Un dominio propio

Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.


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La censura tomando cuerpo de ley

Eliminar del discurso público a todas aquellas personas que lo único que desean es vislumbrar otras perspectivas se ha convertido en mandamiento para el Capital. Es igual que hablemos del virus, de la guerra o del santo grial. Si con ello estampas contra la pared el discurso oficial te conviertes en detrito social, señalado e insignificante intelectualmente.

Estos últimos meses presenciamos un nuevo capítulo, en una Alemania que vuelve a tender puentes con el totalitarismo. Una Alemania que modifica el código penal para aumentar los delitos relacionados con la libertad de expresión. 

Son muchas las personas allí que han mostrado su desacuerdo con ese ferviente deseo de llevar la OTAN hasta las puertas de Moscú, y dichas personas sufren la difamación por presentar otros argumentos, otra mirada más transigente con la paz.

Lo explica muy bien la politóloga Ulrike Guerót en su nuevo libro «El fin de Europa», escrito junto al historiador Hauke Ritz. Tratan de explicar (entre otras cosas) cómo se ha llegado al conflicto en los últimos 30 años. Con otra narrativa, claro está, y las críticas recibidas incluían hasta la petición de retirada  de su plaza titular en la universidad.

Pero además de la difamación, les cerca una legislación que pretende castigar cualquier aproximación a Rusia y hasta cualquier simbología que pueda ser identificada con este país.

La nueva inquisición es mucho más sutil, sencillamente porque la posibilidad de arrojar la piedra y esconder la mano les resulta extremadamente fácil a las élites, con la ayuda de los impresentables medios de comunicación.

Las modificaciones del código penal de las que hablamos no son sino una intimidación, un claro aviso para navegantes sin velas que les protejan.

Estamos indefensos, y ni la locuacidad más cuidada ni la poesía pueden derribar los muros que han levantado. Más que nunca faltan voces, más que nunca en medio del barro no podemos caminar para mostrar ningún horizonte.

Toda la información que se publica es parcial. Y los discursos confluyen en la misma puesta en escena. 

Muchos activistas están pidiendo a gritos que la ciudadanía alemana no vuelva a cometer la torpeza de implicarse en una nueva guerra con Rusia. Pero tienen todas las de perder; ni siquiera los partidos políticos de «izquierdas» están por la labor de luchar contra este incendio que ha quemado hasta los bosques expropiados a la civilización.


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La Política y los medios de comunicación

La supuesta libertad de expresión ha llegado muy lejos. Una cosa es difundir información desde el desconocimiento y, otra muy distinta, hacerlo con premeditación y alevosía sabiendo que quien paga ordena, que quien paga interfiere en la vida de los pueblos, y que quien paga, muchas veces, lo hace aun sabiendo que va a haber graves daños con la propagación de una información construida para tal fin.

Estamos corriendo un serio peligro en Europa. Creo que vivimos la etapa más temeraria y comprometida desde la segunda guerra mundial. Y todo, porque el prepotente gobierno de un país decidió que no iba a ceder ni un milímetro ante la manifiesta petición de un cambio geoestratégico claramente inclinado hacia un lado. La neutralidad en la línea divisoria de los países que limitan con Rusia era una clara manifestación de paz y prosperidad. Para todos menos para EEUU. Pero no porque esa opción fuera contra sus intereses, sencillamente porque esa opción es la más lógica y la que más puertas abre a la prolongación del desarrollo social y económico.

Las directrices que nos imponen, los mandatos a los que nos someten, y el absoluto servilismo y vasallaje al que hemos cedido, conforman el seguimiento de las políticas imperialistas marcadas por la Casa Blanca desde hace ya mucho tiempo. Y nuestra clase política prosigue en su afán de denostar y menospreciar nuestros anhelos de paz, siguiendo la estela de una luz que solo ilumina la maldad y la búsqueda imparable de riqueza. El repentino cambio de Pedro Sánchez al decidir mandar armas a Ucrania es solo una de tantas barbaridades, una de tantas abdicaciones ante el guerrero del mundo. Y considerando que los acontecimientos más importantes deberían hacerse con el respaldo de los pueblos deberíamos exigir a los gobernantes una clara muestra de adhesión a nuestra causa, y no a la causa del poder.

