Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.
Confiesa Pedro Sánchez, en tragicomedia televisada en directo, y como representante político de una Europa desquiciada, que en los últimos años la comunidad internacional ha mirado hacia otro lado. Pero su intervención es la dramatización de una inmensa mentira. En los últimos años, y desde 1948, la comunidad internacional (encabezada por EEUU y sus súbditos europeos), ha mirado siempre hacia Israel. Hasta tal punto, que le ha permitido invadir, ocupar, anexionar, asesinar y sostener en el tiempo un apartheid de consecuencias demoledoras.
Solo ahora, ante una evidente acción militar israelí que avergüenza hasta el más retrógrado desinformador, se comienza a escuchar que este estado paramilitar se ha pasado de la raya. Pero no nos confundamos, y que no nos lleven a error alguno. Desde el 14 de mayo de ese aciago año, y con la retirada de las tropas británicas de Palestina, se le ofrece a Israel la increíble opción de crear su propio Estado y, lo más incomprensible, la libertad para que se instale con una política agresiva y de dominio, hasta el punto de minimizar al pueblo palestino hasta ahogarlo territorial y económicamente. Las Naciones Unidas, en todo este tiempo, han declarado muchas veces que son ilegítimas y contra el derecho internacional las represalias continuadas y las detenciones llevadas a cabo por sus tropas, con la ayuda de unos colonos que siguen a pie juntillas las estupideces dictadas por vete tú a saber qué dios tan miserable, que si existiera de verdad sentiría vergüenza por tanta atrocidad.
Y como ocurre tantas veces, no son esos dioses los culpables de nada, sino unos representantes políticos vendidos al mejor postor, y que desde su apología del síndrome psicótico han favorecido, propiciado y respaldado una auténtica vulneración continuada del derecho a vivir de todo un pueblo. Véase con absoluta objetividad y neutralidad el hecho consumado, el actual mapa de Palestina. Y quien quiera revisar o minimizar mis palabras que se lo haga pensar.
Estamos ante un estado impulsor de las acciones más destructivas y protagonista de mil y un movimientos geopolíticos y estratégicos que van en paralelo siempre a la mezquindad más absoluta y al sometimiento de medio mundo. Siempre en nombre de su seguridad. Siempre desde un victimismo que lo que esconde es su implicación en la construcción de un imperialismo sin ambages. Y lo que ya nos faltaba es escuchar a mil periodistas y diplomáticos belicistas su parodia sobre el bombardeo del hospital, responsabilizando a quien haga falta menos a Israel.
Siempre asistimos al mismo episodio. La incapacidad tan evidente por parte de Occidente de dar un golpe sobre la mesa y hacer lo que se debió hacer muchísimos años atrás, aislar y romper todo tipo de relaciones con Israel, por una y mil razones que claman a los infiernos, siempre ha dejado las puertas abiertas al saqueo continuado. Pero no hay nada que hacer. Todos siguen mintiendo, porque todos viven y cobran con cheques manchados de sangre palestina.
Lo demás, es una e inmensa y triste representación. Y Ursula von der Leyen, Sholz, Macron y Biden, sus más dignos representantes. Nos dicen ahora (en boca del maravilloso Borrell) que triplicarán la ayuda humanitaria a Palestina, para llevar agua a los habitantes a los que nunca ayudaron a seguir viviendo en su tierra. Pero lo que no nos dicen es por qué los árabes nunca tienen el derecho de defenderse de Israel (aunque sí nos hacen llegar lo contrario, una y otra vez). Lo que no exponen es por qué en vez de ayuda humanitaria no mandan armamento, para defenderse como Estado al que continuamente le despojan de territorio. Y lo que no argumentan es por qué todas las niñas y niños de la franja de Gaza son despojo y los nacidos en Ucrania son angelitos de ojos claros.
Mientras escribo esto escucho a un tertuliano en la Sexta (Pedro Rodríguez, profesor de «Relaciones Internacionales») que nos preguntemos a quién beneficia todo lo que está sucediendo. Su maravillosa respuesta lo dice todo; a China y a Rusia.
El polvorín, como lo llaman muchos, no está en Palestina, sino en Washington, Bruselas y Tel Aviv. Y el polvorín lo sigue siendo porque periodistas, analistas y políticos han contribuido a naturalizar el horror. Algunos de ellos ahora lo están pasando mal, porque quedan en evidencia cuando un jurista de la corte penal les deja bien claro lo que son los crímenes de guerra que, hasta ahora, no veían. El bloqueo, el desplazamiento forzoso, ataques a la población civil, la ocupación…, son crímenes de lesa humanidad. Cómo han tratado a Palestina durante todo este tiempo es incluso denunciable. Y cómo siguen siendo títeres de Israel, también.
