Un dominio propio

Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.


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La Guerra Mediática (III)

Los cuatro jinetes de la «Democracia Europea»

Del mismo modo que al hablar del matrimonio podemos hacer alusión a la endogamia o la exogamia, al matrimonio por captura o por consentimiento, referirnos a la monogamia y la poligamia, a la poliandria y a otros muchos factores e ingredientes que hacen de ésta institución social una costumbre que ha vivido muchas alteraciones, lo mismo deberíamos hacer con el concepto de Democracia.

Sabemos que desde los análisis de las “formas reales de gobierno” realizados por Aristóteles hasta hoy ha habido transformaciones muy profundas, y también sabemos que los diferentes tipos de gobierno que se han ido estableciendo a lo largo de la historia han estado siempre más cerca del poder que de la ciudadanía. Desde el siglo V antes de Cristo, al menos en el uso teórico del término (porque su implantación generalizada bien podría decirse que apenas ha tenido una repercusión real en ningún lado), cientos de filósofos, pensadores, politólogos, ideólogos, y un sinfín de predicadores, se han ido posicionado con respecto a esa combinación que habría de darse entre los factores políticos, económicos, el estado y sus leyes y el conjunto de la ciudadanía. Y en líneas generales, podemos llegar a la conclusión de que nos han estado tomando el pelo.

Es lógico que pararte a pensar en la Edad Media o en el periodo de entre guerras sobre cuál habría de ser el sistema perfecto para administrarnos mejor como sociedad nos llevaría a posicionamientos bien diferentes porque partiríamos desde premisas altamente contaminadas por el ritmo de los acontecimientos. Pero ello no nos puede nublar la mirada para ser incapaces de ver que el pueblo, siempre, termina bajo el yugo de grupos sociales dominantes. Es igual que hablemos de ciudades-estado o de estados nacionales; la amenaza siempre ha sido constante y las democracias no han dejado de estar asediadas o, en el peor de los casos, abortadas antes de que pudieran florecer en el descampado de la esperanza.

Actualmente, y para ir concretando, basta señalar que lo único que experimentamos es el señuelo de la democracia, y basta comprobar para ello la ingente cantidad de reglamentaciones existentes para, precisamente, negar a la ciudadanía su posibilidad de participación. Queda claro que quienes dicen ser nuestros gobernantes se apropian de todas las licencias  para consagrar sus arbitrarias formas de articular el poder, y subsiste así una estrategia que inmediatamente conduce a  una ruptura importante entre las estructuras estatales y el conjunto de la sociedad.

No hay más que observar la foto de los cuatro mandatarios reunidos en Versalles días atrás, que sin vergüenza alguna manifiestan cómo ha de ser el futuro de la Unión Europea. ¿Quiénes son Merkel, Rajoy, Gentiloni y Hollande para determinar por obra y gracia del espíritu santo el devenir de millones de personas de las que pasan olímpicamente?

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Estamos enfrentados a manipulaciones sociales de alta intensidad. Y los medios de comunicación, en vez de plantearse qué clase de legitimidad y en base a qué criterios (u órdenes) se establece dicha cofradía, celebran el enorme valor de éstos inadaptados sociales para salvar Europa de una catarsis que ellos mismos manipulan. El núcleo duro de la intransigencia!

Su único fin es limitar la defensa de nuestros derechos y profanar los valores de nuestras libertades, y nos someten “en nombre del bien común”.

Uno de los mayores males de nuestras democracias es que se ha ido extendiendo la creencia de que las leyes son el fundamento de las causas justas. Y viene bien recordar a Montesquieu, “Una cosa no es justa por el hecho de ser ley. Debe ser ley porque es justa”.

No conozco ninguna definición de Democracia que se ajuste a nuestra realidad política y social. Por tanto, es urgente no permitir que se siga hablando de ella desde el menosprecio generalizado, y disponernos a renombrar nuestro sistema de gobierno con cualquier término que le haga, esta vez sí, justicia.

En cambio, conozco miles de ejemplos y argumentos que confirman la tesis de que estamos imposibilitados para poder hablar del “gobierno del pueblo”.

La manipulación del lenguaje es una carga pesada que debemos abandonar.

Capitalismo y Democracia son incompatibles. Es más, el primero solo busca la concentración de poder contra la posibilidad de abrir cauces de participación ciudadana y tiene una visión instrumental de la democracia. Esto es, ésta únicamente es buena cuando funciona dentro de un marco determinado de relaciones sociales y de propiedad. Tal y como señala James Petras, el capitalismo tiene una visión relativista: “Cuando extiende sus intereses y fortalece sus posiciones estatales está en la onda democrática. Cuando sus intereses están violados y amenazados, pasan a la política opresora y apoyan un régimen autoritario.”

