, que la riqueza no llega, y que por el trabajo se deja uno la vida.

El conflicto está a ras de suelo, bajo nuestras pisadas. Nos han otorgado el falso poder de elección y cuando comenzamos a ser conscientes del juego, estalla la violencia.

Pero para entonces la estrategia imperial ya está servida. La visión policial del mundo retiene en sus mazmorras de vigilancia activa no sólo aquello que viene sucediendo desde tiempos inmemoriales, sino también aquello que va a acontecer. Y si no va cumpliéndose como “se esperaba”, se articularán todos los instrumentos para que así sea.

Photo by Joséluis Vázquez Domènech

Photo by Joséluis Vázquez Domènech

La campaña violenta trazada ofrece normalmente dos alternativas:

  1. Se puede dejar en manos interesadas la capacidad de maniobra necesaria para que cunda el pánico, bien en un barrio periférico, en un territorio por conquistar, o en un país entero. Esta forma de obrar está presente y latiendo en el mundo con una fuerza sobrecogedora, y resulta imposible desenmascarar el centro neurálgico del embate, sencillamente porque diferentes grupos de presión son capaces de cotizar al alza un maniquí disuasorio que luego se tornará en enemigo visceral.

La mano que te da de comer puede pasar a ser la que apriete el gatillo en el momento menos inesperado. Cuestión de logística y de turbación complementaria.

Sería un arduo trabajo recopilar la infinidad de casos donde una desestabilización programada incide en futuras intervenciones políticas para seguir con el control exhaustivo de la población civil y, sobre todo, de sus riquezas naturales. Son muchas ya las investigaciones realizadas para determinar con claridad cómo unos pocos intervienen en nuestras vidas para llevarse nuestras propiedades y, una vez colapsada la opción de continuidad, dejadnos con los excrementos de una tierra ya baldía.

  1. América Latina sabe mucho de eso, demasiado. Y sin que todo ese proceso culmine, porque siempre ronda el imperialismo ciego para dinamitar allá donde encuentra cualquier grieta, hay que añadirle la violencia añadida, ese experimento cotidiano que protagonizan los ejes del poder sin compasión, y cada vez con menor sutileza.

Como si no fuera poco interferir del modo que lo hacen, desde altas instancias y de forma  casi generalizada parece instalarse entre nosotros la nueva fase de agresividad, propagando el dolor y la muerte sin que medie razón alguna. Y la estandarización del miedo es ya la segunda alternativa de la campaña, como si de un elaborado plan de marketing se tratara.

Y en este punto surge el gran interrogante sobre la presencia de la violencia infiltrada con vehemencia desde las cloacas del Estado, perforando el desarrollo de cualquier democracia y aniquilando las escasas posibilidades que quedaban para que ésta emergiera.

Nos situamos. El abstracto monopolio de una lucha sin cuartel contra el pueblo es delirante. Y ha llegado hasta tal punto que considerar ese menosprecio como un proceso anecdótico ha dejado de ser admisible.

La incorporación de la violencia  a las normas sociales ha sido el primer eslabón para convivir con ella, y para dotar al sistema de una razón de fuerza mayor a la que se pliega, consolidando su necesidad rampante.

No es difícil observar cómo se extiende el ánimo arrebatado y enfurecido a través de todos los canales, hasta instalar en nuestros cerebros el chip del enfrentamiento como elemento natural de nuestra especie. Y todo porque la violencia… se estimula.

La propia globalización y sus enormes repercusiones en lo que podemos denominar nuevos focos de pobreza es solo parte de todo un entramado difícil de digerir sin sentir los ánimos angustiados. Pero donde más hierve la inquina es a través de los medios de comunicación, auténticos promotores de un trauma colectivo que nos sumerge en un escenario nada improvisado.

Un informativo cualquiera en casi todos los rincones del mundo pretende generar audiencia, y como si se tratara de un show más nos somete a la vulgarización de los hechos más terribles y difíciles de asimilar. Sin que importe mucho la localización del suceso, podemos pasar de un tren descarrilado en Corea a una inundación en Perú en dos segundos, o de una avalancha en una discoteca de India a un incendio en una fábrica pirotécnica en China. No nos dejan observar los acontecimientos, solo mirar, sin detenernos, y presenciar miles de secuencias de sangre derramada y polvorienta anquilosados en la costumbre.