Hasta ahora no veían nada y, de repente, sienten una tristeza inmensa por todo lo que está sucediendo. Tanta ceguera es poco creíble. Como lo es la libertad de los medios de comunicación. Libertad sometida a los dueños de tanta humillación.
¿Cómo va todo? ¿Hacemos un repaso/anecdotario para intentar ver cómo funciona todo desde hace muchos años?
Lo han conseguido. Han destruido los servicios populares de los ejes más importantes de la administración del Estado (centros de salud, hospitales, institutos, colegios, oficinas de empleo, etc.) y nadie ha protestado. ¿Cómo lo han conseguido? Sencillo. La naturaleza ha obrado el milagro (con sus epidemias, incendios, calores y guerras) y ha ayudado casualmente a que el capitalismo más ruin pretenda salvarse ahogando a un alto porcentaje de la población y aupando a los cielos a un mayor número de sinvergüenzas. Sería un resumen un tanto acelerado y parco, pero muy próximo a la realidad. En el camino, la cara de estupefacción de millones de afirmacionistas acongojados con los precios de la gasolina, del aguacate, de la luz y de la habitación de hotel. ¿Qué le vamos a hacer? Es lo que hay.
El miedo y la opresión informativa han calado hondo, y ya es posible que cualquier noticia sea creíble, porque muchas son las barbaridades que han cegado la vista de las generaciones mejor preparadas del mundo occidental. ¿Se han preocupado éstas, mínimamente, de indagar para saber qué ha ido sucediendo?
Vamos por partes, ¿han escuchado, por ejemplo, lo que ha dicho el entrañable Antony Fauci sobre la vacunación. Es paradigmático; en el enlace que añado viene a decir sutilmente que la vacunación no ha servido para nada. “Esta no sería la primera vez, de darse el caso, de que una vacuna que aparentaba ser buena, en principio segura, en realidad hiciera que la gente empeorase”, dice. Empezamos bien…
¿Han escuchado los gritos de rabia e indignación que llegan desde África y los países más empobrecidos del mundo, hartos ya de EEUU, de Europa y de su explotación continuada desde tiempos inmemoriales? ¿Han atendido a las votaciones de la ONU, donde se aprecia claramente este proceder, y ya podemos confirmar que una serie de gobernantes están diciendo al mundo que hasta aquí hemos llegado? ¿O siguen teniendo pesadillas en sus sueños húmedos con Putin? A día de hoy, ya hay hasta quien se salta los protocolos oficiales y nos regala maravillosos gestos de indignación y rebeldía (esos que en Europa tanto se necesitan y han quedado sepultados bajo el fango de la desinformación). Observen qué le sucedió a nuestro querido Macrón hace bien pocas jornadas en su repelente visita a África. Es de lo mejor que he podido ver últimamente, y debería llevarse como performance a algún museo parisino. En Benin, un señor que aún no he identificado, se sacude la chaqueta con gesto evidente en la misma zona donde el señor presidente le toca. Perdonarme, me emocionan estas pequeñas historias que tratan de ocultar como si les fuera la muerte en ello.
¿Han escuchado a una líder aborigen, senadora por Australia, enfrentarse como pocas personas lo han hecho y encararse ni más ni menos que con la lugarteniente de los demonios y los infiernos, Isabel II de Inglaterra? A Lidia Thorpe la obligan a repetir discurso tras expresar con brazo en alto que jura solemnemente que será fiel a la colonizadora, su majestad la reina, al recibir posesión de su cargo en el Parlamento. Con diez bemoles.
Hay vida, donde hay rebelión. Europa, en cambio, está completamente entregada al fervor guerrero de sus amos. Hasta tal punto, que logra convencer a su población (recordémoslo, la más preparada del mundo mundial) de que debemos seguir a pies juntillas la labor humanitaria de Volodímir Zelenski. Claro está que tiempo después son muchas ya las personas que han visto que algo no va bien con este sujeto, pero ya es tarde, como siempre. El nazismo ya ha echado raíces y Ucrania, después de muchos años de propaganda y promoción del odio hacia todo lo ruso, ha terminado por cometer los actos más execrables que se puedan imaginar. Y como este capítulo es fundamental para entender lo que ha ido sucediendo, proponemos tres episodios que son fiel reflejo de mis palabras.