Todo indica que la gente no comprende realmente lo que nos han hecho. Solo tenemos el derecho de aceptar lo que otros deciden por nosotros. A eso le llaman Democracia y aun así se sigue yendo a votar.

Grecia fue quien marcó el camino de la democracia, pero también donde se crearon el drama y la farsa para sus espectáculos teatrales. Y como perfecta representación de dichos elementos, a la que hemos asistido estos últimos años, tenemos el ejemplo perfecto de lo que hoy se entiende en Europa por Democracia. Con Alemania al frente, y con el excelente trabajo de los medios de comunicación, nos han hecho creer que el país heleno no es sino una banda de irresponsables defraudadores y que por ello han caído en desgracia.

Es cierto, hicieron muchas cosas mal, pero fue todo un entramado financiero y político el que ocultó una miserable maniobra. Cuando Grecia fue admitida en la zona euro nuestras queridas instituciones, a pesar de su evidente fragilidad y de sus escasos recursos, consideraron que existían todas las garantías necesarias para recibir créditos masivos y baratos. Llovieron sobre Atenas ofertas de financiación a tipos de interés de risa, en particular por parte de bancos alemanes y franceses que incitaron a los gobernantes helenos a endeudarse a bajo coste y a largo plazo para adquirir principalmente material militar alemán y francés.

Hoy podemos hablar de un país humillado y aniquilado, que ha perdido el 26% de su PIB, donde los salarios han bajado un 14%, el 20% de la población no puede permitirse una comida y donde la falta de vivienda se ha triplicado en los últimos años.

Son algunas de las consecuencias concretas de lo que permite y subvenciona la Unión Europea. Una unión que establece sus parámetros de actuación en términos de dinero, y de la que podemos decir con tranquilidad que no basa sus acuerdos a partir de la solidaridad, sino desde la estrategia de los mercados. El euro, que supuestamente iba a ser el primer punto de partida para la integración está resultando ser el mecanismo perfecto para abrir la brecha de la desigualdad y la existente entre los países fuertes y los débiles.

Hay lecciones que nunca deberíamos olvidar, pero el rodillo de la guerra mediática sostiene con precisión las mentiras y el sillón que hay que respaldar. Alemania quedó humillada por el Tratado de Versalles, y casi 100 años después hace lo propio con el pueblo griego, un pueblo que le brindó su ayuda en 1953 en el Acuerdo de Londres.

Este Acuerdo sobre la deuda externa germana consistió en la quita o anulación de una gran parte de esa deuda por parte de los países acreedores. Grecia formaba parte de ese grupo y votó a favor. Así, este hecho fue clave para la rápida reconstrucción de dicho país, hasta el punto de que su crecimiento supuso su resurgimiento como potencia mundial.

Ningún Sistema Político que depositara su confianza en el poder del pueblo obraría de tal manera permitiendo hechos tan lamentables como los que protagonizan nuestros impresentables gobernantes. Pero este es tan solo un capítulo, una nimiedad en el vasto territorio que ocupan las inexistentes democracias.

Para quien no lo haya visto, tiene aquí la oportunidad. Deudocracia, un documental que busca las causas de la crisis y de la deuda en Grecia, y que propone soluciones que los gobiernos y los medios de comunicación dominantes ocultan y lo seguirán haciendo…, hasta que ya sea tarde.

Por favor, dejad ya de hablar de democracia.

Colaboración para Iniciativa Debate

 

 


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Nada cambia

Tela de Araña

Photo by Joséluis Vázquez Doménech

Photo by Joséluis Vázquez Doménech

El ataque intencionado de un ciudadano francés de origen tunecino contra la multitud, a los mandos de un camión, ha sido desde el primer minuto considerado por todos los medios un «atentado terrorista, yihadista, islámico, y continuación de la guerra contra Occidente que llevan adelante grupos extremistas».

Hollande, fiel a la ceguera que le caracteriza, y belicoso desde su corazón imperialista, nos hace llegar en su primera comparecencia que «toda Francia está bajo la amenaza terrorista, … es innegable el caracter terrorista del ataque, … somos fuertes y seremos más fuertes, lo juro, … y vamos a reforzar aún más nuestra acción en Siria e Irak».