Si, la globalización. No existe mejor obra para que de manera subliminal nos mande mensajes favorables al capitalismo más ruin e incómodo. Y tras ella la ofrenda al mercado de valores, al dinero inexistente que atropella los silencios de nuestros sueños.


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Descontaminación

Poemario disidente

Abrir las compuertas

Quisiera descomponer los residuos que he almacenado a lo largo de la vida, causantes del más mínimo desgaste anímico que en cualquier acompañante se manifestara.

Desnudarme con todas las heridas abiertas, y permitir que se alejaran las resacas de todos mis mares…

… hasta que la última ola se llevara consigo el recuerdo de cualquier dolencia.

Quisiera.

Disculparme por mi indisciplina, por no saber tocar los acordes que hicieran desbocar la sonrisa. 

  • tengo mal oído, pero procuro siempre poner música, incluso en las distancias que nos separan

(Porque todos necesitamos también amar, o disolvernos con sus inclemencias).

Photo by Joséluis Vázquez Domènech

Photo by Joséluis Vázquez Domènech


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Sociedad Civil, España y Europa

Quien siembra vientos recoge tempestades

La Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid ha sido testigo hoy de una protesta contra la presencia de Felipe González y Juan Luis Cebrián. 

Estaba anunciada su participación en una charla titulada: «Sociedad civil, España y Europa. El futuro no es lo que era». Curioso, cuando menos, que dos de los protagonistas de un futuro negro quisieran venir a desmontar sus propias injerencias. 

Y como no hacen falta más detalles para saber las razones de dicho acontecimiento, abajo el vídeo emitido por algunas televisiones donde se puede escuchar el comunicado leído por uno de los manifestantes, dejando constancia de los motivos que les llevan a ello.

En ocasiones, la sociedad civil…, se mueve!

http://j.mp/2erI39c

imagen obtenida en la cuenta de @juancarlosmohr

imagen obtenida en la cuenta de @juancarlosmohr

 

 


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Manneken Pis

Mi Photosfera

Quien lo iba a decir en 1388, fecha en el que se creó a Manneken Pis, que esa estatua iba a simbolizar la cruda realidad que 700 años después gobernaría en toda Europa. Si, nos están meando, y aun así acudimos en masa a mostrarle nuestros respetos. Somos así, confluyentes con quienes nos aplastan, y nada benévolos con los represaliados. El niño meón lo seguirá haciendo y, todo apunta que esta vez, a chorros…

Photo by Joséluis Vázquez Domènech

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Salvados

Astral

Que hayan salido unos cuantos famosos alabando el documental de Salvados sobre los refugiados tiene delito. Y creo que está bien recordar que las empresas que constituyen ONGs lo hacen para evadir impuestos. No me caben las palabras. Un testimonio «desgarrador». Me estoy arañando la piel ante el espectáculo al que estamos asistiendo. Y al final un poco de llanto, música de piano… y voilà, la emoción de Occidente esculpida a nuestros pies.

Y no trata absolutamente nada sobre las causas, sobre las injerencias de la OTAN, sobre el papel de nuestros queridos aliados. Un trabajo periodístico que igual hasta consigue algún premio en algún festival humanitario.

Es un reflejo latente de cómo funciona el mundo, nuestros medios, y nuestra estupidez.

Los protagonistas creen que les reconforta (a los refugiados) el contacto físico y humano…

Bienvenidos a Europa les dicen…

«Encontramos nuestra salvación en Europa». Pero ¿que cachondeo es éste? Indignante

Hay que apagar las señales de todas las antenas. (Nos están envenenando)

Photo by Joséluis Vázquez Domènech

Photo by Joséluis Vázquez Domènech


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La violencia como estrategia: 03

¿Podemos hablar de equidad en el conflicto cuando toda posibilidad de triunfo subsiste siempre de una parte?

Photo by Joséluis Vázquez Domènech

Photo by Joséluis Vázquez Domènech

Abiertas quedan de este modo todas las heridas. El régimen actual de nuestra relación con quienes nos dirigen está o mal encauzada, o no deja espacio a la solución de la democracia, que no es otra que el respeto a la mayoría.

Somos conscientes del “empuje” del discurso dejando en evidencia los argumentos de los Estados, siempre acompañados de balas y expropiaciones, pero ¿acaso hay modo alguno de contrarrestar tanta perturbación en nuestra existencia sin la necesaria condena, y sin menospreciar tanta ofensa?