Como todo acto premeditado y bien elaborado, los gobernantes ucranianos, con la ayuda inestimable de los Estados que más desunen el mundo, fueron capaces de diseminar la rabia entre sus habitantes, para que después, en una futura guerra que sabían iba a acontecer, fuesen al frente a asesinar a una población que lleva casi diez años siendo diezmada y violentada. Un claro ejemplo lo tenemos en Petró Poroshenko, que aburrido de la vida fue a la ciudad portuaria rusófona de Odesa, en el sur de Ucrania, el 23 de octubre de 2014, para decir ésto: Porque nosotros tendremos trabajo, ellos no lo tienen (ni lo tendrán). Tendremos pensiones, ellos no las tienen (ni las tendrán). Tendremos ayudas para las personas, los niños y los jubilados, ellos no las tendrán. Nuestros hijos irán a la escuela primaria y al maternal, los suyos permanecerán sentados en sus sótanos. ¡Porque no son capaces de hacer nada!. Es así, y precisamente así, que ganaremos esta guerra.
¿Han escuchado las declaraciones de la secretaria de Estado Adjunta de EEUU para Asuntos Europeos, en las que sin pelos en su lengua nos recuerda “Que se joda la UE”? Declaraciones filtradas de una conversación diplomática, como se ve, nada diplomática, pero que concuerda a la perfección con lo que le ocurrirá posteriormente a los dóciles habitantes europeos, tan mansos y amantes de la democracia estadounidense. Adjunto enlace elegido a propósito, para que se puedan observar muy bien las restricciones y dificultades que hay para contar aquello que acontece y se desea ocultar constantemente. Es decir, lo hago para que se sepa muy bien que informar no es fácil, para que se sepa bien que la libertad no existe en Europa, y para que se sepa bien cómo nos tratan.
¿Han escuchado lo que sucedió en el Parlamento griego, cuando Zelenski tiene la osadía de presentarse con un nazi ante ellos, como quien no quiere la cosa? Y mientras, en todos los parlamentos europeos, incluido el magnífico parlamento español, se aplaude a un líder que está destrozando su país, acompañado de una banda de crueles personajes capaces de coger como escudos a la población civil pro rusa y desatar el pánico con sus atrocidades?
No sentí tanta vergüenza desde hace mucho. Millones de personas aplaudiendo a un impresentable, difundiendo el nazismo y favoreciendo el declive de Europa. Millones de los que ahora muchos se hacen el sueco, visto cómo va a terminar todo y vista la portada del Vogue. Y en unos meses volverán a hacer el ridículo con cualquier otro episodio internacional, apoyando una nueva barbarie y dando alas a quienes nos consumen en la hoguera de sus vanidades.
Llevo tiempo escribiendo desde esa desazón tan perturbadora y triste. Ahora, instalados los malos augurios entre la población, gran parte de ella está sumida en el caos, como el mundo, agitada por las constantes exhibiciones de prepotencia del gabinete de Biden, y no sabe quiénes son los culpables de tanta humillación. Es demoledora está constatación pero es real. Una inmensa mayoría de la población solo es capaz de llegar a decir que Putin es un prepotente, que el mundo está mal, y que ojalá termine la guerra pronto. Es impresionante, y no tiene ni idea de que la OTAN y sus jefes, están atizando Kosovo, el Pacífico entero, Armenia, El Sahel, América del Sur y la Cochinchina. Todo ello después de haber provocado en Ucrania una catástrofe sin inmutarse.
El otoño va a ser muy divertido. Pero necesito insistir en ello. Todo lo que nos va a suceder es poco. Es absolutamente impresentable que las generaciones mejor preparadas sean las más castigadas, por su propia ignorancia, por su propia adhesión a la causa; al capitalismo dando sus últimos coletazos caiga quien caiga.
Ánimo afirmacionistas, creyentes de todo, fieles lacayos de los medios. Ánimo, porque lo vais a necesitar. Día si día también leer con atención y seguir vuestras vidas, como si no pasara nada. Seguir, y sonreír al nuevo mundo. El circo no va a parar, cada semana nos tratarán como imbéciles.