¿Qué culpa tendrán los pobres sirios e iraquíes, que viven acciones como ésta día sí y día también? ¿Qué culpa tendrán, de que un ciudadano decida matar a casi un centenar de personas en Niza?

Es más que probable que los medios (y el propio Daesh) sean capaces de buscar una aguja en un pajar y dictaminen que hay una clara vinculación con Mohamed Lahouaiej Bouhlel, a pesar de que los servicios secretos y todas las fuentes policiales no tuvieran indicio alguno de ello. Pero os puedo asegurar que hay muchas más clarividencias para poder reconocer las razones de la «presencia» de Francia en Siria, Iraq, Mali, Níger o Somalia. Pero éstas no os las van a contar, no vaya a ser que vayáis ni tan siquiera a dudar de que Francia (desde hace tiempo), hubiera dejado de ser amiga de la libertad, la igualdad, y la fraternidad.

Estas palabras no dan la espalda al sufrimiento y al dolor causado por esta nueva tragedia, ni pretenden justificar acción alguna, ni permiten abrir los ojos al mundo conspirando contra la verdad oficial. Tan solo pretenden añadir nuevas piezas al puzzle, y que cada cual lo intente completar como pueda. 

Aquí os dejo tres pequeñas historias, para que podáis tejer vuestra propia tela de araña, y mi deseo de que tengáis un estupendo fin de semana.

https://cronicasdelhelesponto.wordpress.com/2016/02/01/de-damasco-a-paris-3/

http://www.nazanin.es/?p=12339

http://www.attac.es/2013/02/08/%C2%BFque-hace-francia-en-mali/


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Monsieur Hollande: Merci Beaucoup

Breves: Perlas en el camino

(Cosas que pasan)

Las redes sociales pueden inundarnos con las mismas noticias, con iguales mentiras, y hasta pueden colapsar nuestra paciencia y deseo de saber. Pero en otras ocasiones, muy pocas, tenemos la posibilidad de acceder a pequeños cofres que siempre viene bien poder romper.

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El actual mandatario de Francia batió el récord de impopularidad obtenido por presidente alguno a lo largo de su dilatada historia.  A día de hoy, su espectacular subida en un breve lapsus de tiempo nos viene a mostrar para qué sirve el miedo, y qué influencia tienen las guerras. De un 17 a un 45% como quien no quiere la cosa, mientras con su semblante serio y decidido recorre el mundo pregonando las bonanzas de los ataques aliados.

Lo que muchos podemos llegar a pensar sobre los modos de actuación de los Estados y de sus políticas violentas, o lo que podemos llegar a comprender analizando los resultados de sus acciones, son las más de las veces reflexiones o análisis de difícil comprobación, bien porque no tenemos acceso a la información precisa, o bien porque ocultan la verdad y nos invaden con sus falsas programaciones.

Pero siempre quedan perlas por el camino, las han ido dejando todos y cada uno de los tristes protagonistas de este mundo. Y debemos compartir cada noticia que sea un destello, cada archivo que nos aporte un poco más de luz. El año 2008, François Hollande concedió una entrevista en una terraza de París a un periodista francés. Por aquél entonces era Presidente del Consejo General de Corrèze, y quien ocupaba el cargo en el Palacio del Elíseo era Nicolas Sarkozy. 

Una serie de acontecimientos protagonizados por facciones de izquierda, y en la que apenas había actividades delictivas más allá de algún sabotaje a alguna línea del tren llevaron al fiscal, probablemente a instancias de arriba, a decidir que se trataba de actos de terrorismo. El posterior juicio (la instrucción de Tarnac) fue un acto de publicidad masivo, y se creó un ambiente muy enredado en torno a él, al parecer con innumerables excesos tanto en la investigación como en la instrucción.  

La entrevista hay que situarla en ese contexto, y en este corte de cinco minutos François Hollande viene a decir entre otras cosas que… «Al más alto nivel del Estado no es raro que se juegue con las causas terroristas, con la intención política de crear un clima de amenaza y con el objetivo de justificar medidas de seguridad o la imposición de leyes más represivas. De ese modo se consigue dar una imagen impactante y eficaz del poder, y lógicamente favorece al gobierno en funciones». ¿Quién da más?. Cosillas sin importancia. *** (dejo la traducción de la entrevista al final de este artículo) 

Y por si no fuera un poco esclarecedor, aquí tenemos al Ministro de Asuntos Exteriores de Francia, Laurent Fabious, víctima de un «breve malestar», años después al enterarse de que se han hecho públicas esas palabras de su presidente. 

http://www.francetvinfo.fr/politique/video-laurent-fabius-victime-d-un-bref-malaise-a-prague_1054645.html