Orientar nuestras palabras por los latifundios de nuestra defensa es la primera obligación, y fumigar con nuestras reflexiones todos los marcos teóricos que sostienen la vigencia de este sistema uno de los objetivos ineludibles.

Resolvemos sin demora que entre el Estado y la ciudadanía hay un conflicto, un grave y pernicioso conflicto. Pero dadas las líneas a seguir según lo acordado en constituciones, decretos ley, preámbulos y otros códigos al uso, no ha lugar para  una lucha entre estos dos grupos que se miran de frente legislatura va, y legislatura viene.

Políticos, intelectuales e instituciones concluyen que la solución está en la democracia, esa forma de gobierno que contacta con nosotros cada ciertos años y que por no tener, no tiene ni margen de maniobra. Mas no precisamos de complejas investigaciones ni repasos históricos para concluir que dicho dispositivo, ni es suficiente ni ayuda a solucionar el más mínimo de los problemas.

Aunque los criterios y las artes políticas no hayan cambiado tanto, a día de hoy es un sarcasmo poder hablar de soberanía. Otros actores no elegidos comenzaron ya a proyectar las más importantes de nuestras decisiones.

Que tengamos que rendir cuentas a los grandes consorcios financieros de inversión y asumir que los Estados se encuentran a merced de esta movilidad, no nos proporciona certidumbre alguna, más bien… nos prepara para una nueva fórmula que entender en política.

El odio hacia quienes nos gobiernan se va haciendo insoportable, entre otras cosas porque ya ni siquiera puede haber relación entre el dominante y el dominado, y sin percibir ese poder que antaño se temía, ahora se les desprecia.

Es como si no hubiera nadie para mediar en esta nueva confluencia y los actores que más necesitamos se fueran a platicar con los medios para desacreditar nuestra legítima y apremiante defensa.

Y sin equidad, sin posibilidad de diálogo y sin consenso, el respeto deja paso a la imposición, el acuerdo a la confrontación, y el engaño al riesgo de violencia.

La decadencia más absoluta es el lastre que nos queda. Y decididos a no cometer “fechoría” alguna…, ¿qué nos queda?


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La violencia como estrategia: 02

¿Cuándo es ley y cuándo es crimen el uso de la violencia?

La expansión fuera de lugar protagonizada por la violencia durante este siglo invita a pensar que no hay posibilidad alguna de revelar su existencia sin poder hablar del enorme conflicto que acarrea, visible sin lugar a dudas en las grandes migraciones que causa. Son innumerables las señales de horror y zozobra que están vivas en nuestras sociedades, pero lo son también las intransigentes medidas para afrontarlas que desde la política se plantean.

En tales circunstancias se resquebrajan los fundamentos que sostienen al Estado como garante de una convivencia pacífica, y las democracias se vuelven permeables a toda una serie de extraños acontecimientos respaldados por una legalidad encorsetada propia de situaciones de urgencia.

En dicho contexto podríamos rastrear, por ejemplo, el mapa socio-político tras los asesinatos de Ayotzinapa, ¿muestran las trágicas consecuencias de dicha violencia, o lo que vienen a reflejar es la expresión de fuerza de un Estado que recurre a ella para no ceder ante la vigilancia de la democracia?

Casos así hacen posible que poco a poco se vayan sucediendo (y lo que es peor, permitiendo) un mayor número de situaciones violentas y represivas por parte de los Estados, con actuaciones que pretenden ser normalizadas e incluso necesarias, pero que lo único que consiguen es pervertir las libertades e impulsar las tiranías.

Las consecuencias de todo amanecer invernal van exigiendo refugio, calor y la protección necesaria frente a tanta barbarie. Pero he aquí que estamos ante un dilema que poco ayuda para resolver la opulencia de tanta mezquindad. ¿Cómo vamos a buscar abrigo en casa de nuestro propio verdugo?

Revolcándonos en la legitimidad de la violencia no alcanzamos a subsanar tanto delito. Pero hemos de hacerlo para gravitar a su alrededor y después posibilitar un nuevo argumento.

La pregunta inicial, por tanto, se mantiene y ha de ser pragmática. ¿Cuándo es ley y cuándo es crimen el uso de la violencia?

