Un dominio propio

Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.


Podemos caer más bajo aún

Recuerdos de hace dos y tres décadas. Discutíamos como si nos fuera la vida en ello. Sobre todo de política. Por aquél entonces lo más posmoderno se comenzaba a vislumbrar, el fortalecimiento del individuo tecnológicamente iluminado. El nuevo sujeto parece haberse ya configurado. El resultado, uno que puede hablar y arremeter contra cualquier interlocutor sin el más mínimo aprecio y sin el consentimiento del conocimiento. Lo que importaba era universalizar determinadas conductas y opciones, todas ellas ofrecidas como simulaciones perfectas a través de las nuevas tecnologías.

Breve inciso. Ya por aquellos años (polemizando nuevamente), procurabas sostener la idea de que vivíamos desamparados de cualquier sistema que pudiera llamarse democrático y te sumergían en el pozo más próximo sin opción siquiera a sacar la cabeza para poder volver a insistir en ello. Negacionista prematuro diría más de uno. Quienes me conocéis sabéis perfectamente de mi vehemencia y pesadez, sobre todo con algunos temas que se me resisten (bueno, he de matizar que quien se me resiste en realidad es el conjunto de la sociedad; un drama insuperable para un sociólogo romantizado), y lejos de esconder esos gestos de personalidad polarizada…, sigo en ello, intentando encontrar alguna razón para desplegar las cortinas de la vida.

Siempre ha habido temas tabú, o dificultades para el desacato ante la autoridad institucional. Los punks saben mucho de eso. Hoy procuras sostener cualquier idea y te arrinconan en el confinamiento, en la censura o eres protagonista de una lapidación verbal. Seguimos lidiando con la controversia, pero las cosas se han desvirtuado mucho. Las cosas…, y las formas.

Las sociedades son constructos de larga fermentación, necesitan mucho tiempo para avanzar y mucho más tiempo aún para transformarse. Los cambios no se producen de un día para otro, y es impensable poder sostener, por tanto, que los aspavientos políticos y la creencia de que últimamente los partidos están dejando tras de sí cierto olor a podrido sea efecto de una repentina efervescencia llena de superficialidad. No. La superficialidad ya se instaló cuando murió Franco, o lo que es lo mismo, el sistema ya se encargó de colarnos un gol mostrándonos el maquillaje cultural de la movida madrileña y sus efectos colaterales, subvencionando a personajes por encima de las ideas, elevando a los altares la vivencia de la noche y escondiendo a buen recaudo las voces discordantes. Siempre era mejor impulsar a Alaska con su propuesta estética nada antibelicista que financiar el próximo disco de Cicatriz en la Matriz. O era mucho más rentable financiar a Almodóvar y todo su séquito que promocionar a la patrona de los mineros.

El poder entiende mucho de ésto. Peor aún, es de lo que más sabe. Lleva tanto tiempo instalado en su sillón que aprendió perfectamente cómo proseguir en su feudo mostrando señuelos a sus súbditos. Y el éxito es tan obvio que la izquierda ya ha llegado a confundir el anzuelo con sus objetivos, hasta el punto de desorientarse y perder totalmente el rumbo. Quizás tengamos que remontarnos a principios de los ochenta para señalar de algún modo esa línea divisoria, en la que de un modo u otro las nuevas generaciones se perdieron, irremediablemente. La transición cultural ha llegado a su fin, y ha cumplido su papel. La neurolingüística* del capitalismo y todo su engranaje social son la base del pensamiento, el individualismo su raíz anclada a la tierra y su nihilismo y supuesta búsqueda de libertad el vehículo donde se instalan los nuevos corazones polvorientos.

