Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.
¿No sabes qué hacer este fin de semana? Te invito al cine
El expreso de medianoche
Guión de Oliver Stone y dirigida por Alan Parker. Basado en un libro autobiográfico de Billy Hayes, fué una de esas experiencias impactantes que resulta dificil olvidar. El «poder del cine» queda de manifiesto tras la difusión de esta película, que se toma muchas licencias creando una imagen un tanto denigrante de los turcos . No cabe duda de que es una gran película, razón por la cual nos acompaña ese sábado de invierno, pero quiero dejar constancia de esa doble moral (propia de los estadounidenses sobre todo) que impregna la historia. Solo un ejemplo; las escenas de la violación van mucho más allá de lo acontecido. Billy Hayes nunca fue violado por los guardias turcos. Es mas, tuvo una relación homosexual, totalmente consentida, con uno de los prisioneros. Esta relación está oculta en la película porque podría haber “mancillado” la imagen de la “perfecta” América…
Con todo, un acontecimiento que merece traspasar los muros, que también nosotros tenemos de nuestras propias cárceles!
Billy Hayes (Brad Davis), un joven estadounidense, fue detenido en el aeropuerto de Estambul cuando se disponía a subir a un avión con varios paquetes de hachís. Acusado de uno de los delitos considerados más graves en Turquía, Billy es condenado a cuatro años de cárcel. En prisión sufrirá las atrocidades propias de un sistema penitenciario brutal e inhumano.
Premios
1978: 2 Oscars: Mejor guión adaptado, banda sonora. 6 nominaciones
1978: 5 Globos de Oro, incluyendo Mejor película – Drama. 8 nominaciones
1978: 3 BAFTA: dirección, actor secundario (Hurt), montaje. 6 nominaciones
1978: Festival de Cannes: Nominada a la Palma de Oro (mejor película)
La necesaria autocrítica de los economistas mediáticos
Tenemos dos variables que nos pueden mostrar cuan precaria puede ser la actividad del economista, y cuantas limitaciones puede tener para hacernos llegar unos diagnósticos fiables o, cuando menos, objetivos.
Siendo la teoría económica una de las fuerzas que más se imponen a la hora de promover o no la aplicación de determinadas políticas, se hace del todo necesario ver la relación existente entre la actividad política y dicha ciencia.
Y conociendo cómo se estructuran los partidos, y cómo definen sus estrategias para alcanzar los votos y, después, el poder, no queda sino confirmar que la mayoría de las veces (1) la economía está al servicio de sus discursos para persuadir, seducir, o cuando haga falta, engañar o crear alarma social.
Del mismo modo que la Sociología, es utilizada comúnmente para alumbrar el camino que ha de tomar un lider, un grupo de presión, o una corporación. Y de igual manera también, vuelca todo su arsenal estadístico (prefijado) para inundarnos de datos que han de confirmar o desmentir aquello que se persigue.
La Economía selecciona cada temporada un modisto que diseña el modelo social a implantar, pero eso sí, reafirmándose siempre a través de una ideología. Pero a diferencia del mundo de las pasarelas, la próxima primavera seguirá con los mismos “patrones”, y el color que se seguirá llevando será el azul ultramar.
Lamentablemente interactuamos en medio de un sistema que con absoluto rigor y sin que le tiemble el pulso prosigue en el afianzamiento de sus propósitos, y muy al contrario de lo que vienen aseverando muchos no está en crisis, sino en un nuevo desbloqueo de su mecanismo interno, purgando aquellos elementos que considera inadecuados.
Y dado el gran déficit de confianza en el que está sumido dicho rigor, necesita ser constantemente explicado. (Se recomienda observar y analizar las constantes alusiones que hacen para que tengan que explicar lo que supuestamente los ciudadanos no supimos entender).
Las cosas así, observamos que la absoluta dependencia financiera y econónica de nuestra sociedad ha creado un modelo político cuya preocupación máxima es cómo engañar sin ser vistos, o lo que viene a ser lo mismo, cómo imponer políticas económicas para favorecer solo a unos pocos.
Y éste rostro de la Economía nos mostrará (día si y día también) su lado más permeable, aquél que le servirá una y otra vez para respaldar proyectos determinados, y no para promover teorías sociales que nos beneficien en general.
Los economistas que atesoran sus impresiones en los debates y las rubrican en las imprentas, al igual que los periodistas, son dos de los gremios que más necesitados están de reinventarse y de interrogarse sobre su profesión, su ética, y su singular presencia en nuestra sociedad.