En toda forma de Estado se define a éste como única entidad autorizada para ejercer la violencia en el territorio que lo conforma. Esta teoría ha de contemplar la legitimidad necesaria, otorgada lógicamente por los habitantes que en dicho territorio se integran.

Photo by Joséluis Vázquez Domènech

Photo by Joséluis Vázquez Domènech

Dicha legitimidad es concedida bajo unas premisas determinadas, pero éstas se encubren y tergiversan hasta el punto de traspasar todo límite de legalidad y, además, querer ocultarlo.

El monopolio de la violencia recae en manos del Estado y, por tanto, nadie más podrá apropiarse de él sin que sea penado o criminalizado. La excepción vendría de la promulgación de leyes autorizadas para tal fin, es decir, de la posibilidad de utilizar la violencia para defenderse uno mismo o para defender sus propios bienes (entendiendo siempre que dicha autoridad es ofrecida, claro está, por el propio Estado).

Esta arquitectura administrativa se extiende a todos los países de nuestro entorno, y si bien el Estado concentró los medios de violencia para pacificar la sociedad, todo parece indicar que en su desarrollo abrazó la causa de la disciplina como eficaz medida de control y seguridad.

Hasta tal punto ha sido así, que abandonando su función principal ha terminado por ensalzar un Estado penal donde las doctrinas autoritarias son la máxima en su actividad.

Así, el interrogante se bifurca. Por un lado habría que determinar dónde están los límites de su ordenamiento y, por otro, constatar cómo se procede para despojarnos de tanta justicia.

Si algo hay que revelar sobre el modo de pronunciarse de nuestras democracias es, sin duda alguna, el excesivo uso de reglamentaciones ad hoc para minimizar la respuesta ciudadana. Queda claro que los respectivos gobiernos se apropian de todas las licencias  para consagrar sus arbitrarias formas de articular el poder. Y subsiste así una estrategia que inmediatamente conduce a  una ruptura importante entre las estructuras estatales y el conjunto de la sociedad.

Considerando las múltiples maniobras empleadas por las diferentes jefaturas nos daremos cuenta de que estamos enfrentados a manipulaciones sociales de alta intensidad. Dichas estrategias están dirigidas con precisión, con el único fin de limitar la defensa de nuestros derechos y profanar los valores de nuestras libertades. Generalmente arropados bajo argumentos exóticos y subvencionados por el capital y los beneficios de las élites.

El funcionamiento de los sistemas de partidos, la regulación de las representatividades políticas, las licencias de comunicación y libertad de radio y prensa, las construcciones de mayorías irrelevantes con las cuales poder gobernar, el fraude de la separación de poderes o la implantación del miedo como elemento propulsor que nos coacciona, son solo una pequeña parte de las perturbaciones a las que nos someten “en nombre del bien común”. Éstas medidas excepcionales tienen un respaldo que contribuye a poder evitar su deterioro, y a este respaldo lo llaman La Ley…

Uno de los mayores males de nuestras democracias es que se ha ido extendiendo la creencia de que las leyes son el fundamento de las causas justas. Razón de más para no olvidar dos de las ideas fundamentales que expongo: los Estados perviven a través de mecanismos insuficientes de legitimación y la ley que les ampara no responde a los parámetros de la justicia sino a los intereses manifiestos del poder. Viene bien recordar a Montesquieu, “Una cosa no es justa por el hecho de ser ley. Debe ser ley porque es justa”.

Este análisis da buena cuenta, a través de la Ciencia Política, de la necesidad de transformar los principios por los que se regulan nuestros Estados. Pero es la Historia, con su espléndida biblioteca, la ciencia que narra todo lo que acontece y quien mejores y más respuestas nos brinda. Todas las libertades, sociales y políticas, todas las mejoras económicas y todas las transformaciones que han dado lugar al derrocamiento de poderes, élites, imperios, o gobiernos absolutistas, se han producido siempre bien a través de revoluciones sociales o bien con la inestimable ayuda de innumerables revueltas.

Recordatorio. Quien nos domina no nos va a conceder el privilegio de escaparnos de sus lindes. Aunque busquemos otras formas, casi todas las salidas de la opresión han sido y seguirán siendo violentas.