El caparazón de esta estructura social (durante la transición) la conforma una política deshilachada pero beligerante desde la trastienda. Por aquellos mismos años (y no es casual) ya nos sometieron al músculo de la violencia y las fuerzas militares y, desde entonces, no se ha hecho más que promover el miedo y las guerras. Para ello, ha habido un distanciamiento continuo de la praxis ideológica, una fusión dentro del mercado y, lo más importante, una desmembración radical del lenguaje y de los discursos. Amputaron a las palabras su verdadero significado y, con ello, lastraron las aspiraciones de tan siquiera poder llegar a entender lo que éstas deberían contener. Una de esas palabras es, sin duda alguna, el término “democracia” (basta con llegar a analizar cómo nos sometieron los medios para que la consideráramos en paralelo al “impecable y sacrificado trabajo” que el rey hizo por ella). Risas.

cof

A día de hoy sería muy difícil para alguien ajeno a los estudios políticos poder descifrar su contenido, a no ser claro está, de que lo llenara con expresiones totalmente incongruentes con la realidad que habitamos. Esto es, se insistiría por ejemplo en una representatividad inexistente, en unos medios de comunicación incapacitados para vigilar las arbitrariedades de los gobernantes, en un marco social donde el protagonista sería el desmesurado control, en unos sindicatos alejados de la lucha de los más débiles, en una justicia subordinada al capital, en unas elecciones donde la participación sería irrisoria, en una separación de poderes que vete tú y sé capaz de defenderla y en un tejido social alejado completamente del compromiso y de la justicia. Y siendo en ese contexto donde deberíamos darle sentido a la existencia de la democracia, no nos quedaría más remedio que determinar, sin miedo alguno y sin ambigüedades, que está muerta.

Y lo mismo sucede con otras muchas acepciones, que se han disuelto sin que tan siquiera puedan llegar a comprenderse o reconocerse. Y lo que es peor, hasta se desestiman sin tan siquiera saber lo que abarcan. Comunismo, socialismo, emancipación, ecologismo, revolución…, son realidades en desuso o maltratadas con prevaricación.

Es tal la mediocridad instalada en los procesos de socialización política que hasta uno de las supuestos pilares de la democracia, como es el sufragio universal, está completamente contaminado. Nos hacen creer que ir a votar es primordial, y ni tan siquiera nos educan en ello, ni tan siquiera se sabe cómo son los procedimientos o cómo funcionan las instituciones. ¿Quién conoce cómo se distribuyen los votos, cómo se contabilizan, qué significa el voto en blanco, cuál es la representación del Senado y su significado, en qué consiste y qué proyección tiene una iniciativa legislativa popular, cómo se financian los partidos, cómo se asignan las concesiones a los medios, qué es la Ley D’Hondt, cómo se legitima la violencia del Estado, hacia dónde y cómo se derivan los presupuestos generales, quién elige a los miembros de la Comisión Europea, cómo se establecen algunos tratados internacionales, qué repercusiones tiene ser miembro de la OTAN, o quién diablos maneja tu barca?. No te preocupes, en las democracias modernas no es necesario saber cómo funcionan para que te adhieras a ellas; perteneces a su familia política desde el mismo momento en que vienes a este mundo y, con eso, ya es suficiente. Y como toda familia, está encerrada en sus propios traumas.

Todo ello no significa que hace un siglo la ciudadanía supiera diferenciar mejor los diferentes regímenes políticos y lo que les caracterizaba. No. Todo ello significa, sencillamente, que nos quieren hacer creer algo que no es, algo que viene gestándose desde hace un tiempo y que tiene su origen en la perversa consolidación del capitalismo en nuestras vidas. Un modelo desde el cual poder observar el mundo, sin más. Aunque en realidad, más que un modelo de observación lo es de imposición (que se lo digan sino todos esos países que han ido cayendo, uno tras otro, en las fauces del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial).

Cada Estado ha tenido su propio recorrido. España ha hecho honor a su afición a la pandereta y cada semana asistimos a innumerables acontecimientos dignos de la inteligente obra de Valle-Inclán. Por ello no nos deberían de sorprender todas esas calamidades instaladas en nuestro patrimonio político, y no deberíamos de analizarlas como supuestos yacimientos de reciente creación. Tal y como hemos manifestado al principio, se necesita tiempo, mucho tiempo, para poder construir modelos de sociedad. Y el nuestro viene de atrás, de muy atrás, y ahora solo estamos asistiendo al resplandor de su avara gestión desde la mal llamada transición.