Esa posibilidad se perdió hace tanto que probablemente tendríamos que movilizarnos con rigor para exigirla. Esa y otras muchas cosas que afectan directamente a nuestras vidas. A nuestras vidas y a otras que habitan a miles de kilómetros de distancia. Sobre nuestras conciencias recae el deber de no permitir que la clase política pueda enviar tropas y armamento como quien manda naranjas. Sobre nuestras conciencias recae el deber de no permitir que la industria armamentística juegue en bolsa bajo los auspicios de unos dirigentes incapaces de observar los rostros de la pobreza y de la miseria.

Nuestro mundo parece no querer entender los sonidos del sufrimiento y, mucho menos, los de las cloacas. En éstas se están gestando temibles acciones. Si la situación “fácilmente observable” delata ya un futuro incierto, los ángulos muertos nos llevan a un terreno completamente esquivo.

El Estado de Bienestar ya no va a dar más de si, y todo apunta a que el pre-fascismo ya se ha instalado. Esa libertad de expresión que ha hecho posible que los medios propiciaran e impulsaran partidos, lenguajes y gestos absolutamente peligrosos, ya ha ido conformando un espacio social del que difícilmente nos vamos a poder librar. Esos modos de difundir la información, que llegaron de EEUU de la mano de una cultura capitalista expansionista ajena a todo signo de justicia ya han hecho mella en nuestra sociedad. Y ahora, nos va a costar escaparnos del incendio.

Una resolución contra la glorificación del nazismo es aprobada por 130 países, 2 votos en contra y 49 abstenciones. Los dos únicos países que la rechazan, EEUU y Ucrania. Las abstenciones, para la UE, Canadá, Australia, Reino Unido y Japón. Increíble, ¿verdad?

Sobre la foto: 16 de diciembre de 2021, una resolución contra la glorificación del nazismo es aprobada por 130 países, 2 votos en contra y 49 abstenciones. Los dos únicos países que la rechazan, EEUU y Ucrania. Las abstenciones, entre otros, para la UE, Canadá, Australia, Reino Unido y Japón. Increíble, ¿verdad?

Sé que para mucha gente puede resultar desmesurado, pero ya hay muchos signos que muestran la existencia de esa exaltación de los elementos irracionales de la conducta, tan próximos a las formas de gobierno totalitarias. La política ya entregó sus manos a la injusticia, la soberbia y los protocolos ingeniados por los ricos. Y éstos hacen y deshacen a su gusto, ajenos a la población y obstaculizando la buena marcha de los acontecimientos. Han saltado todas las alarmas y hasta nos lo advierten con sus formidables propuestas. El peligro no es efímero, es más bien un monstruo que nos está devorando. Desde la sociología política ya estamos listos para tomar buena nota. Y sin pérdida de tiempo, deberíamos abandonar tanta sumisión y actuar en consecuencia.

Muchos indicadores han de ser considerados como elementos capaces de propiciar procesos devastadores en nuestro futuro. Ya lo están siendo, pero dado que la ciudadanía está absorta en continuas batallas televisivas quizás sea momento de alertar sin miramientos, puesto que al parecer pocos están dispuestos a ello.

El asentamiento del pensamiento único, el control absoluto de los medios, los cambios de legislación en favor de unas causas y no en beneficio de la justicia, la reconstrucción y señalamiento de un enemigo común, la militarización del pensamiento, la asunción completa de la pérdida de libertad en nombre de la seguridad, la recreación de movilizaciones sociales dirigidas, la instauración de la violencia como modelo legitimador de un nuevo orden, el fomento del odio a través de una adscripción a la discriminación racial o cultural, el aumento de la pobreza y de la desigualdad social, la quiebra del modelo económico capitalista, la disrupción y desmantelamiento de los principios básicos de la Política, la expansión y fomento de muchos principios ideológicos que alimentan a las extremas derechas y la imposición del miedo como propuesta y modelo de convivencia, son el andamiaje estructural sobre el que puede instalarse un nuevo fascismo en Europa.

¿Para qué sirve la sociología?. Entre otras cosas, para observar y para constatar los flujos y movimientos que van sucediéndose en nuestras sociedades. Espero estar absolutamente confundido.

Subrayo. Luchar contra los medios y la clase política ha de representar nuestra primera muestra de sedición. De lo contrario, estaremos bajo el yugo de una nueva lucha sin par por el dominio del mundo, en manos de unos seres insensatos.