Esta pequeña alusión puede sonar contundente, y para muchos, insolente. Sobre todo en estos tiempos de indignación de manos blancas y de silencios cómplices. Pero el cambio, si se desea, ha de corroborarse a través de la postura que se defiende. Es imposible la transformación sin la exigencia del cambio radical de los acontecimientos. O lo que es lo mismo, no es posible indignarse para pedir dicho cambio si no contribuimos a la ruptura de parte del sistema. Siempre, claro está, que el propio Estado no retroceda o deje de alimentar la violencia (claros ejemplos son los mal llamados procesos de paz, como puede ser el de Colombia).

El sistema, el Estado, los gobiernos y nuestras democracias, están muy bien diseñados para asustarnos, para disuadirnos, para hacernos ver aquello que no existe, para aprender a distinguir entre el mal y su justicia. Todas las herramientas están a su alcance. De ese modo, que alguien pueda mirarse y declararse antisistema es no solo extraño, sino hasta delictivo. Tememos hasta el significado desnudo de las palabras, reconstruidas para protegernos de nuestros pensamientos y nuestra actitud.

Electores, pobladores, habitantes y vecinos, saben que ha de haber responsables, saben que la política no funciona, que nuestro país se tambalea, que las finanzas nos ahorcan, que las multinacionales nos violan. Millones de personas saben que este sistema no solo no nos ayuda, sino que nos estrangula, y están en contra de su mecanismo, de su puesta en escena. Saben que es necesario ir contra él y que hay que derribarlo, para construir uno nuevo. Y casi nadie se atreve a creerse antisistema…

Mantener la pasividad o la negación (también intelectual) es como intentar ganar la batalla refugiándonos en casa del enemigo.

La violencia no es siempre la misma. En la confrontación y lucha por la dignidad y por los derechos, su conciencia revuelve la diplomacia. Cuando los nuevos pobladores persiguieron a los indios, éstos necesitaron hacer uso de ella para sobrevivir en sus montañas. Cuando los europeos colonizaron África, los esclavos enfundaron las armas para impedir su exterminio. Cuando los turcos decidieron batallar contra el pueblo armenio desarmado, los aniquilaron, y un millón y medio de habitantes fueron forzados a marchas kilométricas, atravesando zonas desérticas para morir de hambre, de sed, de robos y violaciones.

Cuando la maldad te mira de frente y quiere borrar tus pisadas, puedes rebelarte o no, pero no hay ética que respalde tu caída ni razón que ampare o defienda tus heridas. No hay cobijo para la barbarie, y a veces, hay que hacerle frente.

¿Tiene el amenazado que legitimar su derecho a la defensa? Estamos bajo las órdenes de terceros que degradan nuestra moral y nuestras conductas. Las leyes de nuestros gobiernos socavan el orgullo de los ciudadanos, y nos someten a penurias que anulan hasta nuestra voluntad. La inmoralidad, el engaño y la perversión son los colaboradores represivos a los que ya nos han acostumbrado.

Lo acontecido a lo largo de la Historia no ha de cubrirnos los ojos, sino abrirnos la mirada. Lo dejó escrito un alemán, Max Stirner, hace muchos años; “El estado llama a su propia violencia ley, pero a la del individuo crimen.”


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El Fin Del Mundo

Verdens Ende 

Hay espacios en los que uno, sin saber muy bien por qué, se siente cómodo, en paz, lejos del descalabro del mundo. Éste es uno de ellos, un faro atípico situado al sur de Noruega, desde donde se partía a navegar en silencio y te encontrabas con el fin del mundo…

 

Photo by Joséluis Vázquez Domènech

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Incondicionales serviles de Ferraz

Vosotros también sois responsables

 

Necesitaba re-componer a través de hechos concretos en qué consiste una de las verdaderas adversidades que lleva incorporada en su mochila la desvencijada España. Pero para ello, era preciso argumentar in situ, con los protagonistas reales de la historia.

He seguido desde hace tiempo el ilustre transitar de algunos cargos, militantes y simpatizantes del PSOE, que ajenos a una innumerable avalancha de decisiones políticas de difícil calado socialista, se han incorporado sin problema alguno al balcón de un nuevo y desalentador neoliberalismo.

Reformas, componendas, leyes, delincuencias, engaños, dentelladas, deserciones, poder, amistades, arrogancias y otras catástrofes varias, a ellos… no les afectaban. No eran conscientes de que sentían especial atracción por un grupo de expoliadores de la democracia. Son tantas las andanzas que reflejan esa actitud, que van a necesitar las editoriales una enciclopedia sin par para dar cabida a semejante desatino.