Como decía, cada semana, los representantes de las multinacionales nos llevan en volandas por las autopistas del despotismo. El abuso es, generalmente, lo que caracteriza a nuestras formas de gobierno. Es igual que analicemos el funcionamiento de la Unión Europea o que hagamos lo propio con el del gobierno español. Todos están infectados hasta la médula, y todos son protagonistas de historias inolvidables.

La última y más emocionante acaecida por estos lares no ha sido la protagonizada por los díscolos navarros o por el somnoliento diputado cacereño del PP. Eso forma parte ya del enquistado legado donde se instaló la política hace ya mucho. Tampoco lo es la furibunda reacción de Pablo Casado o Cuca Gamarra al resultado de la votación. No. Hay un acontecimiento mucho más nocivo, mucho más inverosímil, y mucho más pernicioso.

Hace pocos días asistimos a una votación en el Congreso. El Gobierno, progresista (otra de las palabras a las que se le ha amputado su verdadero significado) ha cometido no un desliz, sino un peligroso giro en su proceder que va a traer consecuencias muy desagradables.

Creo que fue el 01 de febrero. Carolina Darias consiguió que se convalidara el decreto ley aprobado en diciembre para hacer obligatorio el uso de la mascarilla en exteriores, y ampliarlo por un tiempo. Eso si, lo consiguió de un modo un tanto particular. Se incluyó en el mismo texto la revalorización de las pensiones con el IPC de 2021, de tal modo que no quedaba más remedio que votar sí o no a las dos opciones conjuntamente. Son muchos los calificativos que nos saldrían para describir esta situación, y ninguno de ellos agradable.

Este proceder no solo añade un elemento más de desprestigio a las formas de hacer política, también nos ayuda a subir un peldaño y así observar mejor los lodazales de la democracia. No se trata solo de una tomadura de pelo, de mezclar churros con merinas, sino de seguir fomentando modos de gobernanza de espaldas a la lógica implementada por cualquier tipo de justicia. No se trata de ninguna nimiedad.

Por un lado, se ríe de los derechos adquiridos por los pensionistas y de sus últimas luchas. Y hace saber a este grupo, sin tapujos, que lo que verdaderamente importa es forzarnos de cualquier manera a ponernos la mascarilla, y que sus peticiones, por sí solas, no son lo suficientemente importantes como para tratarlas con el rigor que merecen. Esta crítica que hago ha pasado absolutamente desapercibida, no así el hecho en cuestión.

Por otro lado, nos deja constancia de que parece haber detrás de las “políticas sanitarias” extraños argumentos, sin informe alguno, y con consecuencias para toda la ciudadanía. Extrañas formas de actuar que bien pudieran estar dirigidas por otras manos o industrias u objetivos o me es absolutamente igual. Lo importante, es lo importante. Un Gobierno que “necesita” acudir a estos modos de operatividad antidemocrática han de esconder otros objetivos.

Y, por último, lo acontecido crea un precedente peligrosísimo, y nos deja a toda la ciudadanía a pie de los leones y ante cualquier tipo de tropelía con la que nos quieran castigar. ¿Os imagináis que en la próxima legislatura los partidos en el poder quieran meternos con calzador cualquier ley del gusto de unos pocos y, para ello, lo hagan comprometiendo a los sumisos habitantes del Congreso a cualquier desafío? ¿Lo imagináis? ¿Quien va a poder decirles entonces que eso es una absoluta arbitrariedad que no tiene sentido alguno? ¿Quién va a poder parar esta temible maquinaria?

Desde luego, nuestro sistema político, no. Lo estamos viviendo desde hace muchísimo tiempo. Un proceso político completamente desmarcado de lo que, supuestamente, debería ser cualquier democracia. El progresismo español acaba de hacer un flaco favor a la política y a la sociedad en su conjunto. Nos acaba de asestar un duro golpe. Y mientras, quieren que nos pongamos la mascarilla, probablemente para dificultar nuestra capacidad de olfatear los desmanes de sus políticas.

Y lo más triste es que podemos caer más bajo aún.

(Subrayo. *Nuestro cerebro almacena información y experiencias (aprendizajes). Parte de ese proceso se realiza a través del lenguaje y la comunicación. El proceso lo pueden modificar, y alterar con ello hasta el sentido de nuestras vidas.)