El mundo de la economía está caracterizado por frecuentes fallas, y la lista de errores es tan alta que cabría preguntarse por qué se sigue permitiendo su presencia con resultados tan pobres y de consecuencias tan graves.
Picture, Elly Strik – Photo by Joséluis Vázquez Doménech
La Economía sería una ciencia meramente descriptiva e histórica, si no fuera por su posibilidad de influir sobre la actividad económica (con el supuesto objetivo de cambiar sucesos que consideramos desfavorables). Pero su perfil televisivo se ha empeñado en ser (2) una ciencia predictiva quemuestra una y otra vez el desfalco y el suspense al que nos somete.
¿Es lógico que los mismos economistas nos muestren la incapacidad de poder acertar con sus designios y sus análisis, y reincidan una y otra vez en hacérnoslos llegar?
¿No sería mejor que dedicaran su saber y sus esfuerzos en buscar las verdaderas herramientas para lograr la paz social y la justicia, y no encaminarse una y otra vez al precipicio de un nuevo error?
¿Qué esconde detrás una actividad que reproduce el error, es consciente de ello, y no altera su discurso ni su quehacer? ¿Qué se oculta tras esa “necesidad” de envolvernos en cifras, sabiendo que las valoraciones a futuro no tienen ningún certificado de garantía?
Es como seguir insistiendo en realizar un crucero sabiendo que va a haber un naufragio.
Tiene que haber un fundamento, no ya técnico, que explique que su labor y su puesta en escena se vean como absolutamente apremiantes.
No sería muy aventurado pensar que siendo el capitalismo un sistema necesitado de un discurso capaz de respaldarlo (una y otra vez), una buena parte de los miembros de dicha ciencia juegue ese papel, tiñendo de bruma constante todo aquello que considera es mejor no ver…
La hermética relación que mantiene con los políticos (y no tan políticos) responde muchos de esos interrogantes, y una desvinculación de ellos nos resulta urgente y necesaria. El éxito de una ciencia no está en su capacidad de abrirnos los ojos a nuevas teorías o nuevos milagros, sino en su capacidad para resolver los problemas que nos acompañan.
Para convivir con los pronósticos ya tenemos bastante con la meteorología.
Creo que éste tipo de economistas necesita una autocrítica severa y abrir un nuevo espacio de discusión para así propiciar el verdadero objetivo, que no ha de ser otro sino el bien común.
Todo parece indicar que sí, que la selección genética se empezó a relajar, y la inteligencia se echó a dormir. No hay forma de entender si no, cómo es posible que Europa no esté en llamas y sus gobernantes camino del exilio.
(Pido disculpas, hoy desperté de un sueño donde un juez imputaba al presidente del Gobierno por menospreciar la justicia, la cultura y la libertad).
Prosiguen las reflexiones en el programa de ETB2, Por fin, viernes. Esta vez surcando las falsas expectativas de la salida de la crisis. Santiago Niño Becerra sostiene que los gobiernos nacionales apenas tienen posibilidades para transformar las políticas económicas, porque los objetivos y las leyes más importantes vienen dictadas desde Bruselas. Las cosas así, ¿qué interés podemos tener en votar a un partido u otro? O, lo que puede ser igual, ¿Qué sentido tiene ir a votar en estas condiciones?.
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4F
Siento que a veces haya que compartir documentos que no dejan buen sabor de boca, pero sí un nudo en el estómago. Pero creo que es de obligado cumplimiento seguir buscando aquellas aportaciones que nos ayudan a comprender mejor la realidad, por muy dura que sea ésta (o tal vez por ello). Corrupción, censura, torturas y venganzas, que ahora podemos tener la oportunidad de ver gracias a la encomiable labor de un grupo de gente que no ha cejado en el empeño, con el propósito de que toda la ciudadanía pueda tener acceso a una de las historias mejor guardadas, pero que por fín está en nuestras manos. Nueve años después tenemos la opción de escuchar las declaraciones de algunos de los testigos, pero nunca tendremos la oportunidad de leer un nuevo poema de Patricia. Por ella, y por quienes han sufrido el embate del poder y de la desidia.
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«No existe peor tiranía que la ejercida a la sombra de la ley con apariencia de justicia», Montesquieu
Junio de 2013, un grupo de 800 personas entran en un cine abandonado del centro de Barcelona para proyectar un documental. Una vez dentro, cambian el nombre del edificio: el antiguo Palacio del Cine se llama a partir de ahora Cine Patricia Heras. ¿Quién fue Patricia? ¿Por qué decidió quitarse la vida? Y lo más importante ¿qué tiene que ver Barcelona con su muerte? Una acción de desobediencia, con fuerte contenido simbólico y un gran impacto mediático, que busca -a través de la historia de Patricia- dar a conocer la otra cara de Barcelona, la Ciudad Muerta.