Pero ellos eran felices, en sus refugios de cristal opaco, protagonizando uno de los acontecimientos más detestables y vergonzosos desde la muerte de Franco. Miles de ciudadanos con carrera, con pluma y con altivez, han permitido con su silencio, con su negligencia y, lo que es peor, con su respaldo, que un único partido impidiera cualquier giro político hacia la izquierda, y encomendara de ese modo el futuro de todo un país a los devotos parroquianos del capital y las armas.

Es del todo irresponsable haber participado o justificado sus políticas, y una violación en toda regla haberles erigido en comandantes de la alianza por la temeridad. Y mis palabras no responden al análisis de la mal llamada última crisis que nos acecha. Son consecuencia, sin más, de observar la propia evolución que desde 1974 no hace sino constatar, ratificar, y evidenciar, que un partido llamado obrero asestó un golpe durísimo a dicho colectivo, y facilitó a los comensales de los salones imperiales enriquecerse aún más a costa de una continuada traición disparatada.

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¿Qué sucedería si del mismo modo que ellos arremeten clamando por la exigencia del perdón en otras circunstancias, hiciéramos lo propio demandando más de una explicación? Deberíamos obligarles a exponer en público sus desfases intelectuales, su quimérica representación de puertas afuera, mientras se agrietaban los campos y los rostros de sus paisanos, y las ciudades eran consumidas con fruición. Deberíamos interpelarles, hasta ruborizar su existencia colmada de éxitos en muchos casos, y de glamour social respaldada por la cultura de la transición.

Necesitaba, como ya he mencionado al inicio del texto, delimitar sin miedo dónde reside parte de tanta desdicha y fatalidad. En un amplio colectivo de callados hombres de negocios, en despachos y sindicatos, en maestros y funcionarios, en carnets y subvenciones lacayas por doquier. Callados, pero a los que escuchábamos a través de sus periódicos y sus canciones de falsa bandera, alabando el “gran cambio” que aparentemente se producía, del franquismo hacia una estructura más fraccionada del poder.  Pero con las mismas familias omnipresentes, de generaciones interminables de ricos comiéndose a los pobres, desde su “socialismo voraz”, aniquilando la dignidad de una vida sencilla y huérfana de preocupación.

Y pensé que era bueno nombrar, amonestar al infractor, al pandillero tatuado de patrimonio y nada suburbial. A ese gran grupo de héroes de postín, que muy al final agacharán la cabeza porque algo… está llegando a su fin.

“Hoy es un día triste”,  han escrito muchos. La aristocracia del PSOE se ha excedido en sus intenciones, y ha dejado con el culo al aire a su militancia y a toda la democracia.

Un día triste hoy…, porque hoy, se han dado cuenta de que “El País” no es de izquierdas, sino un pliego que regala cada jornada los eructos del poder. Si, y lo dejan caer quienes han escrito en sus páginas, quienes han hablado en sus emisoras, sin hacer juicio alguno sobre su protagonismo y su inestimable contribución a la liquidación del derecho a la información.

Pero ellos no estaban allí (estaban de parranda), para darse cuenta el día de la entrada en la OTAN del abismo al que nos llevaban, no se percataron de la militarización, del negocio de la venta de armas, de las injerencias en otros países, de las monarquías rentables, de las reformas laborales, del patrocinio de las empresas de trabajo temporales, de las alianzas con las grandes oligarquías, de las guerras limpias y sucias, de la sumisión a la deuda, de las reservas de los bancos, del despliegue de los medios vendidos, del derroche millonario de algunos de sus dirigentes, de los negocios con dictadores, de los episodios de estafa y desfalco, de la ley antiterrorista, de la servidumbre a los poderes fácticos, del tren de alta velocidad hacia el sempiterno engaño. Esos días, no estaban. Y como no estaban, no podían criticar lo que no veían.

Sus plumas y sus neuronas se paralizaron para tamaño menester.

Ausencia. Una pecaminosa e imperdonable ausencia. Hasta hoy. Desde sus trincheras agrietadas salen a la luz clamando justicia y un poco de democracia (aunque estaría bien preguntarles qué entienden por ello). Hasta hablan de golpes efectuados con sigilo. Porque al parecer, hasta ayer, no hubo ninguno y todo fue limpio y divino!