Dicen los primeros, por ejemplo, que ha habido un ataque a la planta de un reactor nuclear en Zaporiyia. Objetivo, sembrar el terror en la audiencia. Y acto seguido, demonizar al culpable de tamaña osadía. Y así pasarán largas jornadas, hasta que todo el mundo tenga claro que Putin es nuestro mayor enemigo, capaz de saltar por los aires la central y arrasar con Europa. ¿Quién va a poder, así, analizar las políticas y las acciones de personajes tan siniestros y deshumanizados? Nadie. Al menos, nadie en su sano juicio. Y quien lo intente, vivirá al fondo en el infierno.

Estaría bien recordar que el sofisticado armamento con el que cuentan las grandes potencias tiene la capacidad de elegir un objetivo y no distanciarse ni un milímetro del punto señalado. Pero en esta ocasión, mira tú por donde, hubo un fallo estrepitoso. No hubo ningún reactor dañado (todos permanecen intactos). No hubo ningún incremento de radiación (hasta los propios ucranianos salieron inmediatamente a confirmarlo). Y no hubo, claro está, ningún error operativo. ¿Sabéis por qué? Porque no atacaron la central nuclear. Hay combates en los alrededores, sencillamente, porque quieren hacerse con el control. ¿Recordáis cuando informan sobre un atentado y casi siempre hay un colegio cerca? Pues a ver si es verdad y recordamos para toda la vida en qué consiste la manipulación, porque ya llevamos unos cuantos años abonados a este circo y la cosa, en vez de solucionarse, está adquiriendo tintes muy oscuros.

Para terminar, y encomendándonos a la búsqueda incesante de otros relatos, de regalo unas palabras del entonces senador Joe Biden. Estamos en 1997. En el vídeo expone claramente cuál es el “punto flaco” de Rusia o, lo que viene a ser lo mismo, cuál será la política expansiva del gobierno de los estados unidos de américa. ¿O creíamos que Joe Biden dirige ese país por pura casualidad? Recordar que desde ese año jugó un papel decisivo en la formulación de la política exterior del país. Fue una de las voces más influyentes tratándose de leyes relacionadas con el terrorismo, las armas de destrucción masiva, la Europa poscomunista, Oriente Medio y el Sureste Asiático. Y fu quien apoyó en octubre de 2002 la resolución que autorizaba al gobierno a utilizar la fuerza contra Irak. Claro, era decisivo. No era el voto de un senador, era el voto del presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, cargo que representó con todo el cariño de su mundo.

Éstas fueron sus palabras: “Lo único que puede provocar una respuesta hostil y enérgica de Rusia es la expansión de la OTAN a los estados bálticos”. Y como sabemos a estas alturas, no sólo han puesto sus garras sobre estos estados, sino sobre toda la franja fronteriza, por el bien de toda la humanidad. Eso sí es atacar y hacer explotar una central nuclear.

Cuidaros!

OTAN No, bases fuera

colaboración para Ojos Para La Paz


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Libertad de expresión también para quienes no piensen como yo

(Denunciémonos por todo y nos vemos en los juzgados)

Si algo debemos recomponer en nuestro comportamiento es nuestra querencia a la crítica y a cierto descontrol cuando se trata de ver la paja en el ojo ajeno. Es mucho más dificultoso de lo que podemos llegar a creer, ser imparciales en todo momento y considerar cada acontecimiento siguiendo los mismos criterios.

El revuelo que ha causado un autobús en España bien podría ser fiel reflejo de lo que viene ocurriendo en el universo de las redes sociales, donde sin tiempo para la reflexión y caiga quien caiga la ciudadanía se descubre como inquisidora profesional en base a algunos juicios que son, a mi entender, los que no dejan en buen lugar a quienes los promueven contra viento y marea.

Antes de hacer un pequeño análisis sobre ello quiero dejar constancia de que mi sorpresa deriva no tanto por lo que significa el mensaje que se traslada por parte de esa organización ultra católica y la posterior reacción de miles de personas, sino por la falta absoluta de criterio empleado para ello, ya que es del todo incomprensible (y creo que inadmisible), que no se actúe del mismo modo cada vez que sospechamos que algo indeseable, falso, contraproducente, bárbaro o calamitoso sucede en nuestra aburrida vida cotidiana.

