Un dominio propio

Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.


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Aguados de amor

Colaboración con las inquebrantables amistades de La Ignorancia Crea.

 

«En la árida tierra que habitamos los sueños terminan por emigrar, y cada pisada se convierte en una grieta, y cada grieta abre un surco como un parto prematuro que no sabemos si es para olvidar o, si por el contrario, nos hace recordar…, que las glicinias siempre florecen, a pesar de que los topos oraden hasta el último refugio donde las semillas podían germinar.

Y resuelta a desobedecer la vida arrinconada, en éste preciso lugar, me das la mano y tu mirada me invita a pasear, lejos de los espasmos y más bien cerca de alguna fosa que nos lleve al mar. Y me abrazas rodeada de agua, porque dices, el agua puede sanarte hasta la eternidad. Yo nunca termino de comprender muy bien lo que me quieres decir, pero tampoco le doy mucha importancia, porque cuando estoy sumergido contigo hasta las mecedoras dejan de balancear.

La lentitud nos identifica en las caricias bañadas, y a veces no hace falta ni que el sol resplandezca para determinar que merece la pena permanecer allí hasta ahogarse, cuando es tu boca donde me zambullo sin saber siquiera que una rana acaba de depositar sus huevos en tu paladar.

Ni los peces de colores son capaces de deslizarse marcha atrás, pero tú…, eres capaz de hacerme creer que podemos amarnos sin tan siquiera saber nadar, y todo porque el agua es una constante cuando la sed ha de aplacar toda la tensión sexual. La botella sobre la mesilla de día, porque de noche preferimos bebernos, y al despertar, enjuagarnos los labios no vaya a ser que sin humedad no acertemos ni a regresar…

Dispuesta a que todo fluya, me invitas a que podamos presenciarnos poniendo como testigo el manantial de donde brota toda posibilidad de avanzar, y vuelves a darme la mano, esperando que todo el agua del mundo se convierta en ola…, y nos lleve una y otra vez, al fondo de nuestro mar»

http://www.laignoranciacrea.com/…/04/La-Ignorancia_22-Agua.…


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Océano

La Ignorancia Crea

(Revista Independiente y Gratuita)  Nº 12 – Noviembre – Diciembre 2016

Ideas, opinión, música, literatura, diseño, fotografía, cine y poesía

Océanos de esperanza

Puse un anuncio ofreciendo mis servicios y solo recibí por respuesta la voz nada callada de centenares de hombres, dispuestos a intensificar experiencias pero gravemente mutilados en sus proyecciones afectivas e incluso sociales. No les interesaba lo más mínimo en qué podían consistir mis objetivos y todos ellos daban por hecho que yo era mujer abierta en dos y a ser posible entre los tablones crucificada. Constituían un mercado poco ambulante y se exponían, sin tan siquiera saber, con un puñado de euros a cambio de lo que me disponía a conceder.

Tuve a bien mostrar mis reticencias ante la respuesta obtenida, y decidí concretar un poco más en los repliegues de cada palabra. Y maticé que no era yo quien tributaba, sino que desde mi yo, era capaz de enmendar ciertos servicios que, lógicamente, muy bien administraba. Casi un número similar de acaudalados egoístas tuvo a bien imaginar que yo sí era un cuerpo muy ambulante, y que con él podía hacer desde las piruetas más extrañas hasta algo parecido a la magia. A una explicable mayoría les resultó aún más grato pensar que estar con alguien con experiencia tendría el precio módico que ellos mismos habrían de estipular.

Photo by joséluis vázquez domènech

Photo by joséluis vázquez domènech

Sin meditarlo mucho me desprendí (con total impunidad) del yo externo e hice saber que una mujer con experiencia estaba dispuesta a ofrecer su ayuda para aquellas personas que así lo precisaran. Paradójicamente se me llenó el buzón de sugerencias poco surrealistas y bastante más intrusivas. Me encontré con los mismos hombres, pero esta vez, «necesitados» de una buena fornicada o lengüetada, o como me dijo alguno, de una hembra que bien sabía lo que quería hacer.

