Un dominio propio

Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.


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¿Quién da más?

Imaginemos, por dos momentos, que lo que viene a continuación… ocurre en cualquier otro partido.

Hay un dirigente que es el que lleva en volandas un movimiento. Deshoja la margarita y se queda solo con el invento. Más tarde, su mujer obtiene un buen puesto en el partido que hereda el trabajo de dicho movimiento, y unas cuantas amigas… la acompañan en todo momento.

Un día, decide echarse a un lado y elige a su sustituta, así como los reyes eligen a sus príncipes. La sustituta, poco después, se deshace de su mentor sin razón aparente y determina (por sí sola) que la izquierda necesita una completa regeneración. Pero también determina que será ella, la que traiga el cambio y geste el milagro en cuestión. Habla sin cesar de democracia y justicia, y encabeza el proceso como si toda España lo hubiera consensuado. Desconocemos aún su programa, pero sabemos que decide apartar a su creador y, de paso, liquidar a su compañera, porque al parecer se lo exige su ley de vida. Absolutamente nadie lo decidió en asambleas o reunión alguna. Ahora es ella la nueva y gran incorporación, y ella será quien lleve en volandas a los progresistas y hasta a la nueva generación. En su nueva casa apenas la ponen en duda, tal vez porque el dedo que la eligió fue biblia al comienzo de la gran celebración.

Toda la camaradería del primero y la nueva aritmética de la segunda pasearon durante un buen tiempo por el mismo sendero, y ahora cada cual… busca su mochuelo.  Sin que apenas lo esperaran, ésta ya lo tenía decidido, y viene a decirnos que quien quiera «sumar», con ella tendrá que rezar. Y el resto, a verlas venir, pero eso sí, con el derecho siempre de poder soñar.

Una gran amiga de él, dijo: si hay voluntad por parte de la nueva lideresa, el acuerdo estará servido. Pero fans de ambos partidos se lanzaron a la guerra como si les fuera la muerte en ello, olvidando que fueron amantes de decisiones asamblearias y que ahora no eran más que óxido enquistado en hierro fundido. 

Todas y todos olvidaron por completo que sus ilustres representantes aplaudieron a un nazi en el congreso, y nada dijeron de votaciones para ver si llevaban o no armas a los cachorros de otro nuevo descalabro. Todas y todos dijeron ser una cosa y tan siquiera llegaron a ser la otra, y a todas y todos se les ve el plumero y bien marcadas están sus cartas con el sello de los «demócratas más belicosos de ultramar».

Y quien no quiera verlo, que lo lea todo como un cuento… y que espere las nubes pasar.

P.D.: Nos dijo la secretaria general en comunicado oficial sin preguntas que su principal activo político puso su cargo a disposición del partido, pero que la ejecutiva no lo aceptó. Ay madre! Quizás debió decir que ese activo puso su cargo a disposición de la ejecutiva, y que el partido no estaba… ni nadie le esperó!

OTAN No, Bases Fuera