Es decir, la imparcialidad no puede llegar a producirse cuando somos capaces de intentar exterminar una frase que nos produce asco, y no hacemos lo propio con la biblia, o con los telediarios, o con el sistema educativo o con las bases militares, siendo todos estos ejemplos claros objetivos contra los que podríamos proclamar la misma aversión y, por tanto, exigir la misma censura.

Las cosas así conviene aclarar que ya hace tiempo tomé la determinación de que impedir la circulación de ideas e informaciones no podría ser nunca motivo de celebración, ya que sería enorme el enredo que podría llegar a causar, y siempre habría quien se quedara sin voz ni voto a falta de fundamentos evidentes para su condena. La libertad de expresión ha de ser total, transversal, y sin limitación alguna (exceptuando la incitación y/o propagación del asesinato o la violencia). Y si de lo que se trata es de no permitir a un grupo de personas, por muy descerebradas que sean, lanzar sus mensajes, yo me apeo en la próxima parada.

Si por algo se caracteriza el fundamentalismo es por pensar a pies juntillas que toda idea no proveniente de sus cavernas ha de ser rechazada y, aún mejor, desmenuzada. Sé que hay creencias y sus imprevisibles consecuencias, que hay argumentos y perversos efectos derivados de muchos de ellos, pero yo no soy quien para poner una raya y delimitar con ella un espacio con las ideas que serán bien recibidas. Por tanto, no puedo acceder a encarcelar el pensamiento de algunos mientras al mismo tiempo doy rienda suelta a muchos de mis principios que, a buen seguro, colapsarán las entrañas de otros que habitan más allá de mis intervenciones.

Mi reacción es de sorpresa, primeramente, porque necesitaría saber qué efectos puede tener un eslogan, que difieran de aquellos que vivimos a cada instante en esta sociedad violentada, y por los que tan poca gente pone el grito en el cielo. Para que nos entendamos, la incitación al odio que se traslada a toda la ciudadanía  a través de ese ingente número de imágenes iracundas y agresivas que visionamos cada día en televisión…, ¿no es suficiente “delito” para echarse las manos a la cabeza y no permitir la entrada de pantalla alguna en nuestras casas?, la propaganda neoliberal que acompaña a los discursos de decenas de tertulianos y periodistas…,¿no representa un peligro atroz y fulminante en el devenir de nuestras vidas?…

Walt Disney no ha hecho sino proponer un modelo del amor romántico fuera de lugar, y su influencia es tan devastadora y tan denigrantes sus efectos en la estructura mental y emocional de las relaciones afectivas que aún no comprendo como no han salido hordas de personas (defensoras de los derechos de los niños) a quemar salas de cine por ataque tan vil a otros modelos de convivencia.

Creo que no hace falta llegar a exponer las cien mil calamidades que acompañan nuestras biografías y que podrían representar, sin lugar a dudas, la cruel maquinaria  que abastece toda existencia humana.

En consecuencia, todo indica que hemos de resolver sin mayor dilación qué vamos a ser capaces de permitir y qué estamos dispuestos a prohibir.

Elly Strik picture. Photo by joséluis vázquez domènech

Elly Strik picture. Photo by joséluis vázquez domènech

Bien pudiera parecer para un importante sector de la población que es sencillo saber dónde pueden estar los márgenes de la incorrección o de la contra-indicación. Pero yo no lo sé y, por tanto, dejo navegar por los caudalosos ríos hasta un barco lleno de cazadores y rufianes.

Y mi reacción es también visceral porque observo nuevamente cómo se apela a cierta conmoción para empujar un tren que hace tiempo perdió al maquinista. En demasiadas ocasiones somos protagonistas de ataques de “histeria colectiva”, que cuando llegan a su apogeo permiten que seamos gobernados más por procesos emocionales que por planteamientos racionales.

Sería del todo improcedente poder llegar a pensar que yo no deseo lo mejor para la población transgénero (por poner el caso que nos ocupa), o que con mi teoría lo que permito es que cualquiera pueda decir lo que le viene en gana en todos los frentes de nuestra sociedad, y que esto devendría en un caos sin precedentes. Mas no hay por qué preocuparse. Nuestra sociedad ya está más que acostumbrada a vivir bajo el yugo de la maldad (y no observo grandes reacciones por ello) y, por otro lado, sigo sin encontrar fundamentos razonables capaces de consensuarse en alguna ley que no nos pareciera injusta.