Y para cerrar el círculo y observar cómo se las gastan en Francia, no debemos acudir muy lejos. Thomas Fabious, hijo del Ministro Laurent, debería traer también por la calle de la amargura a ese gran Estado y a ese gran Pueblo. Pero como nada importa, y mucho menos la pobreza en el mundo, dejo noticia de sus andanzas…, entre las cuales tenemos que no hace mucho se dejó 3´2 millones de euros en las ruletas de Las Vegas, en una sola noche!

http://www.elperiodico.com/es/noticias/internacional/eeuu-emite-orden-detencion-contra-hijo-ministro-frances-asuntos-exteriores-4632284

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*** 2008: Titular, F. Hollande acusaba al gobierno de la época (de Sarkozy) de “inventar” acciones terroristas para justificar medidas de seguridad.
-¿Piensa Vd. François Hollande que hoy en nuestro país, las cosas que tocan a las libertades están en peligro?
Creo que en el nombre de una causa que es justa, necesaria, que es la lucha contra el terrorismo, se está haciendo unos amalgamas y confusiones, es decir que cuando uno ya no está en la norma, cuando uno tiene un comportamiento marginal/desviado, fuera de la ley, entonces se le puede asimilar a un terrorista. Eso, en este caso, se trata de un atentado a las libertades.
-¿Por qué actúan así, por qué el poder político actúa así, en su opinión?
Primero porque creo que hay una especie de movimiento político, que consiste en dar el sentimiento de que hay una amenaza a la cual responde el poder, que hay una intención política…
-¿Significa que estarían inventando la amenaza?
No, no la inventan, pues sucedieron actos, catenarios[1], a los cuales otorgan un sentido, un alcance/impacto, se sirven de lo que sucedió para justificar la intervención securitaria del poder y su eficacia.
Segundo, hay una forma de deriva securitaria que justifica leyes cada vez más represivas en el nombre de una amenaza que a veces es real/verdadera, a veces puede ser virtual y a veces inexistente.
-Ud. ha dicho sin embargo que el poder político podría también favorecer la cualificación de actos reprensibles como actos terroristas para que el pueblo/la gente se sienta más en seguridad con ese gobierno?
Creo que ya tenemos bastante que hacer/tratar (estamos bastante atareados) con el terrorismo real para no andar inventando uno que no existe, que concierne otros procedimientos.
-¿Pues, por qué el poder inventa?
Quizá para mostrar una eficacia que en otros terrenos (cuadros) sociales o económicos, brilla por su ausencia.
-Son graves acusaciones, Sr. Hollande…
Creo que es muy grave, lo de acusar a hombres y mujeres, privarles de libertad y acusarles de terrorismo, eso es muy grave. El error que cometió la Ministra del Interior[2], fue que ella teorizó a partir de no sé qué libro, no sé qué comportamiento de supuestas redes, teorizó la existencia de una izquierda, ultra-izquierda, cuyos supuestos doctrinarios habría que poner fuera de condiciones de perjudicar.
Creo que antes de lanzar tales acusaciones, hay que observar vigilancias y aún ejercer represiones, cuando materiales públicos o que pertenecen al Estado son perjudicados; pero de ahí a imaginar un escenario en que el terrorismo sería presente, en el corazón mismo de nuestras comarcas (pueblos)… Ahora si se demuestra que esos jóvenes no tienen nada que ver, incluso por los actos de que los supusieron culpables, en este caso, se necesitarán disculpas de parte de la ministra del interior.
-Luego, si se lee los libros, si se busca a sus autores, y si se interpreta sus textos, y que se va a buscarlos manu-militari en Corrèze[3], para ponerlos en la cárcel, eso es preocupante.
Tenga cuidado con lo que va a imprimir, a difundir, pues nunca se sabe…[4] Vd también podría pasar por ahí!
Y lo que es inquietante en este caso de Tarnac, es que uno se dice, ¿qué podría pasar?… la literatura está llena de delirios…  y cuando se empieza a leer aquellos textos, se puede imaginar que esa ficción engendre una incitación al consumo del acto, y uno se encuentra de repente atacado, la verdad, es que eso es bastante inquietante…
-Ud. me parece en plena forma, muy sonriente, está muy claro, esta tarde.
[1] El contexto de la época: fueron acusados unos jóvenes anarquistas que presuntamente sabotearon líneas de TGV (AVE).
[2] Michèle Alliot-Marie era Ministra del Interior de la derecha (UMP) hasta el 2009
[3] Región del centro de Francia de donde originarios los activistas.
[4] El tono es irónico.