A cuidarse!

OTAN NO, Bases Fuera

Colaboración para Ojos Para La Paz


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Reacciones en cascada

Photo by Joséluis Vázquez Domènech

Photo by Joséluis Vázquez Domènech

A vueltas con el Manifiesto de las narices

El 01 de septiembre dí la bienvenida al nuevo curso político con un artículo que hacía referencia al Manifiesto por un Gobierno de Progreso. Entre otras cosas dejaba ver que el respaldo que había suscitado procedía en buena manera de ese séquito de ciudadanos socialdemócratas próximos al PSOE que habían tenido un trato agradable con la maravillosa cultura de la transición.

Hubo algunos comentarios al respecto. Desde quien me llamó cretino hasta quien determinó que escribía llamado por el odio. Y hubo también quien se enojó porque metía a todos en el mismo saco y desconocía la trayectoria de muchos de los firmantes.

Pocos días después de la mágica aparición de dicho manifiesto, Pedro Sánchez ratifica en público mis maléficas conjeturas, y llama a la responsabilidad a Ciudadanos y Unidos Podemos.

Son muchas personas las que piensan que cualquier cosa es mejor a que el PP siga gobernando. La mayoría de la gente no acostumbra a pensar a largo plazo, y es una de las razones de que cada dos por tres nos las den con queso. Pero claro, y es aquí donde mis neuronas se escandalizan, una cosa es que todos tengamos el derecho de elegir la opción que deseemos, y otra muy distinta, que para ello justifiquen su elección con bárbaras alegaciones o, lo que es peor, desde las cimas del desconocimiento.

Y aquí reitero mi crítica hacia quienes, presumiblemente siendo ciudadanos intachables, son capaces de respaldar y firmar cualquier documento que llegue a sus manos sin meditar previamente qué están firmando, con quién, y para qué.

Pues bien, hay mil y una razones para alejarse del PSOE, y más aún para hacerlo cuando ellos mismos se autodenominan representantes de las fuerzas del cambio. Hermosas palabras si no fuera porque su propia historia nos devuelve el rostro más infame al que representan.

Para quienes no han tenido ocasión de leer uno de los últimos artículos aparecidos en Iniciativa Debate, aquí les presento a algunos de los representantes de la regeneración política de la transición.

Y ahora, lean ustedes esa pequeña parte de la Historia, y adhiéranse al dichoso manifiesto por el cambio.

Salud, y hasta más ver.

P.D.: Ah, se me olvidaba. Lógicamente, también considero un error de primera magnitud que Pablo Iglesias y sus seguidores se echen en brazos del PSOE como alma en pena, en vez de trabajar por la construcción de una verdadera izquierda, justo en el momento que había la posibilidad de dar un portazo a un partido que ha ofrecido un trato degradante a medio mundo.

 


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Especial Semana Electoral (y III)

PP y PSOE: Máximos patrocinadores de las «dictaduras» del siglo XXI

No hay mejor dictadura que aquella que, con apariencia democrática, va minando al compás de una música fúnebre todas y cada una de las garantías legislativas.

Sin que hayamos de dar validez total a algún régimen conocido, ello no impide que podamos mostrar en pocos pasos cómo se destruyen los cimientos de cualquier democracia y se asesta un durísimo golpe a los derechos de toda la ciudadanía.

Desde la muerte de Franco España ha asistido a una sucesión de hechos que confirman el escaso valor asignado a los tres pilares básicos donde debía de asentarse el nuevo régimen político.

La transición fue, y sigue siendo, un complot diseñado a espaldas del pueblo, en el que una serie de  personajes tuvieron a bien llevar las riendas del país con el claro objetivo de impedir la llegada de nuevos aires desde plataformas vinculadas al mundo obrero y que conformaban un descontento generalizado.

A día de hoy asistimos a una nueva maniobra para impedir el auge de la llamada indignación, y aunque los procesos y las razones son diferentes, las herramientas utilizadas se implantan con el mismo fin: regular y encauzar la rabia con métodos altamente contaminados y pervirtiendo siempre el funcionamiento libre de las organizaciones sociales, políticas, y todos sus movimientos.