Las cosas así no me quedó más remedio que despersonalizarme por completo, añadiendo la misma frase pero dejando a la mujer que habitaba en mí, fuera de juego y de todas las palabras. Mas todo indicaba que no había nada que hacer. La mayoría de hombres tienen una memoria selectiva para incinerar el hueco de sus deseos, y ésta vez demandaron al unísono para saber por mi desorientación sexual, respondiendo que en caso de ser portadora del sexo femenino pues claro que desearían que yo les ayudara, a empalmar sus impulsos aun a riesgo de ser yo una auténtica terrorista barrioaltera.

Mi última propuesta terminó anulando por completo mi existencia, y me descubrí como un hombre que ofrecía todo su aprendizaje y todas sus pericias.  Como si dicho grupo no quisiera quedarse diezmado, un mismo porcentaje pero esta vez de «otros hombres», quedó encantado con el nuevo escenario que planteaba e interpelé vía urgente a todas mis conciencias. La primera de ellas me hizo ver que el lenguaje es un cúmulo de autocomplacencias registradas en el hemisferio subjetivo, y que bastaba un clic para convertirse todo él en un anhelo muy viable. 

La segunda conciencia quedó atrapada entre dos tierras, y decidió que mejor era beber y que le den al mundo y a sus habitantes sin fronteras.

Considerándolo todo no me quedó más remedio que interrogarme por esa razón por la cual todos mis servicios habrían de confluir directamente en los afluentes de la sexualidad y no, por ejemplo, en mis capacidades matemáticas o logísticas. Y pensándolo un poco más, inquietante me resultó intentar comprender por qué los cuerpos estaban mercantilizados y solo les quedaba cotizar hasta en los supermercados.

Hoy desperté arrebatadoramente complaciente, y puse un nuevo anuncio. Mujer, 35 años, nadadora profesional e interesada en compartir océanos de esperanza se ofrece para disolverse sin cantos de sirenas.

Aún estoy esperando, la llegada de algún pequeño mar capaz de perderse en la comisura de mis asimétricas e inconmensurables latitudes.

Nadie parece entender, dónde quiero zambullirme, ni tampoco el color de mi piel. 


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Sin Límites

Poemario Disidente.

(sin límites)

Aquél día que abriste una grieta en el camino que te llevaba a casa mientras yo observaba tu melena al viento, un paisaje brotó dentro de mi y todo el páramo del mundo se extendió como lo hace la música por los rincones olvidados de la memoria. Ajeno a cualquier circunstancia lo olvidé todo sin pensar en ello, y mitigué los frenos que había puesto a la vida. No lo olvidaré siempre. Un 30 de diciembre te columpiaste en mis entresijos y las arañas salieron a despedirte el último día del año, recobrando las fuerzas para construir una nueva tela que atrapaba hasta el aliento que dejaste sobre la almohada. Los verdes prados te acompañaron hasta el mar, y descansaste allí guardando el secreto entre las olas, tumbada mientras sentías cómo tus pies rozaban la península de la felicidad. El esperma que llevabas dentro fertilizó las algas y los acantilados, inseminó a los peces y desinfectó el desasosiego de nuestro cosmos extraoficial. Aquél día no hubo noche y desaprendí a nadar, porque no había límites y todo me exhortaba a vivir. Cada pedazo de tierra que pisamos desde entonces es el hijo de un acto sexual reinventado, fragmentos sin reservas para lidiar con el ostracismo de la muerte.

(Si pudiéramos todos los habitantes conocernos en esas circunstancias la radiación nos expondría a observarnos por igual, desnudos más allá de todas las fronteras). 

Observando el fiordo de Clyde, Isla de Arran, Escocia. Photo by Joséluis Vázquez Doménech

Observando el fiordo de Clyde, Isla de Arran, Escocia. Photo by Joséluis Vázquez Doménech


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Sin límites

Mi Photosfera:

Me tumbo y no sé dónde están las piedras, dónde mi cuerpo y dónde se esconden el cielo y el mar. Por un momento las líneas me pierden, y la sensación de eliminar los límites me alivia, ayudándome a olvidar y soñar.

photo by Joséluis Vázquez Doménech

photo by Joséluis Vázquez Doménech