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17 de noviembre de 2015

Breves: Malos Presagios

Me gustaría estar equivocado

Cuando esta noche todos los canales de televisión retransmitan desde Wembley la actuación coral más grande del mundo y escuches el himno de la marsellesa cantada en directo por noventa mil espectadores, y de noche la luz de la emoción desborde todos tus sentimientos, haz un esfuerzo y piensa por un instante lo que se esconde detrás de ese inmenso escenario.

Casi en el mismo instante en que un aluvión de lágrimas inunde nuestras casas y  millones de ciudadanos asistamos al acto más conmovedor del siglo veintiuno europeo, tus representantes políticos vendrán de firmar una clausula comunitaria por la cual todos los países de la Unión (sin excepción) se comprometen a ayudar a Francia de forma colectiva, dado que este país ha sufrido un “acto de guerra”.

Al mismo tiempo, Hollande ya habrá propuesto cambiar la Constitución Francesa para luchar contra el terrorismo con un endurecimiento de las medidas militares y judiciales. Y ese cambio supondrá el desmantelamiento de toda esperanza para miles de refugiados que, casualmente, están a las puertas de Europa. Todo lo relacionado con la posibilidad de expulsión, aumento de penas o retiradas de nacionalidad será revisado y se estipularán legislaciones paralelas con el fin de activar todos los mecanismos de control y seguimiento. Del mismo modo, nosotros seremos protagonistas de la incipiente llegada de mayores recortes a nuestras libertades.

Cuando esta noche toda la conmoción del mundo se instale en tu sala de estar (nunca a un habitáculo se le dispensó un nombre tan preciso) recuerda conmigo esta jornada, porque probablemente podamos llegar a decir en un futuro no muy lejano que tal día como hoy se instalan los cimientos de un nuevo tipo de totalitarismo, una nueva regulación del sistema político donde la pretensión de las Empresas Estatales de dirigir y controlar todas las facetas de nuestras vidas irán tomando cuerpo de ley.

Y como ley…, te obligarán a que se cumpla.

Photo by Joséluis Vázquez Domènech

Photo by Joséluis Vázquez Domènech


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Vientos y Tempestades

Je ne suis pas (seulement) Paris!

Hasta ayer yo no era París, y no veo razón alguna para que en un día mi conciencia de un revolcón y me reconvierta en algo diferente a lo que siempre he procurado ser.

(el ataque de Estados Unidos a MSF en Afganistán deja 30 muertos)

Yo soy Joséluis, y a veces, a duras penas. No me reinvento cada día, bien al contrario, me cuesta forjarme un ser y proseguir luchando por mi forma de comprender.

(vaya!, el mismo día, en Líbano, tengo noticia de que un atentado ha dejado 43 muertos y 239 heridos)

Francia está acordonada por la policía. Ya lo estaba antes del atentado. Es sorprendente, cuantos más policías hay más ataques tienen lugar. Han cerrado las fronteras, pero me temo que las explosiones no han tenido lugar porque éstas estuvieran abiertas.

(en lo que va de año, más de dos mil quinientas personas han muerto intentando cruzar el Mediterráneo, que se sepa)

El mundo está preparado para la guerra, ya lo vienen avisando desde hace tiempo. Y uno de los que más nos lo está recordando es el propio país vecino.

(Veintiocho de septiembre de dos mil quince. El presidente François Hollande confirma la destrucción de un campo de entrenamiento del EI en Deir ez Zor, al este de Siria. “Nuestras fuerzas han alcanzado su objetivo”, dijo el presidente galo, “Francia actúa para encontrar una solución en Siria y para protegerse”)

No hace falta buscar una concatenación de hechos con los cuales se pueda escribir una narración cierta. Basta con contar una serie de acontecimientos para ver como progresan sus trampas y las mentiras.

(nuevos bombardeos de la coalición en Yemen dejan más de 80 muertos)

Lanzan ofensivas en Oriente Próximo y África y dicen que actúan en legítima defensa. ¿Sabéis cuántas incursiones ha habido en los últimos cien años?

(En 1975, la OPEP aceptó oficialmente vender su petróleo sólo en dólares. Un acuerdo militar secreto de EEUU para armar a Arabia Saudita fue la contrapartida)

Si alguien piensa que estoy justificando un acto terrorista es que aún no se ha tomado su tiempo para detenerse a pensar que la violencia, genera violencia, y que quien vientos siembra con tempestades se acuesta.