La justicia, la libertad y la igualdad no solo representan esos tres pilares antes mencionados, también debería de ser el principio de un largo camino. Pero ni tan siquiera hubo inicio alguno para hacer real dicha posibilidad. Lo que sí hubo fue una flagrante ostentación del engaño y de la manipulación más burda e intolerable.

La Democracia es un mito para hacer gobernable una sociedad maltratada continuamente. La influencia que pueden ejercer todas las personas sobre los gobiernos es tan ínfima que sorprende aún que haya millones de personas que corran ciegas detrás de su esperanza.

Otra cosa es que nos pusiéramos manos a la obra para dejar atrás un sistema que está sepultando cadáveres como moscas contra la pared de los sueños. Pero proseguir imantando el voto para que nada cambie, es un despropósito que pasará factura.

Los dos grandes partidos, grandes sobre todo en protagonizar capítulos deleznables y propios de regímenes autoritarios, siguen empeñados en engrandecer el imperio del mal, y pertenecen ambos a la misma familia universal que está colaborando para extender la miseria, las guerras y las grandes migraciones.

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Esta familia universal sabe lo que se hace, y su gran mérito estratégico reside precisamente en saber vestir de democracia la más insospechable dictadura. La cantidad de recursos empleados para tal fin es inabarcable, y con todo su oro del mundo están siendo capaces de destruir hasta la última hectárea de ilusión o de futuro.

No hace falta nombrar cada una de las innumerables acciones realizadas por populares y socialistas a lo largo de toda su trayectoria. Pero puede ser importante recordar su inigualable protagonismo en el deseo de pertenecer a la más torpe y cruel de las organizaciones existentes, como es la Organización para el Tratado del Atlántico Norte, que suma por cada intervención suya un innumerable reguero de muertos y un record absoluto en desestabilizar cualquier zona del planeta en interés único y exclusivo de la expansión del mercado global del capitalismo.

También conviene dejar constancia de los continuos pactos establecidos por ambos partidos, siempre con el fin de dar prioridad al interés de unos pocos, y de pasarse por el arco del triunfo a quienes se supone representan. Es igual que sean anti-terroristas o de Estado, todos son contrarios a la emancipación y autodeterminación de los individuos, y todos dejan en muy mal lugar los derechos antes conseguidos. La reforma del artículo 135 de la Constitución es un claro ejemplo de cómo se las gastan, y sirve para apreciar cuán cerca estamos de las dictaduras, y cuán lejos del deseo de la inmensa mayoría de la ciudadanía. Los dos partidos manifiestan sin complejos que no había otra opción, y de la noche a la mañana nos encontramos con una ley que vaticina el secuestro del presupuesto público para priorizar el pago de la deuda y liquidar el bien común. Este acontecimiento ya es por si solo de suficiente calado para confirmar el titular de este artículo, pero también lo debería ser para ponernos en alerta ante todo lo que se avecina.

Voy a terminar hoy con un hecho acaecido hace bien pocos días, justo al comienzo de la campaña electoral casualmente. El 07 de diciembre entra en vigor una norma que hace posible que ya no existan imputados en la campaña electoral, dado que ahora se entiende que ese término es peyorativo y estigmatiza a quien se le asigna. De ese modo, solo tendremos “investigados”, y pasarán a ser “encausados” cuando las pruebas y los  indicios sean sólidos. Un lavado de imagen irrisorio, un lifting a la desfachatez política.

Lo que yo y el conjunto de toda la población pueda llegar a pensar en torno a éstas y mil y una historias más es papel mojado y del todo irrelevante. Nuestra visión del mundo y nuestros deseos no se verán reflejados, sencillamente porque no existe la democracia, y porque estos dos partidos, junto con otros tantos que se extienden por el mundo están al servicio de unos intereses concretos, que no son los tuyos, no son los nuestros y, lo que es peor, están en clara contradicción con el principio de representatividad que supuestamente adquirieron a través de otras elecciones.