Pienso en los reporteros de guerra, y en el dolor que ha de habitar en aquel que está en todos los frentes, haciéndonos llegar las más duras de las imágenes, contemplando impotente cómo se incendia la vida. Ayer las llamas se volcaron cerca de casa, y es dificil explicar qué haces ahí, enfocando la tragedia…
Cuando intentan definirte y «saber de ti», atrás quedaron las valoraciones que tomaban en cuenta tu nivel cultural o tu posicionamiento ante la vida. Ya es un hecho que eres en función de tus preferencias de consumo, y así te van a tratar.
De regreso a la tertulia en el programa de ETB2, Por fin, viernes. Una nueva participación, para intentar dejar constancia de que la amenaza no reside solo allí donde los medios se hacen eco de la presencia del miedo, sino en infinidad de sitios (lejanos para nosotros) donde se suceden los más cruentos ataques. Ataques que, en la mayoría de las veces, vienen perpetrados por quienes dicen padecer la amenaza del terror. (A partir del Minuto 39’48, y de la segunda hora, 2’01’00)
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El color del paraiso
«Drama de abrumadora sensibilidad, repleto de matices directos a las emociones, poético, un viaje sensorial y espiritual que enseña, desde el alma de un niño invidente, a percibir el mundo de una forma que, quienes transitamos con otro tipo de ceguera que no es la de los ojos, no sabemos apreciar.»
“Llego a preguntarme a veces si las formas superiores de la emoción estética no consistirán, simplemente, en un supremo entendimiento de lo creado. Un día, los hombres descubrirán un alfabeto en los ojos de las calcedonias, en los pardos terciopelos de la falena, y entonces se sabrá con asombro que cada caracol manchado era, desde siempre, un poema.» (Alejo Carpentier)
Sinopsis, Mohammad es un niño ciego iraní de ocho años. Tras acabar su curso escolar en Teherán, regresa al pueblo con su padre para reencontrarse con su abuela y sus dos hermanas.
Premios
1999: Festival de Montreal: Mejor película
1999: Festival de Gijón: Premio especial del jurado
El desprecio por la vida viaja en primera. Viste de traje y corbata, y acostumbra a ser indiferente a lo que le rodea. De regreso a casa lo hace henchido de soberbia, pensando que su mujer… también cotiza.
El desprecio nunca esconde su mirada, bien al contrario, la mantiene firme, y te elimina. No cuenta contigo en esa supuesta batalla por el mañana, más bien, te descuenta. Y de poquito a poco, te olvida.
Antes de emplearme a fondo con el siguiente artículo y procurar ser resolutivo, temo que estaré obligado a responder a más de un interrogante. ¿Cómo dirigirme al público en general mostrando abiertamente que yo jamás iría a la manifestación celebrada en las calles de París? O lo que viene a ser lo mismo, ¿Cómo revelar, siendo consecuente, que rechazaría caminar tras esa pancarta a favor de “esa libertad”, y en contra de “ese terrorismo”?
En las mismas respuestas descubriremos el motivo de mi vil comportamiento, y las razones de un planteamiento generador de una más que agitada discusión.
Dicho así, bien pudiera parecer que soy un aciago personaje que habría que arrestar de inmediato, mas ello no sería sino testimonio y resultado de todo lo que van logrando con tanto trabajo. No estaría de más recordar que quien disiente del clamor popular corre el riesgo de perpetuarse en el olvido, sobre todo cuando dicho fervor proviene del discurso único e ininterrumpido.
Nos sumergimos ya en las enfangadas aguas de la democracia. La capacidad de expresarse libremente nos debería llegar a todos sin distinción, pero le compete a unos pocos imponer su voluntad y evidenciar con ella su aplastante verdad. No importa que yo pueda exponer un discurso solidario, pacífico o altruista. De nada sirve empatizar con el más débil, sobre cuya cabeza retumba el sonido de los drones o el dolor de la sed y la malaria. Sirve, únicamente, mostrar una simulación del malestar, la apresada indignación en el espectáculo informativo.
Mi aparente contradicción encierra parte de la respuesta. ¿Es posible pretender luchar por la justicia y no participar de esa eclosión que late en los miles de corazones de tantos manifestantes? No solo es posible, sino tal y como se construyen las historias, hasta necesario. La lectura deviene más nítida si somos capaces de observar que la verdadera incompatibilidad se hace fuerte sobre el asfalto de París, participando inconscientemente en el macabro juego de la guerra. Vamos por partes, y procura responder conmigo.