(Hasta noviembre del 2000, ningún país de la OPEP se atrevió a violar la regla de los precios en dólares. Pero fue en noviembre cuando los franceses y otros miembros de la eurozona convencieron finalmente a Saddam Hussein para que desafiara a los EEUU para hacer la transacción de «petróleo por comida» de Irak no en dólares, la divisa «enemiga» como la llamaban ellos, sino solamente en euros. Los euros estaban depositados en una cuenta especial de las Naciones Unidas en el principal banco francés BNP Paribas)

Se han escuchado gritos en árabe antes de que comenzaran a disparar. Es sin lugar a dudas muy importante que sepamos que alguien es capaz de hablar ese idioma antes de que empiece a matar. Los drones no hablan, articulan extraños ruidos de combate sin cesar.

(matan en Israel a un eritreo que recibe patadas y escupitajos antes de morir)

Uno lo ha pensado muchas veces y ve las cosas más sencillas. Intenta observar cómo suceden los hechos sin entrar en disquisiciones y manipulaciones mediáticas absurdas. El planeta está lleno de bases militares, o lo que es lo mismo, de Operaciones Especiales de EEUU.

(más de 36.000 militares participan en las mayores maniobras de la OTAN de los últimos tiempos. Que no cunda el pánico, están para defendernos)

Google Images - Refugiados Sirios

Google Images – Refugiados Sirios

Intelectuales y periodistas, radiantes en tamañas jornadas informativas, observan con precisión quirúrgica la imperiosa necesidad de abrir puertas a la confrontación. Quince de noviembre de dos mil quince, el diario El País tiene a bien regalarnos un titular a cinco columnas en el que podemos leer: “Guerra al Estado Islámico”. Así, como quien no quiere la cosa, animando a sus lectores al amor eterno. Y uno de sus colaboradores (José Ignacio Torreblanca) escribe en el interior de la biblia del vil metal que ante una amenaza tan brutal las democracias tienen todo el derecho a emplear la fuerza militar.

(solo evaluando las acciones realizadas por Francia en el continente africano, las injerencias con las que nos encontramos son tantas que uno no sabe muy bien cómo es posible que este país pretenda abanderar nada que tenga que ver con la libertad)

Todo sea por invadir, que está de moda. Los norteamericanos señalan con el dedo, y cientos de escritores incluso opositores manchan su tinta con apreciaciones encomiables.

(suscriben manifiestos para cambiar de régimen en Libia o Siria, porque en estos casos, no sería una agresión colonial, sino una operación para derrocar a un dictador e implantar formas que ellos llaman democráticas de gobierno)

Una civilización que coloniza sin piedad y que justifica todos y cada uno de sus movimientos es una civilización enferma. He de recordar que vivimos y somos parte de esa civilización.

(el terrorismo viene siendo la justificación adecuada esgrimida por quienes dicen luchar contra él a la hora de invadir países; Boko Haram “surge” en Nigeria, la economía más grande y potente del continente africano)

Para investigar el ataque contra el hospital de Kunduz de Médicos Sin Fronteras (¿se puede hacer algo más horrible?), y según el Convenio de Ginebra, bastaría con que uno solo de los países firmantes del acuerdo pidiera la apertura de una comisión humanitaria internacional. Cuarenta días después, ni un solo país la ha solicitado.

A las pocas horas del atentado todos los dirigentes occidentales lo tienen claro; hay que actuar conjuntamente. Su habilidad para resolver estas situaciones y sacarnos de dudas es todo un decálogo de aprecio hacia unos intereses ya pactados con anterioridad. La verificación de sus pruebas es ya un hecho y puede proseguir la matanza.

(sube el telón sobre el gran escenario y Obama irrumpe como primer mandatario para hablar en nombre de todos. “Este es un ataque contra la humanidad… Los franceses han sido un aliado extraordinario contra el terrorismo, y nosotros queremos serlo también para ellos”)

No se cansan de avisarnos. Hollande dice que “estamos ante un acto de guerra y que Francia… será implacable”. Rajoy riza el rizo y nos hace ver que ellos son los buenos: “Estamos en una lucha entre civilización y barbarie”. Y a su vera, el inconmensurable Aznar nos cuenta que “la defensa de la paz… tiene un precio”. Es demoledor, tener que escuchar demostraciones de prepotencia y negligencia de este tipo.

Mientras los ciudadanos no nos demos cuenta de que el propio sistema político es quien nos está dando la espalda, no veremos luz alguna.