Las decisiones más importantes no consideran la necesidad de ninguna democracia, sencillamente porque quienes las toman ni han sido elegidos por quienes votan, ni falta que les hace. Pero eso sí, necesitan del juego de los partidos políticos para encauzar de cara a la galería la implantación de un nuevo tipo de dictaduras de las que ya formamos parte.

Y estos dos partidos, sin ningún tipo de duda, son socios del mismo circo, y se bañan en el mismo charco enfangado donde estaría bien que jamás volvieras a poner los pies.

 

Colaboración para Iniciativa Debate


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Intelectuales y Socialistas sin Vergüenza

Especial Semana Electoral

1- Intelectuales y Socialistas Sin Complejos

Si alguien pudiera ir a una clase de Ciencias Políticas un día y atendiera la explicación de lo que es el socialismo y de lo que representa el mundo obrero, se daría de cabezazos contra el pupitre porque no entendería nada de lo que le están contando. Bien porque le están mintiendo en toda regla, o bien porque su realidad está a mil años luz de todo aquello que le están mostrando…

La deducción no es muy compleja. A día de hoy quienes mienten son otros, y el socialismo ha pasado a mejor vida.

Pero, ¿qué nos ha ocurrido en el camino?

¿Dónde están esos miles de universitarios que estudiaron y aprendieron a analizar y evaluar sus conocimientos? Supuestamente informados (hasta accedieron a bases de datos hasta hace cincuenta años desconocidos). Enfundados en los trajes del saber, para solventar las dificultades y hacer progresar (y transformar) esos mundos lastrados que conocieron!

¿Dónde están esos miles que se dispersaron entre las ciencias y las letras, dejando atrás los campos para dibujar y ocupar las plazas urbanas? Supuestamente avanzando, porque nada había más fácil que transitar de una dictadura a cualquier otra sociocracia. Orgullosos de liderar modernidades y movidas casposas subvencionadas por doquier.

¿Dónde están esos miles que hablaban de democracias y voluntades pendientes, para emerger de las sombras de las que decían proceder? Supuestamente liberándose, opositando para socialistas con cargo y hambrientos pero de poder. 

¿Dónde están esos miles que fornicaron felices y desatados y salieron y bailaron y se drogaron y ganaron y compraron y conquistaron? Supuestamente construyendo nuevas naciones, cerrando cicatrices nada fáciles de olvidar. Asfaltando los sacrificios de otros y recompensando tan solo el altar del narcisismo más burgués. 

Intelectuales, periodistas, profesores, abogados, economistas, sociólogos, arquitectos, escritores, ingenieros, médicos, artistas, informáticos o psicólogos. La mayoría camuflados. Petrificados en nóminas solventes y trabajando para pulir sonrientes sus futuras y honorables pensiones. 

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Hay que ser poco amigo del pueblo para presentarse como catedrático en un aforo y mostrarse amigo del discurso de un tal González. Hay que tener valor para escribir cualquier artículo y defender al partido de los marchitos rosales. Hay que ser egoísta y mucho más para ir a estudiar becado y regresar con el deseo de votarles. Hay que comer mucho y mal, para no ser siquiera capaz de ver…

Parece que no hay forma de comprender, que de la Universidad pudiera surgir tanta desdicha e infortunio. Que del academicismo nos llegaran, por ejemplo, los usureros del periódico El País y los feligreses de los gobernantes más traidores y delatores. Que desde los sindicatos y ayuntamientos floreciera de todo menos el puño en alto y la impronta de los luchadores.

Parece que no, pero la hay. Timadores sociales, que zurcieron los bolsillos de doble fondo para acumular el peso de la ingratitud y tanta maquinación. Porque hay que ser bien cómico para presentarse en público diciendo que uno se ha licenciado, y después de haber podido revisar todo el conocimiento tenerlos  bien puestos para respaldar a un partido que fue capaz de fulminar todos los sueños. 

Que me perdonen los votantes y compañeros socialistas que no pudieron estudiar porque tenían que trabajar, o ni tan siquiera tuvieron la oportunidad. Pero están a tiempo de revisar sus criterios y demandar el por qué de muchas acciones, o preguntar tan solo cómo es posible entender que el líder que todavía muchos proclaman pueda llegar a ser el lustroso millonario que partió de ánimo tan obrero.