¿Irías a una concentración que propusiera el desalojo de sus casas a sus legítimos dueños, porque alguien lo estipule así? Consciente de que tu respuesta va a ser negativa, te invito a que (en el recorrido de la manifestación) te quedes con la cara del primer ministro israelí.
¿Serías capaz de festejar la destrucción y aniquilación de un país respondiendo al deseo único de apropiación de todos sus recursos naturales? Sabiendo que no respaldarías ese acto, ahora puedes tornar la mirada y dirigirla hacia el presidente de la gran república de Francia.
¿Saldrías a gritar a las calles para exigir austeridad hacia los más pobres y, al mismo tiempo, procurar enriquecer solo a cien? Siendo impropio de ti ese argumento, observa como caminas junto a la gran canciller.
¿Lucharías denodadamente por cubrir tu jardín con miles de cruces, como homenaje a quienes habrán de caer? Atiende, no vaya a ser que entorpezcas la salida del premier.
¿No te sentiste ofendido y traicionado cuando unos cuantos lugartenientes tuvieron a bien invadir un país? Ahora que asientes con tu cabeza, da la mano a tu presidente, y ve con él, que también quiere rendir tributo a su fe.
Nada voy a decir de los saqueos, violaciones, asesinatos, expolios, invasiones, torturas, humillaciones, fraudes, y demás demoliciones que han cometido quienes nos hablan de paz y libertad. Una paz y una libertad que apenas pueden sostenerse bajo el cielo de París, porque ni un millón de almas pueden reescribir historia alguna, ni podrán disfrazar la cruda realidad.
Claro que se puede pensar que una cosa no quita la otra, es decir, que se pueda coincidir en el mismo evento con quien no tienes el gusto de sonreír. O dicho de otro modo, estimar oportuno que puede ser muy lícito converger en un punto con aquél que no quieres ni ver.
Pero ahí radica el engaño, en hacernos creer que todos somos igual de humanos, y que ante la barbarie hemos de actuar, obedeciendo a pies juntillas los dictados de los medios y las presiones de los miedos, hasta dislocarnos frente al televisor, siendo protagonistas de un nuevo acto religioso, pleno de bondad y certidumbre.
París bien vale una misa, en este caso una manifestación; nuestros dirigentes se reconvierten y abrazan la causa pacífica arrastrando con ellos a miles de fieles sin saber que en el camino no está la libertad de expresión, ni homenajear a todos los asesinados, ni fortalecer lazos para detener tanta barbarie, sino suministrar gasolina para la próxima combustión. Pero ahora con el beneplácito de una sociedad que ilumina las calles con lágrimas en sus ojos. Sus oraciones retumban en los templos, las puertas se abren para que la “lucha contra el terrorismo” reciba la gracia de millones de personas y la comunidad internacional detenga, por fin, a esos denigrantes seres que tanto daño nos hacen.
No hay una lucha por la libertad de expresión; no permiten que veamos cómo ha sido todo el proceso. Vuelven a ocultar vídeos reveladores de extraños sucesos. Nos hablan de terroristas profesionales que olvidan sus documentos de identidad. En una hora saben sus nombres, quienes son sus amantes, y cuándo tuvieron el último orgasmo. Los periodistas no preguntan, expanden La Noticia. Nosotros decimos a todo que si, porque todo ha sido terrible, porque el heroico acto de luchar juntos contra el mal nos hace partícipes y protagonistas de otra sentida historia.
Fue Charlie Hebdo y podría haber sido cualquiera. Pero no les importa nada, no quieren que sepamos qué está sucediendo en el mundo, tan solo nos cuentan cómo son los documentales más insidiosos de la historia, llenos de visceral entretenimiento pedagógico, por la causa occidental y el bien común.
¡Y pensar que millones de personas más hubieran deseado desfilar hasta la plaza de la República con ese mensaje premonitorio! Pensar que de todas partes del mundo hubieran asistido allí, para solidarizarse… Pero, ¿con quién? Uno de los miembros más antiguos del semanario satírico Charlie Hebdo, el caricaturista holandés Bernard ‘Willem’ Holtrop, ha hecho unas declaraciones, cuando menos, clarificadoras, y ha rechazado las repentinas muestras de apoyo de las autoridades mundiales y ha advertido de que no dudaría en “vomitar” sobre los “nuevos amigos” de la publicación.