Yo también siento. Es decir, no me libero de esa sensación de dolor que asola el mundo con tanta crueldad. Intento reflexionar y dar un poco de sentido a tanta incongruencia. Y por hoy no necesito escribir más. Ya hemos terminado de ver con qué vehemencia se implican en sus tozudas expresiones para dar alas a la violencia. 

Y no, no soy París, porque dentro de mí están Eritrea, Somalia, Nigeria, Palestina, Colombia, México, Libia, Líbano, Afganistán, y pronto hasta Marte. Y el día en que observe que por las redes sociales el dolor de un yemení alcance el impacto de los corazones occidentales, tal vez en ese momento comience mi adhesión a una nueva sociedad reconstruida.

Y espero que nadie, en su sano juicio, sea capaz tan siquiera de imaginar que albergo en mi interior la causa de atentado alguno. Pienso en mi zozobra, y lo expongo para abrazar a quien ya no puede más.

P.D.: invito a cualquier periodista, filósofo, sociólogo, analista o politólogo, que nos haga saber por qué… éstos atentados, y no otros miles que han surcado la tierra a lo largo de todo este siglo, son un acto de guerra…

colaboración para Iniciativa Debate

 


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París bien vale una manifestación

Indignaciones Selectivas

Antes de emplearme a fondo con el siguiente artículo y procurar ser resolutivo, temo que estaré obligado a responder a más de un interrogante. ¿Cómo dirigirme al público en general mostrando abiertamente que yo jamás iría a la manifestación celebrada en las calles de París? O lo que viene a ser lo mismo, ¿Cómo revelar, siendo consecuente, que rechazaría caminar tras esa pancarta a favor de “esa libertad”, y en contra de “ese terrorismo”?

En las mismas respuestas descubriremos el motivo de mi vil comportamiento, y las razones de un planteamiento generador de una más que agitada discusión.

Dicho así, bien pudiera parecer que soy un aciago personaje que habría que arrestar de inmediato, mas ello no sería sino testimonio y resultado de todo lo que van logrando con tanto trabajo. No estaría de más recordar que quien disiente del clamor popular corre el riesgo de perpetuarse en el olvido, sobre todo cuando dicho fervor proviene del discurso único e ininterrumpido.

Nos sumergimos ya en las enfangadas aguas de la democracia. La capacidad de expresarse libremente nos debería llegar a todos sin distinción, pero le compete a unos pocos imponer su voluntad y evidenciar con ella su aplastante verdad. No importa que yo pueda exponer un discurso solidario, pacífico o altruista. De nada sirve empatizar con el más débil, sobre cuya cabeza retumba el sonido de los drones o el dolor de la sed y la malaria. Sirve, únicamente, mostrar una simulación del malestar, la apresada indignación en el espectáculo informativo.

Mi aparente contradicción encierra parte de la respuesta. ¿Es posible pretender luchar por la justicia y no participar de esa eclosión que late en los miles de corazones de tantos manifestantes? No solo es posible, sino tal y como se construyen las historias, hasta necesario. La lectura deviene más nítida si somos capaces de observar que la verdadera incompatibilidad se hace fuerte sobre el asfalto de París, participando inconscientemente en el macabro juego de la guerra. Vamos por partes, y procura responder conmigo.

¿Irías a una concentración que propusiera el desalojo de sus casas a sus legítimos dueños, porque alguien lo estipule así? Consciente de que tu respuesta va a ser negativa, te invito a que (en el recorrido de la manifestación) te quedes con la cara del primer ministro israelí.

¿Serías capaz de festejar la destrucción y aniquilación de un país respondiendo al deseo único de apropiación de todos sus recursos naturales? Sabiendo que no respaldarías ese acto, ahora puedes tornar la mirada y dirigirla hacia el presidente de la gran república de Francia.

¿Saldrías a gritar a las calles para exigir austeridad hacia los más pobres y, al mismo tiempo, procurar enriquecer solo a cien? Siendo impropio de ti ese argumento, observa como caminas junto a la gran canciller.

¿Lucharías denodadamente por cubrir tu jardín con miles de cruces, como homenaje a quienes habrán de caer? Atiende, no vaya a ser que entorpezcas la salida del premier.

¿No te sentiste ofendido y traicionado cuando unos cuantos lugartenientes tuvieron a bien invadir un país? Ahora que asientes con tu cabeza, da la mano a tu presidente, y ve con él, que también quiere rendir tributo a su fe.