Quien es capaz de sentirse orgulloso por lo mucho aprendido y aun así insiste en proclamar el favor de este partido, me temo que ha de aprender a asumir  cómo ser co- protagonista de la evolución de tamaño señuelo, porque el damnificado y el mundo obrero encenderá un día el pebetero para que con su llama alumbre el rostro de alguien tan irresponsable y torticero.

Sorprendente que después de todo lo que ha sucedido en los últimos cuarenta años apenas haya compañeros que cincelen con urgencia la bárbara trayectoria de tanto político sin complejos. Y cuestionable cuando menos que uno tenga que rebuscar para encontrar ensayos que borren de un plumazo su teatro de la adulterada y nada social democracia.

Que un facha defienda a Aznar es muy comprensible, pero que alguien que diga ser demócrata apoye al partido socialista es cuando menos, incongruente. Y para eso están los archivos de vida, para recordar a Isidoro y al gran Roldán, el no a la O.T.A.N. y los acuerdos militares que no podemos olvidar, las reformas laborales y la ley con la que patear la puerta, el cambio de la chaqueta de pana por los cuellos de alquitrán, los negocios giratorios y la privatización de hasta las migajas de pan, el fraude de la unión y las olimpiadas de la depredación, la «suerte» de unos pocos y el ultraje a gran parte de la población, las amistades rodeadas de reyes y dictadores y el desprecio hacia las minas y el agricultor, las balas del Estado y ningún cartucho para disparar contra la corrupción, los paraísos fiscales y los negocios de la transición, el desprecio hacia la izquierda y la clara apuesta por la ideología de la comercialización. 

Expertos en hacer de la negligencia un negocio! Y quien se sienta ofendido que investigue, y si lo que lee no le abre los ojos que pida ayuda, que información hay de sobra para poder decir alto y claro que Pedro Sánchez es «hijo» y buen alumno de una nueva escuela que sigue abonando este prolijo e inadecuado ateneo de la moderna explotación.

Ni socialistas ni obreros, estos son parte de los españoles que vendieron  hasta el alma de los pobres que ahora no tienen fuerza ni para ir de manifestación, mientras su hijo favorito se codea con los ricos camino de convertirse en el esperpento abogado de la sin razón. 

Estos días hemos escuchado muchas veces su grito de guerra para rociarnos con tanta e inadecuada manipulación: «La patria de los socialistas es la igualdad». Y sí, igual que comenzó la Transición, igual  proseguirán con su himno al despropósito, y abriendo puertas al TTIP y al Imperio seguirán permitiendo las alianzas a favor de toda invasión.

(es del todo desesperanzador que viendo el debate de ayer haya quien aun así, decida ir a votarles)

colaboración para Iniciativa Debate

 


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Entrevista Personal

Charla Radiofónica:

(Sott.ne)

El pasado 17 de octubre tuvieron a bien hacerme una entrevista, y así poder charlar largo pero no tendidos sobre algunos de los acontecimientos políticos más relevantes de la actualidad internacional. La entrevista dura hora y media pero mantiene cierta actitud responsable y crítica, y espero que no resulte ni aburrida ni escurridiza. Agradezco a quienes propusieron e hicieron real este diálogo y a todas aquellas personas que tuvieron a bien escucharme un colorido sábado otoñal.


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Jueves Santo

T.E.T.A.

Dedicado a Antonio Banderas, y a todos sus amigos de la Transición!

 

Y para constatar la lucidez mental de muchos periodistas, os dejo unos instantes informativos para que se os haga la boca agua, y el coño frenesí!

 


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El arte de la televisión impúdica

Jordi Évole y su Operación Palace

Pasaron dos minutos y mi dolor de espalda se agudizó. “El espectáculo teatral de la política” se quedó pequeño ante la lamentable distracción mediática que pudo ofrecer Jordi Évole la noche del 23 de febrero de 2014.

Quiero pensar que su equipo de trabajo se reunió varias veces para crear un golpe de efecto, y así poder ofrecer al espectador un digno trabajo, procurando por un lado satirizar la desinformación con que se han tratado todos los acontecimientos que rodean el golpe de estado de 1981 y, por otro, regalándonos nuevos modos de hacer (periodismo).

