Un dominio propio

Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.


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Estamos llegando muy lejos

Jorge Javier Vázquez anuncia su retirada temporal de la televisión: «Hasta siempre, valió la pena». Dice que necesita parar para cuidarse, y la vicepresidenta del Gobierno, ahí es nada, le muestra con un cariñoso mensaje su solidaridad y apoyo, despidiéndose públicamente del presentador.

Nos dicen esto hace diez años y nos da un síncope. Pero ahora, todo es un despadre de tales dimensiones que cualquier cosa puede amortizarse desde el impresentable juicio emotivo de realidades distorsionadas.

Después de darle un giro a los objetivos televisivos, azuzar la estupidez humana hasta límites degradantes, expandir el cotilleo más lascivo y llenarse los bolsillos hasta decir basta, Jorge Javier siente que necesita cuidarse.

Que sus fans opten por el delirio pidiendo firmas para que el programa «Sálvame» sea declarado Bien de Interés Cultural hasta se comprende en el bucle de ese esperpéntico mundo. Pero que Yolanda Díaz opte por escribrir «Cuídate mucho ❤️ Vuelve cuando quieras, tu público estará esperándote» resulta desquiciante. Como si no hubiera otras personas y otras situaciones más preocupantes y urgentes. Julian Assange, por poner un ejemplo, todavía está esperando que el universo periodístico y los representantes políticos luchen por un mínimo de dignidad.

Es como la gota que colmó el vaso. No voy a preocuparme ni un minuto más en los posicionamientos y razonamientos de las y los defensores de Sumar, porque hasta aquí hemos llegado.

A mi me resulta hasta vergonzoso en términos de análisis socio-políticos mantener un debate sobre la posición ideológica de éstos personajes.

El colapso ha llegado. «Sálvame», ese programa de rojos y maricones según sus propias palabras, resulta que era un programa que promocionaba a la izquierda, pero nunca nos habíamos dado cuenta. Le pasaba como a otros muchos…, que no aciertan a trasladarnos bien sus mensajes.

O quizás sea yo (como apunta Jorge Javier) uno de esos ciudadanos de izquierdas que tiene grandes prejuicios con los programas (y políticas) del corazón.

OTAN No, Bases Fuera