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Nada voy a decir de los saqueos, violaciones, asesinatos, expolios, invasiones, torturas, humillaciones, fraudes, y demás demoliciones que han cometido quienes nos hablan de paz y libertad. Una paz y una libertad que apenas pueden sostenerse bajo el cielo de París, porque ni un millón de almas pueden reescribir historia alguna, ni podrán disfrazar la cruda realidad.

Claro que se puede pensar que una cosa no quita la otra, es decir, que se pueda coincidir en el mismo evento con quien no tienes el gusto de sonreír. O dicho de otro modo, estimar oportuno que puede ser muy lícito converger en un punto con aquél que no quieres ni ver.

Pero ahí radica el engaño, en hacernos creer que todos somos igual de humanos, y que ante la barbarie hemos de actuar, obedeciendo a pies juntillas los dictados de los medios y las presiones de los miedos, hasta dislocarnos frente al televisor, siendo protagonistas de un nuevo acto religioso, pleno de bondad y certidumbre.

París bien vale una misa, en este caso una manifestación; nuestros dirigentes se reconvierten y abrazan la causa pacífica arrastrando con ellos a miles de fieles sin saber que en el camino no está la libertad de expresión, ni homenajear a todos los asesinados, ni fortalecer lazos para detener tanta barbarie, sino suministrar gasolina para la próxima combustión. Pero ahora con el beneplácito de una sociedad que ilumina las calles con lágrimas en sus ojos. Sus oraciones retumban en los templos,  las puertas se abren para que la “lucha contra el terrorismo” reciba la gracia de millones de personas y la comunidad internacional detenga, por fin, a esos denigrantes seres que tanto daño nos hacen.

No hay una lucha por la libertad de expresión; no permiten que veamos cómo ha sido todo el proceso. Vuelven a ocultar vídeos reveladores de extraños sucesos. Nos hablan de terroristas profesionales que olvidan sus documentos de identidad. En una hora saben sus nombres, quienes son sus amantes, y cuándo tuvieron el último orgasmo. Los periodistas no preguntan, expanden La Noticia. Nosotros decimos a todo que si, porque todo ha sido terrible, porque el heroico acto de luchar juntos contra el mal nos hace partícipes y protagonistas de otra sentida historia.

Fue Charlie Hebdo y podría haber sido cualquiera. Pero no les importa nada, no quieren que sepamos qué está sucediendo en el mundo, tan solo nos cuentan cómo son los documentales más insidiosos de la historia, llenos de visceral entretenimiento pedagógico, por la causa occidental y el bien común.

¡Y pensar que millones de personas más hubieran deseado desfilar hasta la plaza de la República con ese mensaje premonitorio! Pensar que de todas partes del mundo hubieran asistido allí, para solidarizarse… Pero, ¿con quién? Uno de los miembros más antiguos del semanario satírico Charlie Hebdo, el caricaturista holandés Bernard ‘Willem’ Holtrop, ha hecho unas declaraciones, cuando menos, clarificadoras, y ha rechazado las repentinas muestras de apoyo de las autoridades mundiales y ha advertido de que no dudaría en “vomitar” sobre los “nuevos amigos” de la publicación.

Es de suma dificultad prever qué puede suceder, y dónde, pero todo apunta a que retrocederemos en nuestras libertades y, lo que es peor, que las guerras sucederán, bajo el símbolo de la lucha contra el terrorismo, más unidos que nunca, y con el único propósito de seguir llenando las arcas.

Oportunidades para indignarse, protestar, manifestarse y solidarizarse con los muertos, son tantas, que los familiares y amigos de los asesinados en México, Afghanistan, Nigeria, Somalia, Siria, Libia, Iraq, Burkina Faso, o Yemen, se quedan atónitos, observando cómo es posible que, de repente, y como quien no quiere la cosa, el mundo se tambalee y erija su epicentro en París, esa ciudad de la luz que no ha hecho sino apagar el amanecer del resto del mundo, un mundo que cada segundo vive la trágica muerte de una persona, de la que nada sabemos, y nada nos van a contar.

Solo vale lo que se cuenta. Por ello yo no iría a esa manifestación, ni a ninguna otra donde de lo que se trata es de ocultar la verdad, de transgredir el principio mismo de la justicia, y de seguir impulsando el etnocentrismo y, con él, el desprecio más absoluto hacia los olvidados y los marginados.

Para terminar veo necesario expresar a todas aquellas personas que están sufriendo la pérdida de sus seres queridos que tienen toda mi tristeza, mi rabia, y mi afecto. Y sé, aunque callen, que en el dolor de muchos estará tatuado el nombre del imperialismo.

Una colaboración para Iniciativa Debate