Como todos sabemos, el presentador de “Salvados” pretende acercar la realidad política y social gestionando  diferentes acontecimientos que puedan arañar las vestiduras al interminable número de desvergonzados políticos o gestores que se pasean por las grandes avenidas españolas. Es decir, intenta presentar discursos críticos que empaticen con millones de ofuscados ciudadanos, cansados de telediarios e informativos vomitivos que nos tratan como infantes de guardería.

Hay quien piensa que Operación Palace ha sido una apuesta periodística de gran calado. Pero como toda apuesta, estaría bien reflexionar sobre los resultados que ha conseguido.

La publicidad y el bombardeo informativo previo a la emisión del programa, solo han podido conseguir  lubricar aún más mis neuronas, que se han filtrado sin esfuerzo alguno por los terrenos más escabrosos de mi ya congestionado cerebro. El documental es una parodia burda, que ha contado con la colaboración de diferentes personalidades de la política y del mundo de la comunicación.

Photo by Joséluis Vázquez Doménech

Photo by Joséluis Vázquez Doménech

Muchos somos quienes estaríamos celebrando la osadía de algún periodista que contraatacara y pusiera las cosas en su sitio, es decir, procurando desvelarnos del tedio y la mentira, y ayudarnos a lidiar con la búsqueda de la verdad.

No significa ello que esperáramos una reconversión periodística cuando se trata de hablar sobre el rey y sus correligionarios, pero sí algún atisbo alejado de la mediocridad.

Las consecuencias son un duro golpe para Jordi y su reputación. Quienes nunca le vieron con buenos ojos, seguirán ajenos a su trabajo. Pero muchos de quienes apostaban por su “valentía”, darán un paso atrás, precisamente por no haber sido valeroso, por escondernos la información que muchos podrían estar esperando, y por regresar al escenario televisivo con un carnaval de prime-time que le dará más de un dolor de cabeza.

Es lógico que en sus primeras manifestaciones haya dejado caer que muchos nos sentiremos engañados. Pero deberá saber que no es esa la reacción que más nos ha sobrevenido. Estamos cansados de que “lo progre” se manifieste con tanto descaro, y de que se constate sin pudor que el show televisivo vale más que la calidad y el trabajo bien hecho.

Hay muchas maneras de hacer un buen trabajo periodístico, pero he de hacer constar sin reparo alguno que este experimento ha sido un fiasco. Nos dirán que de fondo había una clara intención para que los espectadores despertáramos, ante los usos y abusos que perpetra el periodismo de bandera, y estemos atentos…, a cómo se nos puede engañar desde los diferentes medios y modos informativos.

Pero la pregunta y las dudas perviven del mismo modo. Nada ha cambiado, salvo el nuevo éxito de audiencia. ¿Qué sucedió ese fatídico día? ¿Quién va explicar de una puñetera vez la farsa, la cómica transición que ha vivido España?. El debate posterior no aportó nada nuevo. Sí aportó lo que temíamos con las palabras y la presencia de Eduardo Sierra.

Le recomiendo a Jordi (y a todos en general) este corto – Los Encargados- , que en cinco minutos aclara más dudas y contribuye más a la información y al arte que esta su “insalvable” peripecia.  Mejor le hubiera venido haberlo proyectado, e invitar a su programa a Jorge Galindo y Santiago Sierra. Nuestras neuronas hubieran agradecido el detalle.

Los Encargados

«Cuando el gobierno viola los derechos del pueblo, la insurreción es para el pueblo, y para cada porción del pueblo, el más sagrado de sus derechos y el más indispensable de sus deberes.»

Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano

—París, 23 de junio de 1793

Y para quien no pudo ver Operación Palace, el enlace

http://www.atresplayer.com/television/noticias/lasexta-noticias/especiales/temporada1/capitulo-1-operacin-palace_2014022100224.html

Publicado en Iniciativa Debate

http://iniciativadebate.org/2014/02/24/el-arte-de-la-television-impudica/