¿Dónde está la lógica? Un posicionamiento intelectual medianamente consecuente con lo acontecido durante tanto tiempo debiera proseguir rio abajo, y no a contracorriente. Y rio abajo es dejando que fluyan los obligados sucesos.

El infortunio o la desaparición de un gremio profanador de derechos e instigador de la violencia, de un grupo de patricios, de amigos de la corruptela y la descomposición ética, de depredadores del poder a costa de la privatización de servicios públicos esenciales, y un largo etc…, imagino que tendría que ser a todas sombras…, una gran noticia.

Pero el mundo no es así. El mundo está habitado por personas a las que les importa un bledo la igualdad y la justicia, y un claro ejemplo lo tenemos en infinidad de militantes y simpatizantes de este partido, que a la postre, son corresponsables del actual estado en que vive sumida España.

Photo by Joséluis Vázquez Domènech

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He elegido en una red social una persona a la que leo de vez en cuando (me gusta hacerlo en espacios que poco tienen que ver conmigo, para aprender a ver mejor este pequeño mundo), y le he enviado unas pocas palabras después de leer lo suyo. Éste ha sido el resultado:

dice…(1)

“HOY RAJOY HA GANADO SU BATALLA. Y CON EL, LA CORRUPCIÓN. Se acabó. Que este PSOE no cuente conmigo.”

(Quédense con la copla. En mayúsculas echando la pelota a Rajoy, e incapaz de culpar directamente a su propio partido)

Y yo le contesto…

“Lo increíble es que hayáis pensado durante años que el PSOE anterior a esta debacle era un gran partido. Y además, debéis de saber, que quienes les han apoyado durante tanto tiempo, son también protagonistas de la deriva que ha llevado a España hacia el liberalismo más ruin. Esto, no es un hecho casual, o una excepción, es la Norma, en un partido oligarca y prepotente!”

Y me contestan otros…

“Qué tendrá que ver el tocino con la velocidad”

Y decenas de personas apesadumbradas prosiguen…

“Siempre ganan los mismos: el capital”, “Auténticos mafiosos”, “Tengo 45 años desde los 16 socialista hasta el día de hoy que la nueva derecha disfrazada de socialistas no vuelva a contar con mi voto . Siento que me han robado el partido. En una sola palabra tristeza.”, “Qué bochornoso. No doy crédito.”, “Ha ganado el PSOE del Ibex 35. Vergüenza de barones”, “Lo siento… Mira qué hemos discutido por aquí, pero entiendo tu desolación, porque yo ya sufrí mis decepciones, pero lo de hoy es tremendo y no es justo para los militantes. Esto es muy fuerte, me da miedo hacia dónde va a España. Ánimo y a seguir luchando. Luchar, siempre.”

Y luego muchas, muchas justificaciones. Para acabar con un destello lúdico-festivo. “¡Un día triste para la gente de izquierdas!”

Pero. ¿Cómo va a ser triste que un partido retrógrado y antipopular (contrario al pueblo) se parta en dos? Esto es un delirio.

Hay que contar esta pequeña historia. Y tened cuidado; una amplia mayoría de los votantes del PSOE conforman entre todos y a la chita callando una asociación contraindicada en los prospectos de salud pública. Entre ellos, los victoriosos de anteayer, porque esos ya no tienen ni nombre. Y, por otro lado, los perdedores, porque siguen pensando que hasta el 01 de octubre de 2016 su partido era modélico, y hoy piensan que ha habido un golpe de timón que lo ha patrocinado Rita la Cantaora.

Tenemos poco que hacer. Porque las mayorías son las mayorías, y seguirán insistiendo con sus graves decisiones, y nos gobernarán con su grotesca intrepidez, hechizada de parvulario  y coleguismo.

P.D.: (1) La persona en cuestión escribe durante años para “El País” pensando que dicho periódico era maravilloso. Hoy, se ha indignado un poco, porque han silenciado las declaraciones de Borrell a Pepa Bueno en la SER.

Y así reaccionan cientos y miles de escritores, profesores, artistas, y una amplia clase más que media que, casualmente, hace veinte años no veía ni un elefante en una cacharrería. Miopes que forraron sus bolsillos con un seguro de vida… Y hoy ven lo que hasta un topo divisó hace años, cuando Isidoro alzó su puño y engendró el monstruo que sigue vivo.

Colaboración para Iniciativa Debate