Es de suma dificultad prever qué puede suceder, y dónde, pero todo apunta a que retrocederemos en nuestras libertades y, lo que es peor, que las guerras sucederán, bajo el símbolo de la lucha contra el terrorismo, más unidos que nunca, y con el único propósito de seguir llenando las arcas.
Oportunidades para indignarse, protestar, manifestarse y solidarizarse con los muertos, son tantas, que los familiares y amigos de los asesinados en México, Afghanistan, Nigeria, Somalia, Siria, Libia, Iraq, Burkina Faso, o Yemen, se quedan atónitos, observando cómo es posible que, de repente, y como quien no quiere la cosa, el mundo se tambalee y erija su epicentro en París, esa ciudad de la luz que no ha hecho sino apagar el amanecer del resto del mundo, un mundo que cada segundo vive la trágica muerte de una persona, de la que nada sabemos, y nada nos van a contar.
Solo vale lo que se cuenta. Por ello yo no iría a esa manifestación, ni a ninguna otra donde de lo que se trata es de ocultar la verdad, de transgredir el principio mismo de la justicia, y de seguir impulsando el etnocentrismo y, con él, el desprecio más absoluto hacia los olvidados y los marginados.
Para terminar veo necesario expresar a todas aquellas personas que están sufriendo la pérdida de sus seres queridos que tienen toda mi tristeza, mi rabia, y mi afecto. Y sé, aunque callen, que en el dolor de muchos estará tatuado el nombre del imperialismo.
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Life Out Of Balance
Hoy nos detenemos ante un documental que después de treinta años mantiene más vigente aún el trasfondo que desea transmitir a través de su impacto visual: los efectos destructivos del hombre frente a la naturaleza. Sin diálogos, con música de Philip Glass, y con un magistral uso de la cámara lenta y el time-lapse nos devuelve a nuestra cruda realidad, a ese irrefrenable deseo de consumir hasta nuestra tierra.
Koyaanisqatsi significa «Vida fuera de equilibrio», esa vida que con tantas dificultades sostiene a millones de personas enfundadas de tecnología. Gran documental para comprobar nuestra irreductible capacidad de tránsito hacia el caos.
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Título original, Koyaanisqatsi – Life Out of Balance
Realizado entre los años 1975 y 1982, «Koyaanisqatsi» -primera parte de lo que sería luego una trilogía formada por Koyaanisqatsi (1982), Powaqqatsi (1988) y Naqoyqatsi (2002)- es un singular documental que refleja la colisión entre dos mundos obligados a convivir: por un lado la vida de los hombres en la sociedad moderna, la vida urbana y occidental, llena de tecnología, ciencia y consumismo. Por otro la naturaleza y el medio ambiente del planeta Tierra. Sin voz humana, tan sólo con el poder de las imágenes y la banda sonora minimalista de Philip Glass, Godfrey Reggio presentó este documental ante 5000 personas el 4 de Octubre de 1982 en el Radio City Hall de Nueva York, convirtiéndose al instante en un documental de culto.
Premios
1983: Festival de Berlín: Sección oficial de largometrajes
«‘El discurso amoroso es hoy de una extrema soledad. Es un discurso tal vez hablado por miles de personas (¿quién lo sabe?) pero al que nadie sostiene; está completamente abandonado por los lenguajes circundantes: o ignorado, o despreciado o escarnecido por ellos. Asfixiado detrás del erotismo, la sexualidad, la pornografía, la publicidad, el cuidado del cuerpo y el consumo mediático».
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Un Prophète
Nada mejor que dejarse asesorar y contar con la figuración de auténticos exconvictos para sumergirnos en una realidad donde poder observar las duras condiciones de vida a las que someten las cárceles. Pero Jacques Audiard desarrolla un gran personaje a través de la historia de un hombre que llega a una posición que nunca hubiera alcanzado de no ser por ese ingreso en el centro penitenciario. Es como si el interior y el exterior pudieran llegar a ser una misma cosa, tratando la prisión como una especie de metáfora de la sociedad.El film consiguió nueve de los doce premios a los que optaba en la Academia francesa, entre ellos al mejor director, al mejor actor y a la mejor película.
El joven Malik El Djebena (Tahar Rahim), un francés de origen árabe, ingresa en prisión para cumplir una pena de seis años. Aunque, al principio, la vida en la cárcel le resulta muy dura porque está completamente solo, se adapta rápidamente y, gracias a su carisma, se gana poco a poco la simpatía de los miembros de la mafia corsa, que tienen sobornados a los guardias y controlan todo lo que pasa en prisión.
Premios
2009: Oscar: Nominada a Mejor película de habla no inglesa
2009: Globo de Oro: Nominada a Mejor película de habla no inglesa