Con todo, es la igualdad el valor por el que deberíamos luchar más enconadamente. Y de igual a igual, dejo hablar a un votante del PP y a un antimilitarista, y dejo que escriba un artículo un fascista o una anarquista, porque de lo contrario, seguro estoy que sería yo uno de los ejecutados por la magnitud de mis palabras.

Ni las más nefastas opiniones vaticinan el colapso de la civilización, por muy aciagas que éstas sean. El verdadero y mayor peligro de aletargamiento lo sostienen quienes desean retener en sus únicas creencias el triunfo de su supuesta liberación.

Más allá del derecho penal hay otras fórmulas para castigar los actos insolidarios, pero éstos también son tantos que precisaría de un autobús londinense para poder mostrarlos.

Muchas son ya las personas juzgadas y encerradas porque un Tribunal ha decretado que es delictivo escribir, decir o hacer “ciertas cosas”. Y así, no me gustaría colaborar limitando el derecho a difundir algunas ideas, con las que ni comulgo ni con las que deseo ir a misa.

Si tal y como he manifestado en numerosas ocasiones, lucho contra la desinformación y el acoso de la propaganda mediática más hostil, también hago lo propio en favor de la libertad de expresión. Y lo que no puedo hacer y nunca haré, será combatir por mi libertad y obstaculizar la de quienes no piensan como a mí me gustaría.

Incluso creo que puede ser positivo dar visibilidad al apogeo de la abnegación por la ignorancia y permitir que aflore ese submundo lleno de estupidez, para así poder tomar nota y no precisar de la arbitrariedad de ningún juez.

Y no hay que alborotarse por ello; entre todos los tweets que han circulado por el mundo en los últimos cinco años, hay trillones que podrían considerarse ofensivos y punitivos, y si dejáramos que la decisión de encarcelar a alguien estuviera en tus manos, dime…, cuántas prisiones llenarías.

La justicia española ya lo hace (condenar a cautividad por comentarios en redes sociales), y maldita la gracia que tiene. A mí ya me es igual, que un niñato escriba alabando a Obama o que una mojigata se meta en el frente popular. Lo importante es dejar información sobre la mesa, para que quien quiera la coja, y quien no la quiera sea capaz de librar su propia batalla.

No me parece oportuno asistir al espectáculo de observar quién va a ser el siguiente «titiritero» que alguien desea encerrar. UPN y COVITE acaban de anunciar sendas demandas a la televisión pública vasca (EITB) por incitación al odio contra España, en el juzgado el primero y ante la Comisión Europea contra el Racismo y la Intolerancia los segundos. Todo ello por unas declaraciones vertidas en un espacio de humor en el que se pregunta a algunos entrevistados por su relación con España. Resultado, programa retirado de las pantallas y de internet el sábado por la tarde.

Bien, vamos a denunciarnos entre todos y nos vemos la mitad en los juzgados.

Colaboración para Iniciativa Debate


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Edward Snowden

ContraCorriente: Premio a la labor de Snowden

La institución noruega Bjørnstjerne Bjørnson (institución independiente para promover la libertad de expresión y las letras), otorgó hace unos meses un premio al ex-asesor de la Agencia de Seguridad Estadounidense. La razón, su trabajo al desvelar cómo se apropian de nuestras vidas privadas, y por su contribución al ilustrar de forma crítica cómo se efectúa la vigilancia de los ciudadanos por parte de los Estados.

Revelar con datos el funcionamiento del espionaje en Estados Unidos le ha salido caro a Snowden, y es del todo necesario hacer valer su causa. Es procedente respaldar todas aquellas acciones que visibilicen las degradantes políticas de las que hacen acopio los dirigentes que nos gobiernan, y más aún cuando lo hacen parapetados en absurdas justificaciones de luchas anti-terroristas.

No estaría de más que en los países llamados democráticos surgieran Academias como ésta, y no fundaciones como la FAES o Pablo Iglesias, que dinamizan sus actos con partidas presupuestarias de dinero público, supuestamente para contribuir al desarrollo cívico y cultural del país.