Y así sucede cuando nos llegan noticias sobre Afganistán con el asesinato de otro líder de Al Qaeda. El mismo proceder (y teatro) se dio hace once años con un acontecimiento que ya dejó muchas lagunas (en mi, claro está, no en el mundo), y que deseo subrayar antes de retirarme al final de mis vacaciones. Benazir Bhuto fue aniquilada allá por 2007 poco después de que en una entrevista afirmara que Ben Laden habría muerto antes de que Obama lo hubiera “eliminado” en 2011.
La última y, tristemente, verdadera noticia es la política de apartheid diseñada por Israel y que tan bien pone en práctica contra el pueblo palestino. Con el beneplácito de nuestro mundo, de nuestros representantes que no lo son, de nuestras democracias que no existen, y de la ciudadanía, si, de la ciudadanía, que con su silencio, su permisividad y su patética actuación en relación a las guerras y la pobreza lo único que hace es permitir que todo siga igual, permitir que su maravillosa creencia en el capitalismo horade hasta los últimos surcos que subyacen bajo sus sangrantes heridas.
Todo un poco increíble verdad… Hay que tener mucha bajeza moral y aversión hacia el buen trabajo profesional para hacer público este titular. Pues todo ello no representa sino una milésima parte de la cruda realidad. (Lo ejemplifica muy bien también la dimisión de la directora de Amnistía Internacional en Ucrania. Su organización ha dejado claro que el ejército ucraniano pone en peligro a los civiles, al utilizarlos como escudos humanos constantemente. Y como ese informe pone en evidencia el proceder de Ucrania en esta guerra, va y deja su cargo, enojada porque todo es propaganda pro-rusa. Imaginen qué está sucediendo realmente para que una organización como AI sea capaz de realizar dicho informe.)
Y en medio de toda esta parodia, interpretada a la perfección desde el afirmacionismo, a todos nosotros y nosotras y a los de más allá, sin despeinarse en absoluto, nos han aniquilado y desmantelado la mayoría de los servicios sociales, obligando a los dirigentes de los estados (que se eligieron para mejorar las condiciones de vida de las mayorías), a subir y subir y subir los presupuestos en gastos militares. Porque nos va la vida en ello, dicen. La vida de nuestras democracias de pacotilla, que se jactan del desarrollo insostenible usurpando todos los recursos que encuentran a su paso. Al paso delictivo de un colectivo del que no debemos olvidar, formamos parte.
Ahora que vienen el sol y los viajes, tiempos de comprar y gastar, piensa. Hay movimientos, formas de solidarizarnos, acciones comunes que pueden ir más allá. Puede que algunos hasta se pongan nerviosos, e incluso te tachen de todo menos de pacifista. Hay campañas, y también posicionamientos personales llevados a cabo con reflexión y análisis crítico. Cada vez que el dinero se mueve beneficiamos a alguien. Solo se trata de redirigir esos beneficios, para contrarrestar mil y una violaciones que suceden cada día.
El Movimiento BDS se lanzó el año 2005, y no hay mucha información al respecto. Enfrente, tiene a todo un imperio que Occidente pone sobre un pedestal y que tiene manos libres para hacer uso del bien y del mal como el gran justiciero universal.
Tal y como señala Omar Barghouti, cofundador del movimiento, «El BDS es un movimiento no violento de derechos humanos que aspira a la libertad, la justicia y la igualdad para el pueblo palestino, basado en el derecho internacional y los principios universales de derechos humanos. Su lucha no violenta nunca ha sido contra los judíos o contra los israelíes en tanto que judíos, sino contra un régimen injusto que esclaviza a un pueblo con la ocupación, el apartheid y la negación de los derechos de los refugiados, reconocidos por la ONU.
Se necesita una desobediencia civil generalizada contra ésta y todas las demás leyes draconianas de Israel, como hizo el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos y el movimiento antiapartheid sudafricano. Las leyes injustas y contrarias a la ética no deben obedecerse. Las personas de conciencia deben desobedecerlas colectiva y activamente, y eventualmente repudiarlas».
Necesitamos tantas cosas… Pero estamos abandonados, sin fuerza, sin respaldo, sin los medios… Mientras Palestina continúa desplazada, al otro lado del muro, programada para desintegrarse lentamente, muy lentamente…
Es inconcebible tanta desidia y tanto respaldo institucional al opresor. Nos debemos a la paz, pero para ello hemos de luchar por la justicia y tenemos que ser conscientes de la importancia de estar en movimiento…
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